Prólogo

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La mejor en todo, esa era Allen Poe, desde calificaciones y deporte, hasta algo básico como su físico, era esbelta y alta con notorias curvas, un estilo "llamativo" que gritaba que ella estaba allí

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La mejor en todo, esa era Allen Poe, desde calificaciones y deporte, hasta algo básico como su físico, era esbelta y alta con notorias curvas, un estilo "llamativo" que gritaba que ella estaba allí. ¿Hobbies? Destacaba en todo, si se trataba de escritura y poesía ella era la mejor en eso, dibujar o pintar era tan fácil como levantar un lápiz. Las personas se veían menos temibles y amenazantes cuando las escuchabas desde la cima.

Fue cuestión de levantar la mirada, de forma metafórica y literal, para ver que, todo el tiempo fue aprendiz en todo y profesional en nada. Frente a ella se apareció una chica que, no destacaba por su físico, tampoco por su personalidad—no de la buena forma—, incluso se catalogaba vulgar. Con sus regordetas mejillas y su egocentrismo llegó a pisarle la cabeza a Allen solo para llegar aún más alto y verla desde arriba. Apenas la vio, para ser honestos, lo primero que sintió fue pena por la chica, torpe, maleducada y sin gracia, además de sus características físicas, en resumen, iba a ser la comida del salón, con suerte no iría a mayores.

—¡Me llamo Rampo Edogawa!—se presentó al salón con una vaga reverencia.

La profesora algo incomoda la cito a que continúe.—Oh... bien, y, ¿Nada más? quizás quieras ¿hacer amigos?—preguntó de forma amable.

La chica morena observo a cada uno de los presentes para concluir en—Se ven demasiado idiotas para ser mis amigos, con su permiso.

De esa forma se presentó y decidió donde sentarse, claramente fue a sentarse al frente como la típica chica que quiere llamar la atención. Su egocentrismo y narcisismo lograban que Allen muerda de vez en cuando sus largas uñas de gel negro, impaciente para que "Rampo" cierre la boca de una vez por todas. Cada clase debía interrumpirla para llamarlos idiotas, o alardear de sus supuestas capacidades.

Si, recibió burlas, pero las callaba enseguida con una contestación inteligente, y pronto, las callaba con echos, sacando la nota máxima en cada evaluación, en cada trabajo, "alumna prodigio" escucho que la llamaban.

Allen siempre fue "alumna sobresaliente" ¿Prodigio? Jamás.

En arte logró hacer cuadros con perfecta composición y armonía de colores, en poesía hizo un soneto perfecto sin saber siquiera que era, en matemáticas resolvía ejercicios de calculo dos años avanzados, una maldita prodigio. Hoy, su presencia siguió siendo una molestia palpable, como si fuese un reto personal que se esmeraba en superar, algo así como querer superar su propio récord de "que tanto puedo joderle el día a Allen".

—Rampo, en horas de clase no está permitido comer dulces.—mencionó la profesora, como si no fuese que lo repite todas las clases.—¿Podría escucharme señorita?

La chica de baja estatura la observo con desdén—¿Y? ¿Que hará? ¿Sansionarme?

Tenía su punto, gracias a sus calificaciones no podía recibir mucho castigo, aún más en una escuela privada donde importaba la calificación antes que cualquier cosa. Así que, continuando con su falta de respeto a la autoridad, siguió hablando con sus compañeros de alrededor.

Tu dulce en mis labios / Rampoe FemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora