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—¡Pero mirá que sorpresa! —exclamó Gonzalo levantándose — ¿ya se terminó tu joda en la piscina esa con las minitas que ahora lo venís a buscar a Chino?

Nicolás se puso pálido, miró a Lucas asustado y después a Gonzalo enojado. Era impresionante cómo podía mostrar tantas emociones en tan pocos segundos. La mirada cargada de terror que le dirigió su novio solo pudo hacerle confirmar todo, Gonzalo decía la verdad.

Pero eso no importaba, no importaba si se iba de fiesta, cualquiera lo haría, seguramente le salió el plan a última hora y se olvidó de avisarle, Nicolás solo se besaba con chicas para aparentar, Nicolás lo amaba a él.

—No sé de qué joda estás hablando pelotudo, ¡andate de mí casa! —Nicolás se veía muy enojado, casi que explotaba.

—Para recordarte nomás, es el departamento de mí chinito, solo me voy a ir si el lindo este me lo pide.

Gonzalo vivía arriesgando todo por él, su forma de coquetear lo hacía sentir diferente a como se sentía con Nicolás, todo era distinto. Lucas para estar con Nico se esforzó y Nico nunca le dió nada a cambio pero Gonzalo le daría sus pulmones para que respire y su corazón para que viva.

Gonzalo era el correcto pero Nicolás se había robado su corazón.

—Dale Lucas, decile. —insistió Nicolás.

—Sí amor, decime que me quede a dormir esta noche, que te haga el amor como antes y te bese como más temprano lo estábamos haciendo.

No, no, no. Nicolás estaba rojo de enojo, Lucas sabía lo que venía.

Lucas ni notó el momento en que Nicolás se arrojó sobre Gonzalo, fue muy rápido todo, quedo pasmado no sabía cómo reaccionar. Recién lo hizo cuando Gonzalo inmovilizó a su novio y le repetía:

—Lucas no merece una mierda como vos.

Lucas tomó a Gonzalo de los hombros, su novio tenía contactos, odiaría que algo malo le pase a su amigo, después de todo, Gonzalo era su luz entre tanta oscuridad.

—Gonza andate por favor. —le rogó.

Gonzalo estaba triste, aunque se lo esperaba, tenía un poquito de fé en qué Lucas se de cuenta, habían pasado una tarde hermosa, claramente sus sentimientos crecieron y sus pensamientos le jugaron en contra un ratito.

Gonzalo suspiró y soltó al imbecil, se acercó a Chino y depósito un suave beso en su mejilla.

—Siempre voy a estar para vos Lucas, cualquier cosa que necesites llámame. —pidió Gonzalo— dejaría cualquier cosa que estuviera haciendo y vendría corriendo.

Sin más, se retiró. Nicolás seguía en el piso, Lucas lo miró y vió cómo un hilo de sangre brotaba de su boca, era un estúpido, él nunca le ganaría a Gonzalo pero lo sigue intentando. Se acercó a él y se arrodilló a su lado.

—¿Estás bien? Voy a traerte agua y algo para curarte. —intentó levantarse pero su novio lo tomó del brazo.

—¿Cogiste con ese hijo de puta no?

—No amor, sabes que yo nun...

No pudo terminar la oración, Nicolás lo había abofeteado.

—¡No me mientas! —gritó el menor— Decime la verdad porque va a ser peor Lucas.

—Ya te dije que no es así.

Recibió otro golpe, está vez fue un puñetazo, seguido de otro, y otro, y muchísimos más, por todas partes del cuerpo hasta que por fin Nicolás se detuvo, el rostro de Lucas sangraba pero a Nicolás nunca le importó, nunca le importó cuánto sangrara, cuán lastimado esté, nunca se detenía.

—No quiero que lo veas más, ¿escuchaste? —Lucas ni siquiera podía asentir con la cabeza— Esto es poco a comparación de todo lo que te voy a hacer si te llego a ver o enterarme de que estás con él.

Eso fue todo lo que Lucas escuchó para luego quedar inconciente, Lucas podía defenderse, claro que sí, cuando eran más jóvenes Gonzalo le enseñó, pero Lucas amaba a Nicolás, jamás le pondría una mano encima. Nicolás era difícil, él no controlaba sus impulsos pero sabía que el menor lo amaba y eso le hacía tan feliz.

Despertó cuando sintió un ardor en su parte baja, poco a poco su vista se aclaró y pudo ver a una persona entre sus piernas, la habitación estaba a oscuras, pero por los ventanales de vidrio entraba la suficiente luz como para ver qué esa persona no era Nicolás, intentó moverse pero sus manos estaban atadas a los lados de su cabeza, intentó decir algo pero su boca estaba amordazada, no tenía fuerzas en sus piernas por el ardor que sentía en su parte baja.

Recorrió la habitación con sus ojos y en una esquina pudo ver a Nicolás que tenía un vaso con seguramente una bebida alcohólica en sus manos, tenía su miembro fuera del pantalón y se estaba tirando una paja. De repente sintió como aquel hombre que estaba entre sus piernas se retiró y cuando volvió la vista, vió cómo otro se acordaba y comenzaba el sufrimiento otra vez.

Lucas no entendía, ¿Por qué esos hombres estaban ahí? ¿Por qué Nicolás no hacía nada? ¿Por qué dejaba que se aprovechen de su cuerpo así? ¿Por qué Nicolás parecía disfrutar viendo esto? ¿Por qué permitían que lo lastimen de esa forma?

Sintió como Nicolás se acercaba a él y pensó que al fin acabaría con esto pero no, solo se acercó a hablarle.

—Ya que te gusta andar entregándole el culo a cualquiera, te traje estos morochos para que te diviertas. 
































yo escribo y yo lloré escribiendo eso

Saber aprovechar //martiel//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora