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La densa neblina envolvía el campo de batalla, desafiando la visión limitada de los combatientes que se enfrentaban en medio del caos. Entre el estruendo de las armas y el grito del viento, resonó un grito reconocible, un eco de angustia en la penumbra.
-Mireles- susurró el soldado, su voz cargada de dolor mientras su compañero caía, alcanzado por una bala en el pecho. Se precipitó hacia él, cada paso pesado en el lodazal, hacia el cuerpo convulso que luchaba por respirar.
-Tranquilo, amigo- murmuró, sus manos temblorosas buscando frenar la hemorragia que manaba del pecho herido. "Lo hiciste bien- fueron palabras de consuelo, ofrecidas en un momento marcado por la desesperación.
El herido, apenas sostenido por un hilo de vida, esbozó una sonrisa débil pero llena de determinación-Derribé la ametralladora", murmuró con voz entrecortada. "La derribé, Pedro, no, Petra, mi querida amiga revolucionaria... lo logré-.
Con palabras de agradecimiento y promesas de honor, el último aliento de Miranda se desvaneció, dejando a Petra con el peso de la despedida. Las lágrimas se deslizaron por su rostro endurecido por la batalla mientras cerraba los ojos de su amiga, jurando que su sacrificio no sería en vano. Con determinación renovada, Petra se levantó entre los cuerpos caídos, sus ojos escudriñando el campo de batalla en busca de venganza. Con una bomba en mano, se abrió paso entre los cuerpos sin vida, su corazón latiendo al ritmo de la guerra que aún rugía a su alrededor. El grito de Villa rompió el silencio, llamándola a la acción. "¡Vamos pa' Torreón!", resonó en el aire cargado de humo y pólvora, instándola a seguir adelante, hacia la próxima batalla.
Pero en medio de la urgencia y el caos, Petra buscó desesperadamente a su compañero, a Cosme, sintiendo un vacío en su pecho al no encontrarlo a su lado. Su nombre se convirtió en un eco desgarrador en la oscuridad, una súplica de esperanza en medio de la desolación. El alivio inundó su ser cuando finalmente lo encontró, herido pero vivo, ofreciendo consuelo en medio del caos. En sus brazos, se sintió segura, protegida por el lazo indestructible de la camaradería y la lealtad. En un momento de revelación, Petra se sinceró con su amigo, revelando su verdadera identidad con una mezcla de miedo y liberación. Y en la calma después de la tormenta, Cosme la miró con ojos comprensivos, aceptando su verdad con amor incondicional.
Con un último apretón de manos, se prepararon para la próxima batalla, unidos en su determinación de honrar el sacrificio de aquellos que habían caído. Y mientras se dirigían hacia el próximo enfrentamiento, Petra miró una última vez hacia el cuerpo de su amiga caída, prometiendo que su muerte no sería en vano, que su legado perduraría en la lucha por la libertad.

Petra en la revolución Donde viven las historias. Descúbrelo ahora