4:- Sueño

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Abre tus bonitos ojos, cariño~

Yuuta frunció el ceño, abriendo lentamente sus ojos azules de un tono oscuro como las profundidades del mar.

Parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz que lo rodeaba, no recordaba haberse acostado sin cerrar las cortinas ya que sabía que la luz del sol se colaba por la ventana y golpearía su cara cada mañana.

— ¿Eh? – se enderezó en la cama cuando sintió un par de manos delicadas acariciar su cabello con suavidad y cariño.

Giro para ver a quién pertenecían ese par de manos notando a una hermosa y joven mujer, largos cabellos negros como la obsidiana caían como una cascada por la espalda de la mujer hasta llegar al comienzo de su cintura, un par de ojos acaramelados que lo miraban con tanta dulzura, y una piel pálida como la porcelana que lo hacía pensar que si la apretaba con suavidad aún así dejaría la marca roja de sus dedos sobre la piel blanca de la joven dama.

— ¿Quién eres? – su voz sale en un tono ronco debido a que todavía está algo adormilado.

La suave risa que brota de los labios de la mujer lo desconcertó bastante.

— que? ¿De que te ríes? ¿Que es tan gracioso? ¿Como entraste a mi habitación? – pregunta levantándose de la cama mientras mantiene su vista fija en el cuerpo delgado de la joven mujer.

— mi pequeño Yuuta está tan grande, has crecido y te pareces bastante a tu padre – declaró con dulzura y ternura en su voz.

— No. – declaró en un tono brusco. Podría recibir todos los halagos que quisiera, pero que lo compararán con el bastardo que abandono a su madre y a él, que además, es el responsable de mandarlos a matar.

Jamás aceptaría, aunque muy en el fondo sabía que todo era verdad, que él era la viva imagen de ese señor a quien su madre ilusamente había amado solo para ser utilizada como un mero entretenimiento sexual, para luego de que ese hombre se aburriera de ella, ser botada como basura.

— Tranquilo mi pequeño – la dulce voz de la mujer lo arrullo con suavidad.

— ¿Q-quién eres? ¿Quién te envío? – Yuuta miro a su alrededor, buscando algo con que defenderse por si a esta joven mujer se le ocurría lanzarse contra él y acabar con su vida.

— mi niño, eras tan pequeño, aún sigues siendo mi pequeño niño bajo toda esa fachada de Joven adulto – sonrió dulcemente, levantándose de la cama hasta estar frente a Yuuta, acariciando sus mejillas.

El pobre Yuuta estaba congelado en su lugar, sus ojos miraban de forma fija la figura femenina frente a él. Se le hacía tan familiar pero a la vez irreconocible.

Mi pequeño Bebé – su corazón dio un vuelco al escuchar eso. Sus bonitos ojos azules se llenaron de lágrimas en un parpadear.

Cuando menos se dio cuenta ya estaba abrazando el frágil cuerpo de la mujer, aplicaba tanta fuerza que en su mente pensaba que podría romperla.

mamá – sollozo ocultando su rostro en el hombro de la joven mujer, quien sonrió dulcemente y le empezó a dar palmaditas en la espalda.

shhh, shhh, calma mi pequeño bebé, mamá está aquí, mamá está siempre contigo – lo arrullo dando caricias y palmaditas en la espalda del pelinegro.

Yuuta siguió sollozando aferrándose a ella, abrazando con fuerza y miedo a que se desvaneciera en cuanto la soltara, porque estaba consiente de que aquello solo era uno de esos ansiados sueños especiales, donde su madre estaba viva y siempre le arrullaba con ternura, mientras le decía que todo estaría bien.

— odio este lugar, odio a ese señor que es el culpable de todo lo que pasó y me odio a mi mismo por no haber sido más fuerte para poder defenderlas – confesó el pelinegro entre lágrimas amargas cayendo por sus pálidas mejillas.

— mi bebé, no es tu culpa, solo eras un niño, aún lo sigues siendo – arrullo empezando a tararear una melodía para calmar a su pequeño bebé.


Mami está aquí.

Siempre para ti.

Cuidándote, aunque no la vez.

Mami está aquí.

Cuidando de ti.





Mami está aquí.







Yuuta despertó de golpe, sintiendo algo húmedo en sus mejillas, no le hizo falta tocar sus mejillas para darse cuenta de que eran lágrimas por el reciente sueño que había tenido.

Una vez cada mes.

Esa era la cantidad de veces que soñaba con su madre, pero ningún sueño se había sentido tan vivido y real como este. Todavía sentía los delgados y delicados brazos de su madre rodeándolo y dándole palmaditas.

Se veía joven y llena de luz. Todo lo contrario a los últimos recuerdos borrosos que tenía de ella. Donde solo estaba una mujer, que aunque era hermosa, estaba pálida, flacucha y carente de brillo en sus ojos.

Apartó esos pensamientos y se levantó de la cama mirando por la ventana, el sol ni siquiera empezaba a salir, pero el sueño se le había ido, así que lo mejor sería ir a entrenar, después de todo el salón de entrenamiento estaría solo ya que las horas predispuestas para el entrenamiento eran de 7:00 am a 11:00 am.


Yuuta seguía haciendo su arduo entrenamiento en aquella sala, que extrañamente se encontraba vacía, ni siquiera Inumaki o Maki se encontraban allí, lo que era más extraño porque esos dos, más que todo la peliverde, siempre se encontraban entrenando cuando no estaban de misión.

La puerta abriéndose y unos pasos acercándose a donde se encontraba fue lo que lo hizo detener su entrenamiento con la Katana.

— ¿Su Majestad? – Yuuta bajo la katana volviendo a envainarla en su funda.

Gojo le sonrió con esa típica sonrisa suya encantadora que enamoraba a cualquier mujer y varias chicas del fandom de Jujutsu lo podían comprobar.

— ¡Hola querido Yuuta! – le saludo con voz jovial y llena de energía como de costumbre.

— okey? ¿Y para que me lo dice a mi? – pregunta con confusión nuestro querido y algo tímido pelinegro.

— porque quiero que estés presenté en la fiesta de ceremonia, Yuuta. Quiero que entres al ejército, tienes el talento, solo te falta la motivación, y creo que tener la atención de varias señoritas de la corte noble te daría la motivación que necesitas para volverte un soldado para este Imperio – le sonrió con algo de malicia, ya tenía todo planeado para que varias señoritas nobles hablarán con Yuuta y no lo dejarán en paz hasta que

— si, bueno, Sabes? No creo que eso me de motivación sinceramente, creo que me daría algo de pena... vergüenza? Si, eso. No es necesario hacer que una multitud de señoritas hormonales vayan detrás de mi, Gojo-sensei – se queja en voz baja, pues ya conocia la mente del albino y sabía que este haría eso.

mo Yuuta-kun le quita lo divertido a la vida – se quejó nuestro amado emperador cruzando sus brazotes sobre su pechonalidad.

— estaré en la fiesta...pero por favor, no haga que las señoritas me persigan

— haré lo que pueda Yuuta-kun, haré lo que pueda – sonrió soltando una risita maliciosa mientras salía del salón dejando a un Yuuta que suspiro con pesadez.





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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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La Otra [Yuuta Okkotsu x Tu] -Yandere- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora