Capítulo 1

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Alice

Hoy empiezan mis vacaciones, serán dos largos meses que no sabré que hacer en casa, quizá vaya con mi mejor amiga, ella sabe alegrar mis días. Me han encargado algunas tareas, pero ni siquiera sé si vaya a regresar el próximo año a estudiar. No alcanza el dinero, no alcanza para nada.

Mientras saco de mi mochila mi móvil para llamar a mi mejor amiga Rubí, observo el pequeño compartimento donde guardo mis pastillas, realmente las odio, tengo que estar tomándolas todo el bendito tiempo, solo porque a una estúpida persona se le ocurrió meterse con cientos de tipos antes de embarazarse de mí. Me ha contagiado una rara enfermedad que no tiene cura y que tengo que estar tratando diario con medicamentos.

Marco a Rubí y a los tres tonos ella responde.

— Hola Rubí — Le digo con un tono amable.

— ¿Qué tal Alice? ¿Cómo estuvo la escuela? — Ella está mas al pendiente de mí que la tipa esa a la que no me atrevo ni me da la gana llamar madre.

— Muy bien, te llamo para saber si estás en tu casa, quisiera visitarte un ratito. ¿Crees que puedas?

—Claro que sí, aquí te espero.

—Perfecto, ya voy para allá.

Ella es una chica tan dulce, no sé que sería de mi vida miserable sin ella. Aún recuerdo el día que nos conocimos, yo nunca he sido una persona sociable, así que se me dificulta mucho crear relaciones interpersonales. Ella es un año mayor que yo y desde en ese entonces ya era muy hermosa, su cabello rojizo y rizo destaca sus preciosos ojos color esmeralda, tiene unas cuantas pecas esparcidas suavemente por sus pómulos, sus labios son anchos y carnosos, me gusta comparar su mirada con la de un siervo. La quiero tanto que jamás permitiría que nadie nunca le hiciera daño, se ha convertido en mi hermana a pesar de que no compartamos lazos de sangre.

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Luego de pasar el resto del día con ella llego al lugar donde he pasado los peores momentos de mi vida.

— Hasta que te dignas a llegar — Me dice nada más entro, una señora de 37 años de edad. La apariencia de esa mujer es realmente deprimente, el ver sus ojos es como estar mirando a la perdición, la desesperanza y la soledad. Su vestimenta es horrible, huele muy mal, no se cuándo fue la última vez que se ha arreglado. Su cabello castaño está todo revuelto, sus ojeras son enormes y está muy delgada. A veces me comparo con ella y no sé si en algún momento llegamos a parecernos, porque es evidente que no queda nada de similitud entre nosotras. Mi cabello también es castaño, pero es muy lacio, el de ella se ve maltratado, como si en su juventud hubiese tenido rulos, yo no estoy ni gorda ni flaca, soy el punto medio, mis ojos son negros, tanto que apenas y se distingue la pupila, los de ella son castaño oscuro.

En su mano izquierda sostiene una botella casi vacía de vino corriente, en la otra un cigarrillo. Por culpa de sus malditos vicios papá nos abandonó, papá y todos a quienes considerabamos familia se han alejado por su culpa, y a mí ni me voltearon a ver, yo nunca decidí por mí misma.

— Alice ¿Te vas a quedar viéndome como una estúpida o vas a preparar algo de cenar? — Me clava la mirada, se nota que está molesta. — Porque te conviene más la segunda.

No digo absolutamente nada y me dirigo a la cocina a ver que puedo hacer para cenar.

Encuentro algo de pan y hago unos sádwichs, salgo de la cocina con ellos hacia lo que se puede llamar sala, y veo que ella ya se quedó dormida en uno de los viejos sillones color vino que se encuentran ahí. Así que dejo la comida en otro de los sillones y me voy a dormir a mi cuarto.

Solo quiero descansar un rato.

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Que triste es ver a nuestra querida Alice viviendo tan mal :(
Tal vez todo mejore en un abrir y cerrar de ojos... ¿o no?

El misterio del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora