Jake siempre ha tenido una personalidad tierna, amigable, cariñosa y tiende a llevarse bien con los que lo rodean.
Heeseung es muy distraído, tímido y algo torpe. Decide declarar su amor por Jake por medio de cartas.
Heeseung caminaba por los pasillos de la escuela con la mirada baja, evitando el contacto visual con todos a su alrededor, recién había dejado la carta en el pupitre de Jake, procurando no levantar sospechas de que el había sido.
Tan sumido en sus pensamientos no se percató del camino haciéndolo chocar con alguien y tropezó, cayendo al suelo.
— ¡Lo siento! .. ¿Estás bien?.. — Jake preocupado por aquel chico se inclinó hacia el tendiendo su mano para ayudarlo a levantarse
Heeseung nervioso y tímidamente tomo su mano para levantarse del suelo.
— S-sí, lo siento, no vi por dónde iba. — murmuró avergonzado el pelinegro acomodando su ropa.
— No te preocupes, yo también estaba distraído — respondió Jake con una sonrisa mientras acomodaba su mochila en sus hombros. — Debo irme, mi clase está por empezar.. nos vemos..
Agitó su mano como despedida y con una sonrisa de alejo del pelinegro.
Mientras tanto Heeseung sintió cómo se le aceleraba el corazón. La vergüenza lo invade mientras sus mejillas se tiñen de un rojo intenso y siente que el mundo se detiene por un momento, sus pensamientos se entremezclan entre la emoción y el miedo a hacer el ridículo frente a la persona que le roba el aliento.
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"Aunque a veces me cueste encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que siento, quiero que sepas que cada momento a tu lado es un regalo para mí. Me alegra poder verte cada día aunque sea desde la distancia.
Espero que esta carta te haga sonreír y que sepas lo especial que eres para mí. Gracias por ser quien eres y por estar presente en mi corazón, aunque a veces me cueste demostrarlo. Siempre estaré aquí, admirándote en silencio y deseando lo mejor para ti."
L.H.S
Con una sonrisa Jake termino de leer aquella carta y guardandola en su mochila, tomo asiento aún lado de Sunoo quien solo miraba tiernamente el lindo sonrojo que tenía el castaño.
Le ayudaría a su amigo a descubrir quién era el dueño de aquellas bellas palabras y lindos sentimientos.
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