Capitulo 7

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Ada sale del cuarto con la cabeza baja ante la intensa mirada de Drake. El aire se siente denso; la presencia de un alfa nunca es fácil de ignorar para alguien que ya tiene a su loba. Yo, por mi parte, trato de mantenerme indiferente. Me peino el cabello, esforzándome por ignorar la tensión en el ambiente. A pesar de mis esfuerzos, no puedo evitar sentir una mezcla de nerviosismo y una pequeña chispa de emoción al verlo. No lo había visto en todo el día y ya eran las 8:00 de la noche.

—¿No tienes nada que decir? —pregunta Drake, acercándose a mí con paso firme.

Levanto la mirada y lo observo a través del espejo, manteniendo una expresión neutral.

—¿Qué tendría que decirle a alguien que apenas conozco? —respondí con frialdad. Sabía que mis palabras lo herirían, pero necesitaba que entendiera mi posición.

Drake se detiene abruptamente detrás de mí. Su reflejo en el espejo muestra una mezcla de sorpresa y molestia.

—¿Y porque no nos conoces te sientes en la libertad de coquetear con otros hombres, sabiendo que somos tus mates?

Su declaración me hace reír sarcásticamente, aunque una parte de mí siente una extraña sensación al escucharlo afirmar que ellos son mis mates.

—Ni siquiera intentan conocer la verdad. Yo no estaba coqueteando con nadie... simplemente fue un accidente.

—¿Un accidente? —replica con un tono cargado de incredulidad—. ¿Cómo es un accidente que sigas a un hombre desconocido y luego aparezcas mojada junto a él?

Desde su perspectiva, entiendo cómo se ve la situación, pero no puedo evitar sentirme frustrada.

—Sí, lo seguí, pero no vi el problema. Estaba siendo amable y solo iba a mostrarme algo que creo que es emblemático de la manada —explico, refiriéndome a las flores.

Drake frunce el ceño y su expresión se endurece, mostrando una ira contenida. Sus ojos se oscurecen con una intensidad que me hace sentir pequeña.

—¿Entonces sigues a cualquiera que es amable contigo? —responde con un tono severo—. ¿Y qué carajos te iba a mostrar?

—Las flores azules, las que representan a las lobas de la manada —respondo.

Como si hubiera dicho la mayor ofensa imaginable, el semblante de Drake se vuelve furioso. Las venas de su cuello se tensan visiblemente mientras su control parece tambalear. Se aleja bruscamente y lanza un golpe con fuerza a la pared, creando una grieta. Me encojo en mi lugar, asustada por su reacción.

Respira profundamente y, después de unos segundos, se calma un poco. Su mirada vuelve a ser más comprensiva, pero todavía es severa.

—Cuando un lobo de esta manada, en específico, hace referencia a las centellas, esas flores azules, es porque tiene intenciones claras. Lo siguiente que hará es dejar su aroma impregnado en la loba, como un acto de marcar territorio.

—¿Qué? —pregunto, sorprendida—. Pero...

—Jackson me dijo que ya tenías su aroma —me interrumpe—. Y cuando eso pasa, es muy difícil quitar ese aroma de una loba, especialmente si no está marcada.

—¿C-cómo...?

No entiendo nada de lo que está pasando. ¿Cómo es posible siquiera que esto suceda? Mis pensamientos son interrumpidos cuando veo a Drake acercarse de nuevo, esta vez con una mirada y aura completamente diferente.

—Y para tu mala suerte, aún tienes rastros del aroma de ese maldito perro —susurra en mi oído.

Mi respiración se acelera al sentir su aliento en mi cuello. Drake comienza a depositar besos suaves y húmedos en mi piel, enviando una corriente de sensaciones que me erizan.

Una luna para los alfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora