2:- una vida de mierda

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Yuuta despertó.

El sudor le caía desde la frente recorriendo su sien, tenía calor y eso que las noches en el palacio eran muy fría.

Miro a su alrededor aun con un rostro alarmado y somnoliento, no había nadie, estaba solo. Solo en su gran  habitación en el palacio de la capital del Imperio Japonés donde la dinastía Gojo gobernaba.

La misma habitación que tuvo cuando el emperador Gojo lo salvó de morir a manos de esos mercenarios.

Que no resultaron ser otra cosa más que miembros de la guardia Imperial, que por órdenes de su progenitor, un miembro de la familia Gojo que no pasaría de tener el título de Principe, lo mando a matar.

Su querida madre y su amada Rika habían dado sus vidas para salvarlo a él y ahora tenía que vivir por ellas, aunque no quería, aunque se moría de ganas de acostarse y nunca más despertar, tenía que vivir con el peso de que ellas dieron su vida para salvar la de él.

Sin más nada que hacer, se quitó las sabanas de encima y se dirigió a la ficha para arreglarse y así empezar su día.

Lo primero que recibió al salir de su habitación fueron las miradas curiosas de las Sirvientas y doncellas que pasaban y fijaban su vista en él.

Después de todo Yuuta era un joven de apariencia hermosa, sus sedosas hebras de cabello azabaches como la noche que había sacado de su madre, sus hermosos ojos azules como el mar profundo, heredados de su padre, además de esa piel blanca cual porcelana le daban una apariencia mas que atractiva. Yuuta era perfecto, o así lo describían las Sirvientas del palacio.

Si tan solo no tuviera esas grandes ojeras debajo de sus dos bonitos ojos, dichas ojeras son producto de las miles de noches sin dormir, solo perdido en el profundo y oscuro abismo de sus malditos pensamientos autodestructivos.

Yuuta sería el príncipe ideal para cualquier chica de la corte Japonesa.

Aunque no solo recibía miradas halagadoras de las doncellas y señoritas nobles, también recibia miradas juzgadoras de los distintos cancilleres y consejeros de la corte imperial, todos los juzgaban por ser el hijo bastardo del tercer príncipe de la familia Gojo.

Que ni siquiera catalogaba como príncipe ya que tendría el puesto de duque, pero los únicos con derecho a ser príncipes eran los hijos del emperador. Y el padre de Yuuta solo era un primo lejano de el actual emperador Gojo Satoru.

Después de tanto andar, llego al área de entrenamiento de los aspirantes del ejército imperial.

Yuuta no había querido entrar al ejercito, y menos que menos entrar a los caballeros imperiales después de todo el solo era un bastardo con el apellido de una simple plebeya. Apellido que no se quitaría por nada del mundo.

Se fue al área más apartada sacando su espada y empezando a entrenar como muchas otras veces había hecho.

Ni bien había empezado a entrenar, cuando ya empezó a escuchar los distintos murmullos de los miembros del ejército.

— es el bastardo...

— dicen que no se quiso enlistar al ejercito por miedo a la guerra

— además de bastardo, es un cobarde JAJAJA

— es una deshonra para la gran noble familia imperial

— dicen que el emperador lo deja hacer lo que quiera porque es su amante

— ¿Encerio? Pffff sabía que tenía cara de pasivo!

Yuuta apretó el mango de la kanata con fuerza, clavando sus uñas en la empuñadura.

Tragando su ira creciente e intentando reanudar la concentración que había perdido por las habladurías de todos los presentes en aquella área de entrenamiento.

— por eso me gusta entrenar solo – murmuró por lo bajo.

Se dispuso a seguir con su entrenamiento, haciendo de oídos sordos a lo que los demás decían, después de todo no era nada nuevo y los nobles solo inventaban rumores para hacer quedar mal a los demás.

Eran personas despreciables.

— Okkotsu – Yuuta pego un brinco al escuchar como lo llamaban a sus espaldas, paso una mano por su frente limpiando el sudor para luego girar sobre sus talones mirando a la persona que lo llamo.

Los mismo ojos que lo atormentaban en sus sueños lo miraron de manera amable. Sintiendo su estómago revolver se y rugir.

Se mordió la lengua y se acercó a pasos lentos hacia Geto Suguru, la mano derecha del emperador.

Si había alguien de quién debían creer que era el amante del emperador, ese era Geto no Yuuta, pero claro, el joven no decía nada y solo se guardaba lo que sentía porque nadie en ese maldito lugar lo entenderías jamás.

Después de todo ellos eran miembros de familias de origen noble, él no, él era un simple bastardo de la plebe.

— Geto-san... ¿Me buscaba? – guardando la katana en su respectiva funda, Yuuta hablo intentando mostrar un aire tranquilo.

— si, Okkotsu-kun... Satoru te está buscando – se dirigió hacia el emperador por su nombre de pila lo que indicaba que tenían mucha confianza.

Puntos extras para que Yuuta sospechara que la relación de esos dos era demasiado cercana.

— ¿Me busca? ¿No sabe para que? – hizo una mueca al pensar que el fastidioso y odioso joven emperador seguro lo mando a llamar para poderle la vida un rato antes de volver a hacer sus actividades de líder del imperio japonés.

— ni idea – el pelinegro se encogió de hombros, a okkotsu no le quedó de otra más que suspirar y asentir acordando con Geto que en cuanto recogiera sus cosas él iría a buscar a Gojo.

Sin tener de otra recogió todas sus cosas y emprendió su camino hasta la sala del trono, el salón más amplio del palacio ya que era allí donde mayormente se realizaban las fiestas del palacio.

Entro a la sala después de tocar, y fue recibido por el grito del joven emperador.

— ¡Que bueno que has venido Yuuta! – sonrió alegremente el albino de ojos como el cielo, el portador de los ojos más bellos del imperio.

Gojo se acercó a Yuuta solo para posar su mano en los cabellos azabaches del más joven y empezar a desordenar los, burlándose de Okkotsu por haber quedado tan despeinado.

— me dijo el señor Geto que me estaba buscando ¿Puedo saber la razón? – hizo una reverencia a modo de respeto y luego miro con rostro tranquilo a Satoru.

— a....eso... Se trata sobre tu apellido – y el rostro de Yuuta se frunció.




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La Otra [Yuuta Okkotsu x Tu] -Yandere- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora