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Me doy cuenta que el reloj marca 17:43 y me empiezo a preparar. Me pongo una camiseta Nike blanca y unos pantalones cortos grises. Aún no hace tanta calor como para ir en manga corta por la calle así que me pongo una sudadera por encima.

Me subo al coche, el reloj marca 17:53, llegaré un poco tarde, pero ya se lo dije.

Cuando llego a su casa, aparco y voy hacia su puerta, picando numeradas veces, como el último día que fui.

— Lo de que llegues puntual a ti no te ha quedado muy claro. — Me dice con el ceño fruncido.

— Que son y 7, no es para tanto. Podría haber sido peor. — Le digo removiéndole el pelo. — Anda, prepara el Fifa.

— No me apetece jugar al Fifa Pedro, vamos a ver una peli, porfa porfa porfa. — Me pone la misma carita que pone un niño pequeño cuando intenta persuadir a sus padres de que le compren un huevo kinder.

— Si tienes palomitas, vale. — Asiente con la cabeza y va corriendo a la cocina. — ¿Y que vamos a ver? — Le pregunto.

— Pues una de terror, son mis favoritas.

— ¿De terror?, ¿Tus favoritas? Yo pensaba que te ponías a llorar cuando te asustaban. — Me mira mal y gira los ojos, soltando una carcajada.

Cuando acaban de prepararse las palomitas nos vamos al sofá. — Voy a apagar todas las luces y cerrar las persianas. Así es más divertido. — Me dice.

Nos sentamos en el sofá y coge una manta súper grande. — Ten, tápate. Es muy larga, así que no tendremos que discutir por ella.

La película empieza normal, como cualquier película de terror, algún sustillo y suspense. Yo y Gavi estamos uno al lado del otro, no acurrucados, pero juntos.

En un instante aparece el primer susto fuerte. — ¡Coño, que puto susto! — Dice casi saltando  Gavi del sofá, del susto pone su cara en mi hombro y se tapa la cara.

Me estallo a reír. — Que no ha sido para tanto enano.  Que exagerado. — Le vuelvo a tocar el pelo mientras se ríe avergonzado.

No se mueve de mi hombro, parece que se quedará ahí hasta el próximo susto. Es más, se re coloca y se acerca más a mi, poniendo su cabeza en mi hombro y su mano rozando mi muslo.

Estoy un poco tenso, no puedo pensar mucho en que lo tengo cerca por qué luego pasa lo que pasa. Se da cuenta de mi tensión y sube su mano, dejándola apoyada en mi muslo. Doy un ligero suspiro y se me pasa la tensión. Me vuelve la calentor del abdomen y mientras él mira la peli me pongo bien el pantalón.

Aparece el segundo susto, esta vez no chilla, hace algo peor: Apretarme el muslo.

— Pablo para. — Le digo, sabiendo que no aguantaré mucho más sin empalmarme.

— ¿Eh?

— Que me estás apretando el muslo, y que... Bueno, coño. Que me estoy calentando.

— ¿Te calienta esto? — Me contesta haciendo otra vez la misma acción, solo que ahora también me frota el muslo.

Noto como mi polla se endurece, no aguanto mucho más. — Voy al baño.

— No te corras en mi puto lavabo guarro. — Me dice con una sonrisa traviesa.

— Voy a refrescarme gilipollas.

— Tus pantalones te delatan. Quiero que tu parte íntima pide otra cosa.

— Pablo, o cierras la putisima boca o me voy a mi casa. Ya está.

¿Por qué me odias? | GadriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora