La vida era tan simple que la asqueaba. Cristini fue un caballero quien cumplió hasta el último detalle en cada misión puesta a su cargo. Desde pequeña, supo que quería ser mucho más que la hija de un panadero confinada en un pueblo más allá de las murallas del reino. Viajó de un mundo aburrido para explotar hasta el último rincón de su nación hasta por fin encontrar al capitán de la guardia real. Él quedó asombrado por sus habilidades, aunque ella quedó en el suelo, por lo que le ofreció unirse a su tropa luego de terminar el entrenamiento correspondiente. Su trayectoria causó revuelo en cada parte, incluso sus padres le enviaban cartas tras carta conquista para asegurarse que ella estuviera bien, y Cristinini no podía estar más feliz por toda la fama adquirida. La vida le estaba sonriendo de la mejor manera. Ni siquiera sus enemigos podían ser ignorantes de sus hazañas. Una capitana ingeniosa, siempre con algún truco bajo la manga, quien no dudaba nunca en sus movimientos con tal de alcanzar su objetivo. No podía desear nada mejor.
Sin embargo, ella conoció la feroz hambre de la codicia en una exploración. Una mazmorra llena de tesoros capaces de alterar la realidad de cualquier individuo con solo pedirlo. Podía entregar cualquier objeto a cambio de cumplir su deseo. Sus ojos quedaron maravillados con un anillo que poseía un genio dentro. Él tenía poco temperamento y podía ser bastante irritable. No tenía un límite como los demás, por lo que Cristinini se volvió demasiado poderosa. Jugó sus cartas estratégicamente en su juicio ante el Rey para no ser ejecutada o que le quitaran el anillo. Fue así como una nueva época para el reino nacía bajo el manto de Cristinini. Una orden de caballeros mágicos equipados con artefactos de la mazmorra. Pocas personas la podían derrotar y siempre tenía un plan de respaldo cuando lo necesitaba.
—Que buenos tiempos—murmuró mientras caía de espaldas a la cama—. Ahora estoy aquí, en esta cabaña abandonada y sin nada que hacer. Esto apesta.
Su ambición la hizo casi morir cuando intentó enfrentarse a un grupo numeroso de soldados enemigos. No tenía ninguna razón para hacerlo, pero ella simplemente corrió cuando vio a su amigo a punto de ser cortado a la mitad. Su cuerpo cayó colina abajo luego de recibir una puñalada por la espalda mientras levantaba a su amigo y, usando despertó, se encontró con brillantes amatistas reflejando preocupación.
Eso sucedió hace alrededor de un año. Su vida llena de lujos se transformó en una humilde cotidianidad rodeada de vida salvaje. ¿No era de la vida que siempre quiso escapar? Una que no lograba saciar su ambición. Los aplausos, halagos, gritos de la gente apoyándola fue todo lo que quiso luego de ver el desfile en su niñez. Tampoco pudo comunicarse con sus padres en ese lapso de tiempo. Seguramente están preocupados por su desaparición. Ni hablar del ejército real. No por ella, sino por su anillo mágico.
Miró por la ventana del cuarto. La habitación era pequeña, justo para que una persona pudiera vivir, un armario a punto de romperse por el desgaste, un cuadro extraño sin forma (arte abstracto suponía), un escritorio traído especialmente para ella y una estantería llena de novelas de la época antigua. Todo era tan aburrido, incluso las paredes eran grises, que a veces deseaba haberse muerto en ese momento. Ahogó su quejido en la almohada apretando fuerte su agarre. Necesitaba la lucha contra los dragones, ejércitos temblando por su sola presencia, estafar borrachos en algún bar pordiosero era incluso mejor que estar encerrada en una cabaña ubicada en algún lugar de la nación. Volvió a mirar por la ventana, pero, en lugar de las nubes pasando o el sol bajando para mostrar un atardecer, se escuchó un estruendo similar a una explosión seguida de una gran cantidad de humo saliendo entre los árboles.
Seguramente eran esos dos de nuevo.
Caminó hacia el espejo y ordenó su ropa. Tenía una camisa, similar a la que usaban los nobles antes de ser ejecutados, y unos pantalones con tirantes de color café. Andaba descalza ya que sus botas fueron fundidas en lava cuando tuvo que escapar de un volcán dos meses atrás. Su cabello estaba corto por la misma razón. Se frotó la nuca antes de chasquear la lengua. Era bastante cómodo, lo admitía, pero su cabello era bastante genial para no volver a desear tener la misma longitud de antes. Formaba parte de su atractivo femenino. Uno del que estaba bastante orgullosa. Caminó hasta el humo mirando a las aves asustadas escondiéndose en las copas de los árboles. Incluso ese pequeño oso que la perseguía en las mañanas mantenía su cierta distancia.
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【La ambición en su monotonía】
Fiksi PenggemarCristinini fue una capitana de la guardia con gran fama y riqueza. Su nombre resonaba incluso entre los ejércitos enemigos. Pero, una noche, su vida cambió por completo luego de ser rescatada por una bruja del bosque. Ahora estaba atrapada en un abu...