El tigre de la Mafia.

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Una gran controversia se formaba al preguntarse lo siguiente: ¿Es legal el sentir mariposas en su estómago? Claro que sí, es un sentimiento que es formado por alguien al pasar el tiempo, o a simple vista. Sin embargo, ¿enamorarse de tu "enemigo", o sentir siquiera un picor en el corazón? Sin duda alguna hubieran llevado a prisión a cualquiera que se le ocurriera esa loca idea. Un verdadero idiota lo admitiría enfrente de todos.

El famoso 14 de febrero, sin duda una fecha que sacude las intenciones no tanto sanas de los adolescentes jóvenes. Pero no estamos hablando de eso. Hace poco se hizo tendencia el regalar flores amarillas a tus seres queridos, y debo admitir que a personas como Akutagawa le interezan más un cubo de azúcar que eso. Cada vez que veo a una pareja romántica regalarse ramos; en un lugar muy, pero muy pequeño, más diminuto que el átomo, dentro mi corazón, desearía ser esa persona.

Pero todos sabemos que no existe un cuerpo más diminuto que el átomo.

Un día normal en la Agencia de detectives armados, por la mañana, mejor dicho la madrugada. Un azabache con tono de piel pálido salió para tomar aire fresco gracias a la temperatura que hacía, y las nubes. De vez en cuando daba un vistazo a sus alrededores, y en efecto pocos automóviles circulaban las calles a esa hora. Como ya era rutina, regresó al edificio y se dispuso a realizar todos sus trabajos pendientes para ese día, aun que no le guste, es para una buena causa. Incómodo, deslizó las hojas una por una firmando casos o simplemente ignorándolos. Al lado suyo, una pila repleta de hojas parecía que jamás terminaría.

Las horas pasaban y cada miembro entraba por la puerta principal. De vez en cuando, Akutagawa saludaba a sus compañeros, y viceversa; algunos sorprendidos por verlo sentado en su escritorio muy temprano, inusual. De la frente de Ryunosuke salían pequeñas gotas de sudor cuando cierto detective cruzó la puerta. Era obvio que en cualquier momento, por mera curiosidad, Ranpo sabría por si solo la razón de por qué Akutagawa se veía tan dispuesto en hacer el trabajo, bien sabiendo que este le disgustaba por completo.

Edogawa lo miró, sonrió, y como siempre se quedó en su silla giratoria.

Lo único que podía hacer es quedarse callado y complacerlo con bolsas llenas de chucherías de todo tipo, todo por no ser descubierto. Aun que no fuera tan grave, mejor conservar su buena reputación.

Terminó con la montaña de papeles a su costado, mas no su jornada laboral, por lo que con el permiso de Kunikida salió de allí para bajar al primer piso y tomar un café. O eso es lo que les hizo creer, pues su verdadero destino era el callejón de al lado, donde esperaría a alguien.

Así lo pensó y así lo hizo, esperó un buen rato apoyando su espalda en la fría pared de cemento, a la vez que miraba arriba y a la derecha. Hasta que por fin sintió una presencia abrumadora, pero conocida, que lo miraba fijamente desde un punto que este no lograba ver. Ryunosuke cerró sus ojos, para cuando estos se abrieran, su invitado ya debería estar frente suyo.

Y así pasó.

—Ryu... cuanto tiempo sin ver tu rostro...—Se escuchó un poco cansado.

—No pasó mucho tiempo, solo fue un mes.

—Estar separado de tí es como estar separado de mis extremidades durante 1 año...—Acarició el cabello del azabache con dulzura.—¿Captas la indirecta?

—¿Tu vida depende de mí? Exageras mucho, Atsushi.

En albino sonrío, sosteniendo entre sus manos la cintura de Akutagawa y su mentón encima de un pequeño espacio en el cuello contrario. Ryunosuke solo de dejó llevar por el momento, y su amante.

Eres hermoso e irresistible, también inteligente, ¿sabes? No puedo negarlo.

—Eso ya lo sé, tigre. ¿A que viniste?

—¿No puedo visitar a mi pareja? Ten compasión conmigo, regresé de Tokio lo más rápido que pude.—El rostro de Nakajima de alejó del cuello ajeno. Sonrió.—Y... te traje un regalo.

—Que yo sepa, no es mi cumpleaños.

—Es un regalo aparte.

Atsushi se apartó completamente del azabache, buscando adentro de su abrigo el misterioso regalo prometido. Akutagawa alzaba la mirada por curiosidad.

—Lo encontré.—Ryunosuke vio como del abrigo negro del albino, este sacaba una caja y un... ¿ramo?—No pude evitar no pensar en tí durante el viaje.

Akutagawa recibía los regalos con un pequeño empujón en su corazón. Notó que en la caja había algo adentro que se movía, se agitaba, emocionado por salir de esa prisión. Abrió la tapa y un pequeño gato negro con manchas blancas saltó hacia su pecho. No se asustó, y tampoco apartó lejos al gato, aun que le fastidiase el tacto de los animales, este era especial.

—Es... muy bonito...—Con una mano temerosa, acarició el pelaje del felino que yacía en sus brazos.—¿Cómo sabes que me gustan los gatos? Pudiste haberme regalado un perro.

—¿Te gustan los gatos? Eso... no lo sabía.

—Idiota, si no fuera así te hubiera rechazado hace tiempo.

—Soy un tigre, Ryu.

—Tigre o gato, al final eres un felino.

—¿Y aún así me quieres?

—Aún así te quiero.

Ambos se miraron fijamente. Akutagawa dejó a un lado el pequeño gatito, mientras sentía el agarre de su pareja rodearlo por todo el torso. Atsushi sintió los brazos contrarios rodear su cuello, y a la vez empujando su cabeza hasta que las dos frentes chocaron.

—Porsierto, ¿Dónde conseguiste a ese gato?

—Lo encontré moribundo por las calles de Tokio, en una noche de lluvia mientras vigilaba el territorio de la mafia.—Con el pulgar derecho, delineó las comisuras de los labios del azabache.—Pero no es importante por ahora...

—Te extrañé tanto...

El gatito con ojos verdes y manchas blancas en su pelaje negro miraba a la pareja besarse con pasión. Cada segundo que pasaba, el minino maullaba hacia una dirección anónima, sin embargo los presentes hacían caso omiso a los sonidos del animal, segados por el momento lujurioso.

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Quize probar algo innovador, como un fanfic bsd beast.

Espero les guste los siguientes capítulos, que serán varios pero cortos.








《Figure》[Shinsoukoku] BEASTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora