Capítulo 1: Sombras del Pasado

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La oscuridad me absorbe de nuevo, trasladándome a mi infierno personal. Me cuesta respirar y moverme. Mi cuerpo se congela debido a la sensación del viento frío contra mi piel.

-No te muevas, prométemelo, Meg. Pase lo que pase, o lo que escuches, no corras tras de mí, no me sigas. -Su voz angustiada me quiebra el corazón. El calor de sus labios en mi frente es tan dulce como agonizante.

-No me dejes, tengo miedo -le suplico.

Él se aleja bajo la lluvia, en un intento desesperado por ver a mi hermano me tumbo en el suelo y me arrastro bajo las llantas del auto, por las piedras y el lodo que se pega a mi piel, como si intentara arrastrarme aún más bajo tierra. Mis manos se entumecen por la temperatura baja, y, aun así, me fuerzo a permanecer inmóvil. El hedor a gasolina quemada y lluvia deja un sabor metálico en mi boca, lo que me hace contener la respiración.

A lo lejos, escucho los pasos de los hombres, que resuenan como martillazos en mi cabeza, y aunque quiero gritar, mis labios se quedan sellados por el miedo, en medio de la calle oscura veo tres hombres armados. Cierro los ojos y me obligo a contener el grito de terror. Estoy aterrada, y mi cuerpo tiembla incontrolablemente.  Pasan unos segundos hasta que el sonido de un disparo me hace despertar abruptamente.

El reloj junto a mi cama marca las once. Cada vez que cierro los ojos, revivo aquel infierno: la imagen de James alejándose se graba en mi memoria, sus pasos pesados, como si caminara hacia su propia tumba. El sonido del disparo resuena en mis oídos como un eco eterno, una sentencia que nunca me dejara despertar de esta pesadilla. A veces, me pregunto si el dolor disminuirá algún día, o si estoy condenada a vivir atrapada en este ciclo interminable. Limpio las lágrimas que inmundan mi rostro y veo por la ventana las luces de la calle que alumbran tenuemente mi habitación.

Doy vueltas en la cama, tratando de acomodarme de alguna manera para evitar sentir el dolor de mis músculos magullados por el entrenamiento; Me duele todo, tanto físico como emocionalmente.

En un intento desesperado por conciliar el sueño, me quedo inmóvil con los ojos cerrados escuchando la lluvia. Me concentro en el sonido del agua salpicando en mi ventana, tratando de calmar mi mente junto con los recuerdos, hasta que un grito y los sonidos de videojuegos en la otra habitación me hacen levantarme.

Estoy harta.

-Deberías estar dormida ya, Chloe. No me dejes dormir, niña tonta.

Le lanzo una almohada a la adolescente con un pijama de peluche rosa que me mata con la mirada.

-¡Apaga eso ahora mismo! -le ordeno, ganándome una mirada juzgadora-. Mañana tienes escuela.

-Lo sé, es solo que no podía dormir -por un momento su mirada se queda perdida en la nada-. No podía dejar de pensar en ellos... ¿Los extrañas?

El corazón se me contrae y el nudo en mi garganta no me deja articular fácilmente alguna palabra.

Suelto un largo suspiro que comprimia mis pulmones -A cada segundo. -mi voz es casi un hilo.

Me enderezo impidiendo que vea alguna emoción en mí, me prometí a mí misma ser fuerte por ellas y eso haré.

-Ve a la cama, debes descansar.

Obediente, se acuesta en su cama y le levanto el dedo del medio que ella igual imita.

Voy a la cocina y tomo un yogurt, lo primero que encuentro en la nevera. Me siento en el sofá matando el tiempo tratando de llamar al sueño. Cierro los ojos y el sonido de mi teléfono me hace sobresaltar.

Son las siete de la mañana, voy tarde como de costumbre "¡Mierda, me quede dormida!". Corro a mi habitación, tomo una ducha rápida y me cepillo los dientes mientras aplico un poco de rímel.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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ATRACCIÓN MORTAL: La reina del engañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora