Palabras

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La primera vez que Chiara y Ruslana conversaron fue bajo el frío de la noche y el calor de un cigarro. Fue tan fácil que no se sintió como la primera vez. Quizás no lo fuera.

~

Esta vez no había pasado tanto tiempo desde la última, tan solo un par de semanas. Pero en un par de semanas pueden suceder muchas cosas, pueden cambiar muchas cosas...

Martin se abrochaba la camisa en la puerta del baño mientras Chiara se terminaba de retocar los labios.

— ¿Lista para una salida marki?

— Me lo dices como si no hubieras quedado allí con Juanjo y me fueras a abandonar a la primera de cambio.

— No voy a hacer eso, ¿por quién me tomas? 

La inglesa arqueó una ceja incrédula. El vasco se encogió de hombros.

— Puedes decirle a Violeta que se venga.

— Estaba ocupada. Además, no quiero que me vea ya de fiesta, es demasiado pronto.

— Estáis saliendo. Si le gustas debería darle igual verte con unos cuantos cubatas encima.

— Sí, pero no llevamos ni una semana, Martin, dame tiempo para arruinar su percepción de mí.

— Y si tanto te vas a quejar de estar sola, ¿por qué has aceptado el plan en primer lugar? Te dije que podría ir solo, no pasa nada, de verdad.

La verdad es que Chiara no lo sabía. Una parte de ella todavía le pedía ponerse el pijama y quedarse en el sofá haciendo maratón de Grey's Anatomy. Cuando Martin le ofreció su plan de noche, que en realidad era para ligar con el maño con el que llevaba mensajeándose dos semanas, no era algo en lo que participar le llamase la atención. Sujetar velas no era especialmente apasionante, pero una voz en su cabeza le hizo pensárselo dos veces. "¿Y si viene ella?". Parecía que no era capaz de escapar de la influencia de la misteriosa pelirroja a la que había visto dos veces en el mundo real y otras cuantas en sus sueños.

Tampoco era como si le gustase ni nada parecido. Para eso ya tenía a Violeta, antigua crush y nueva novia, y nada le hacía más ilusión que haber podido empezar algo con la granadina por la que llevaba suspirando meses. Sin embargo, no podía evitar sentir curiosidad. Porque eso es todo lo que era. Simple, inocente e inescapable curiosidad.

Aún así no podía decirle nada a Martin.

— No creerás que me voy a perder ver tus tristísimos intentos de conquistar a tu futuro marido.

El chico soltó una carcajada, parecía satisfecho con la respuesta y eso la alivió.

— Cómo te gusta reírte de mí.

La inglesa sonrió.

— Bueno, ¿estás lista? Se nos va a hacer tarde al final y nos comeremos la fila hasta las tres.

Chiara volvió a revisar su maquillaje y su outfit de la noche. Quería estar absolutamente perfecta.

— Estoy lista, vámonos. 

~

Ruslana y Juanjo esperaban en la calle cerveza en mano en la puerta de la discoteca. El frío de la noche comenzaba a hacerse notar y más aún con la lata recién sacada del frigorífico de un bazar congelándoles los dedos. Por suerte dentro de poco entrarían en calor. Si no se morían antes de una hipotermia esperando la fila. Ruslana se apoyaba en la pared acabándose un cigarro mientras Juanjo caminaba con nerviosismo de lado a lado.

La Primera VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora