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Sacar a Meggie de la cuna, darle el biberón, bañarla y vestirla fue el típico remolino de actividad al que Camila aún no estaba acostumbrada.
A las nueve en punto, después de vestirse a toda prisa, se sujetó el pelo
en una coleta y se puso brillo en los labios.Estaba deseando ver Penny's Song por primera vez, solo había visto los planos mientras diseñaba el rancho con Lauren y se preguntó si la realidad estaría a la altura de sus sueños.
Afortunadamente, cuando sonó el timbre estaba lista, tenía la bolsa de los pañales con lo esencial, una niña bien descansada y comida y unos nervios de acero.
Al menos, eso era lo que se decía a sí misma.
Mientras iba hacia la puerta se preparaba para ver a Lauren otra vez.
Aquel día debían hablar del divorcio, no tenía sentido retrasar lo inevitable.
Rosalía Vila tendría derecho legal a clavar sus garras en ella.
Pero cuando abrió la puerta se quedó sorprendida al ver que no era Lauren sino una joven de pelo oscuro.
— Hola, soy Pam Diler, la mujer de Conan. Espero que no te importe que haya pasado por aquí.
— No, claro que no. Encantada de conocerte — dijo Camila. — ¿Quieres
entrar?. — Camila sabía que Conan se había casado, de modo que, al menos por el momento, Pam y ella eran cuñadas.— Me gustaría mucho, pero sé que van a Penny's Song. He hablado con Lauren esta mañana y me ha contado lo de la niña. — respondió Pam.
— ¿Lauren te ha hablado de Meggie?
— Sí, me ha dicho que es una niña preciosa.
— Desde luego que sí.
— Nosotros estamos esperando un bebé — dijo Pam, tocándose el abdomen. — Camila se dio cuenta entonces de que su blusa parecía un poco abultada.
— Me alegro por ti y por Connan…— el llanto de Meggie desde la cuna hizo que interrumpiese la frase. — ¿Por qué no entras un momento?. — Pam la siguió al dormitorio y encontraron a la niña despierta, con los ojos abiertos de par en par. — Te presento a Meggie.
La niña llevaba un vestidito de color amarillo con una margarita gigante en la pechera y calcetines a juego.
— Hola, Meggie. Pareces lista para dar un paseo. — la saludó Pam, volviéndose hacia Camila. — Me han contado lo que le pasó a tu amiga y lo siento mucho.
— Sí, yo también. La echo de menos.
— Tú eres la mejor amiga que pueda tener nadie, que te hayas hecho cargo de su hija es maravilloso.
— Gracias. — murmuró Camila. ¿Qué vas a tener, una niña o un niño?. — negó con la cabeza.
— Aún no lo sé, es demasiado pronto.
— Como no había usado el cliché: «Me da lo mismo mientras esté sano», Camila decidió que aquella chica le caía bien.
— Lauren me ha dicho que pensabas alquilar la cuna y todo lo demás, pero Conan y yo nos volvimos locos comprando el otro día y tenemos de
todo. Puedes pedirme cualquier cosa que necesites.— ¿En serio?
— Claro que sí. Puedo prestarte el cochecito, el moisés, el parque, la
trona, juguetes… tengo de todo. Nosotros no vamos a necesitarlo hasta
dentro de unos meses.En otra ocasión, Camila no habría aceptado la oferta, pero Pam parecía sincera y su ofrecimiento le ahorraría tiempo y dinero.
— Sería estupendo. No he podido traer nada en el avión.
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Fierté
أدب الهواةNo tienes tú la culpa si en tus manos mi amor se deshojó como una rosa: Vendrá la primavera y habrá flores... El tronco seco dará nuevas hojas. Las lágrimas vertidas se harán perlas de un collar nuevo; romperá la sombra un sol precioso que dará a la...