Capítulo 5

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Me desperté en la madrugada con la garganta tan seca que cada intento de tragar se convertía en una punzada de dolor. Con cuidado, me incorporé, siendo consciente de los cuerpos cálidos a mi alrededor. Drake y Jackson dormían profundamente, sus respiraciones eran suaves, en contraste con la intensidad de sus presencias incluso en reposo. Lentamente, deslicé la mano de Drake de mi cintura, sintiendo el calor y el peso de sus dedos, y retiré mi pierna derecha de debajo de la de Jackson, cuyo muslo descansaba pesadamente sobre el mío. En mi mente, comenzaba a formarse una teoría: tal vez no podían dormir sin tocarme. Cada vez que despertaba brevemente para acomodarme, de alguna forma, ambos siempre encontraban la manera de tener contacto conmigo.

La habitación estaba oscura, pero una suave luz plateada se filtraba a través de la ventana, revelando la silueta de una mesa en la esquina. Sobre ella, una botella de agua parecía brillar bajo el tenue resplandor de la luna. Me deslicé hacia ella, asegurándome de no hacer ruido, y tomé la botella. El agua fría bajó por mi garganta como un bálsamo, calmando el ardor.

—¿Todo bien, preciosa? —La voz profunda de Drake resonó en el silencio, sobresaltándome. Me giré rápidamente, apretando la botella con demasiada fuerza y derramando agua sobre mi camisa blanca. El líquido frío se pegó a mi piel, enviando un escalofrío por mi espalda.

Drake se rió, una risa suave que iluminó la oscuridad. Mis ojos, ya acostumbrados a la penumbra, se encontraron con su sonrisa. Me quedé momentáneamente perdida en ella. Nunca antes había notado cuán atractivo era, cuán intensa era la chispa en sus ojos cuando sonreía.

—Lo siento, no era mi intención asustarte —dijo mientras se incorporaba.

—E-está bien —balbuceé, todavía nerviosa. No quería haberlos despertado, especialmente a Jackson, que ahora también se estaba moviendo, abriendo lentamente los ojos.

Coloqué la botella de vuelta en la mesa, tratando de ganar tiempo para calmar mi respiración. Agarré unas servilletas para secarme, pero la tela absorbente era inútil contra el charco en mi pecho.

—Usa esto. —Jackson, con una voz suave pero firme, se quitó la camisa y me la tendió.

Mi mente se quedó en blanco por un segundo. Tomé la camisa de sus manos, mis dedos rozando brevemente su piel cálida. Mi mirada se posó involuntariamente en los tatuajes que adornaban su pecho y sus brazos, sombras intrincadas que parecían moverse bajo la luz de la luna.

—Gracias —murmuré, mi voz apenas un susurro. Aun de espaldas a ellos, sentía sus ojos en mí, atentos y llenos de una intensidad que no supe cómo manejar.

—Aquí tienes. —Drake se levantó y sacó una toalla blanca de un armario cercano, extendiéndola hacia mí.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó, una sonrisa traviesa en sus labios.

El rubor subió rápidamente a mis mejillas. Negué con la cabeza, tratando de parecer despreocupada, pero mis manos temblaban ligeramente mientras secaba el agua de mi piel. Drake rió de nuevo y revolvió mi cabello con una mano suave.

—Tranquila, no mordemos —dijo, regresando a la cama.

Respiré profundamente, tratando de calmar el martilleo de mi corazón. Me quité la camisa mojada y comencé a secarme con la toalla, consciente de cada movimiento. La brisa que entraba por la ventana abierta hacía ondear mi cabello alrededor de mis hombros. El aroma de ellos llenó el cuarto, un olor cálido y embriagador que hacía que mi mente girara.

Volví a la cama, intentando no pensar demasiado en cómo ambos alfas me observaban. Me acomodé en el centro, y casi de inmediato, Jackson se movió para colocarse detrás de mí, una mano firme pero delicada en mi cintura, acercándome con un gesto protector. Drake, por otro lado, estaba frente a mí, su brazo se deslizó debajo de mi cabeza, sirviendo de almohada. Sentí su otra mano acariciar mi rostro, suave y tranquilizadora, enviando pequeñas oleadas de hormigueo donde su piel tocaba la mía.

Intenté calmarme, pero cada caricia, cada toque hacía que mi mente se llenara de pensamientos de ellos, de la posibilidad de lo que significaba tener a dos mates. Mi respiración se aceleró cuando la mano de Drake se deslizó por mi cuello, provocando un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo.

—El elfo mencionó que para tu recuperación era necesario fortalecer el vínculo —dijo Jackson, su voz baja junto a mi oído.

—¿Cómo? —pregunté, mi voz apenas un susurro entrecortado.

—Es para que recuperes a tu loba. ¿No te lo informaron? —preguntó Drake, sus ojos oscuros fijos en los míos.

Recordaba vagamente que Eirian había mencionado algo sobre eso, pero no había comprendido completamente el significado. No estaba segura de estar lista para esto. Había pasado por tanto, huir de una manada que me había traicionado, ser maldecida y controlada. Y ahora, encontrarme de nuevo atrapada en un vínculo que apenas comenzaba a entender.

—¿Tienes miedo? —preguntó Drake, con un tono suave pero cargado de preocupación.

No me di cuenta de que estaba temblando hasta que sus palabras me lo señalaron. Un torrente de recuerdos dolorosos fluyó por mi mente, trayendo consigo una ola de miedo y tristeza.

—N-no, no es nada —respondí, intentando sonreír, aunque la expresión me saliera torcida. Eran solo malos recuerdos.

Ambos alfas se miraron, como si se comunicaran silenciosamente a través de un vínculo que yo no compartía aún. Sentí una oleada de calidez y fuerza cuando Drake habló de nuevo.

—Debes haber pasado por mucho, pero te prometemos que nunca dejaremos que nadie te haga daño. Ahora eres nuestra mate y Luna, y todos te deberán respeto y lealtad. Ya no estás sola, pequeña —dijo Drake, con una firmeza que me hizo sentir segura, como si sus palabras fueran una promesa grabada en piedra.

Las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro. Sus palabras resonaron profundamente en mí, despertando un anhelo que había llevado oculto durante tanto tiempo. No quería ser un juguete roto, no quería ser un lobo sin manada, sin hogar. Quería pertenecer, quería ser amada y protegida.

Drake limpió mis lágrimas con ternura y se inclinó para depositar un beso en mi frente. Un gesto tan simple, pero tan lleno de significado, que mi corazón se llenó de calidez.

—Gracias, de verdad... gracias —susurré, cerrando los ojos mientras más lágrimas caían.

Me permití relajarme, dejando que todo el agotamiento se apoderara de mí de nuevo. Me acurruqué entre ellos, sintiendo su calidez envolvente y el suave latido de sus corazones contra mi piel. Sabía que aún había mucho por sanar, muchas preguntas que responder, pero por ahora, en ese momento, me sentía a salvo. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, acurrucada en los brazos de mis dos alfas, envuelta en sus aromas que calmaban mi mente y sanaban mi alma.

Continuará...

Una luna para los alfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora