Capitulo 01

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Por la ventana caían gotas de agua, una tras otra sin esperar un segundo de más. Aquella noche era tormentosa, pero un pequeño niño no lo veía así, sino todo lo contrario; le encantaban aquellas noches donde el viento soplaba con fuerza y el cielo se tornaba gris para posteriormente comenzar a caer la fría lluvia.

Tom era el pequeño, un niño que, a sus cuatro años, apreciaba aquellos paisajes sombríos que podía percibir desde su ventana.

— ¿Chocolate caliente? — Y una de las cosas que más amaba era que su madre preparara, en cada noche oscura, una bebida caliente junto con panes salidos recién del horno.

— ¡Sí, por favor! — Dejó de ver la ventana para correr hasta la mujer, llamada Simone, una madre soltera que había criado con especial dedicación a su único hijo.

— Está lloviendo muy fuerte. — Murmuró la mujer al ver por la ventana. Caminó hasta la mesita, dejando dos vasos, uno con un estampado infantil y el otro de un color opaco, junto con una canasta de panes de frutas calientes, recién sacados del horno.

El niño, al estar ya sentado, brincó en el asiento mientras aplaudía mostrando su felicidad; y posteriormente tomó entre sus pequeñas manos uno de los tantos panes.

El momento de la cena familiar era cómodo para madre e hijo, aunque un sentimiento de nostalgia invadió el corazón de Simone, haciendo que sonriera pero como si también tuviera un mal presagio, cambio su expresión a uno preocupado.

El pequeño ni notaba lo que su madre sentía, en cambio, se enfocaba en comer gustoso mientras se ensuciaba las manos mientras que en su rostro quedaban migajas de pan.

— ¿Aún sigues teniendo esos sueños malos? — Habló la mujer luego de un buen rato de silencio.

El niño solo bajó su mirada y negó con la cabeza, sin querer ver a los ojos de la mayor.

Claramente mentía.

— Bien. — Dijo en un tono relajado pero poco después sonrió y alentó a su hijo a seguir comiendo.

Simone solo sonreía al mirar a su hijo mientras comía, lo apreciaba como una cariñosa madre, porque amaba a su hijo, a su Tom, lo adoraba, no podría vivir sin él.

— ¡Quiero galletas! — Gritó luego de terminar su cena.

La adulta negó rápidamente.

— Acabas de comer, cariño. — Levantó la canasta y tazas sucias para llevarlas a la cocina.

— Pero yo quiero... — Fingió un sollozo, jalando la camiseta de su madre.

La mujer se horrorizó y dejó los platos de lado para cargarlo.

— Está bien, vamos por galletas. — Sonrió dulcemente.

Era tan buena que era mala.

— ¡Y caramelos! — Celebró con una gran sonrisa en los labios.

Sabía que su madre no se negaría, jamás lo hacía.

— Solo uno...

Y así fue.

Aparte, Simone necesitaba con urgencia que su hijo durmiera porque debía preparar una celebración muy importante.

Sería pronto primero de septiembre, el día que su pequeño nació. Pero no solo era eso, si no que, como aquellos últimos cuatro años, se encerraría a llorar por la perdida de su último hijo, y luego, se pondría fuerte para sonreír en lo que quedaba del día, al lado de su Tom.

Dos días más...

Muy pronto sería primero...

Si tan solo no...

Tom, Are You Okey?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora