⌗𝟏𝟑.

47 5 0
                                    

Odette:





La imagen siempre cambiaba...

Estaba en el palacio, preparándome para trabajar cuando llegó una notificación en mi Penstagram. Al abrirlo, era un mensaje de alguien con el mismo nombre que mi hermana. No le di importancia en ese momento, sin embargo, me sentí extraña.

⎯⎯⎯  ...⎯⎯⎯

¡¿Quién demonios eres?! —grité con furia, apuntando con mi bastón—. ¡Quítate ese ridículo disfraz!

Me encontraba discutiendo con alguien, miré a mi alrededor y se parecía mucho al centro de Huesosburgo. Dentro de mí sentía un miedo intenso, junto con una gran ira que me consumía.

La criatura bajó lentamente su capucha, mis manos temblaban al imaginarme su rostro a penas podía mantener aquella postura; y para cuando la tela estuvo totalmente abajo, un rostro terrorífico apareció de él.

⎯⎯⎯  ...⎯⎯⎯

—¿Sabes?, siempre quise venir a buscarte —dijo la chica de cabello ceniza junto a mí.

De nuevo me encontraba en un lugar diferente. Traté de mirar bien los rasgos de la chica, parecía ya alguien mayor. Cuando su rostro se volvió hacia mí y sus ojos color oscuros chocaron con los míos, no me tomó mucho tiempo reconocerla. Se trataba de mi hermana, Colette, a la que di por muerta durante diez años.

Sentí mis ojos nublarse debido a las lágrimas y, cuando quise lanzarme sobre ella para abrazarla, una fuerza contraria me retenía. Grité su nombre con todas mis fuerzas, con la intensión de jamás olvidarlo o guardar ese momento para siempre. No sabía por qué razón, pero tenía el presentimiento de que eso era cierto. Que ella estaba realmente ahí y que no podía ser un sueño.

⎯⎯⎯  ...⎯⎯⎯

—Nos hubiese gustado mucho volver a verte, pequeña —dijo una señora alta y de cabellos grises; mi madre.

Estaba aterrada y confundida. Ellos estaban ahí e interactuaban conmigo. Quería llorar a gritos y reclamarles.

—¿Por qué me dejaron aquí? —murmuré con odio.

—Era peligroso, no podíamos permitir que algo le pasara a nuestra pequeña bruja rebelde —contestó papá.

Me lancé a abrazarlos, sin embargo, cuando se suponía debía entrar en contacto ellos, los atravesé. Confundida y entrando en pánico lo volví a intentar, pero de nuevo los atravesaba. Lo mismo con Colette y las otras cosas a mi alrededor. Todo se desvanecía lentamente, el suelo se quebraba y debajo de éste estaba el Mar Hirviente, mucho más caliente de lo que podía recordarlo.

El sólo vapor me quemó los brazos.

Miré los tres rostros frente a mí, que ya no eran inocentes. No se movían, ni reaccionaban, por más que gritara por ayuda, nada sucedía.

Antes de caer a aquél lugar que me esperaba, intenté tomar la mano de Colette de nuevo. Fracaso.

Todo se había convertido en eso: fracaso.

Yin-Yang | The Owl House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora