⌗𝟎𝟕.

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Hunter:






Luego de nuestra pelea, comencé a entrenar junto a ella. Me sentía inseguro, ya que luego de que me convertí en el Guardia Dorado mi disciplina de práctica cesó gracias al sinfín de deberes que cargaba. Esa pudo haber sido una de las razones por las que quedamos empetados. Sí, decidimos en que ninguno de los dos había ganado.

Ella aprendía sumamente rápido. Era autocrítica y se sobreesforzaba hasta corregir perfectamente el error que estaba cometiendo. No se lo tomaba a mal cuando la corregía, al contrario, lo convertía en una broma y lograba hacerme sonreír. No era tan malo...

Pero luego de tres días con esa rutina, ella decidió cambiarlo.

"-El Guardia Dorado puede ser tan amargado como quiera serlo, ¡pero no permitiré que eso pase con Hunter! Yo quiero verlo reír, y lograré ese objetivo en menos tiempo del que imaginas".


Y así lo había hecho. Pero supongo que quería algo más grande.

Me llevaba agarrado de la muñeca para que la siguiera de cerca entre la multitud, aún me incomodaba un poco el hecho de que me tocara, y por alguna razón, sus manos siempre estaban frías.

Estábamos en Huesosburgo, según ella, era el mejor lugar para pasar el rato. Dijo que quería enseñarme algunas cosas y también saber más de mí. ¿Qué podría contarle?, mi vida no era interesante.

-¿A dónde quieres ir primero? -preguntó, deteniéndose y dando saltitos un poco ansiosa.

Sonreí. Se me hizo tierna.

-Eh...¿a comer? -dije inseguro, mirando a nuestro alrededor.

-¡Oh, conozco un lugar! -respondió entusiasmada, volvió a tomar mi mano y corrió.

Yo la seguía, inseguro y muy confundido. Me había sacado del castillo sin avisar prometiendo que no me arrepentiría de ir con ella. La verdad, no sabía por qué tanta emoción con sólo mostrarme algo que por ende ya debía conocer, pero no quería arruinar su ilusión. Además, se me hacía extraño el hecho de que tomaba a mi título de Guardia Dorado como una persona diferente a mí. Para ella, no éramos el mismo, aunque sí lo fuéramos, y dijo que me lo iba a demostrar.

Lo presintió desde el principio.

Me llevó a un lugar de "bocadillos" y compró algunos. Juro que no había probado eso nunca en lo que llevaba de vida; y me encantaban. Mientras comíamos, nos sentamos en una de las mesitas cercanas.

-¡Oye, Hunter! -dijo de pronto, llamando mi atención-. Mira lo que puedo hacer.

Tomó aire, cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos, sus pupilas estaban más al centro de lo normal. Había puesto los ojos bizcos. No pude evitarlo y me reí, me reí a carcajadas al verla de esa forma. Era extraño y gracioso, pero en ella también se veía adorable.

Cuando volví a verla, ella me miraba con mucha satisfacción y...cariño. Me sentí extraño de repente, mi rostro empezó a arder y por intentar ocultarlo de ella dejé de reír.

-¡JA, ahí está! -gritó emocionada-. Eso quería ver.

-¿Qué cosa? -me hice el desentendido.

-¿Tú quieres intentarlo? -me preguntó-. Intenta poner los ojos así, ¡es fácil!

Hice un puchero, ¿de verdad me pedía eso?, pero me sonó a un reto, y no pude evitar aceptar. Mantuve mi mirada fija en ella unos segundos, respiré hondo y luego intenté mirar la punta de mi nariz. No debí haberlo hecho bien, ya que segundos después, escuché su risa.

Yin-Yang | The Owl House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora