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Hablar de su matrimonio fallido no era una de las actividades favoritas de Alastor. Había sido agradable mientras duró. Se había encariñado mucho con Charlie; la crio desde que era una pequeña niña que buscaba a toda costa su atención. Era gracioso recordar cómo solía confundirlo con su ausente madre cuando apenas tenía cuatro años.

Fueron buenos tiempos, los tres juntos en el castillo, jugando a ser una familia.

Hasta que todo se arruino.

Esa etapa era una de las cosas de las cuales nunca volvería a hablar. En el instante en el que se divorciaron, hubieron ciertos "incidentes" que provocaron sus siete años de sabático, algo que al parecer afectó mucho a Charlotte, ya que cuando la volvió a ver, tenía una actitud más reservada. Seguía siendo ingenua y dulce, pero definitivamente no se asemejaba a la niña que buscaba abrazarlo cada cinco minutos. 

Una ayuda es vital, de tu señor el infernal.

Por eso no podía dejarla sola. Al regresar al infierno, no esperaba encontrarse con el desastroso espectáculo que era la princesa, haciendo el hazmerreir en uno de los programas ridículos de Vox. Había sido difícil tener que mantenerse en silencio.

¿Cuántas veces no le había enseñado lo mediocre que eran esas cajas inútiles llenas de cables?

Mira las reseñas de tu papá.

Y, por supuesto, por otro lado estaba el imbécil de su padre que la dejó hacer todo ese circo lleno de fenómenos. ¿En qué exactamente la iba a ayudar ahora? ¿A construir patos? Porque eso es lo que se había pasado haciendo el ultimo año de su matrimonio.

Grande, bravo, si que es un as.

En cuanto logró encontrar el hotel, no dudó en intervenir para encontrarse con un sucio lugar lleno de cucarachas y un actor porno que no paraba de coquetearle.

Era doloroso ver cómo Charlie había caído tan bajo como para tener que aguantar vivir ahí. 

Un cordero es lo que suelo cobrar pero un descuento tendrás, ¡gracias!

Echó un vistazo a su lado y se encontró con un espacio vacío. ¿En qué momento había arrastrado a Charlie en su ridiculez? Para cualquier persona coherente, era evidente la incomodidad de la princesa.

Si no lo dejaba en diez minutos iba a tener que intervenir y—

¿Por qué tienen que esperar si ahora tienen al Chef?

No podía creer que lo hubieran arrastrado a esa estupidez. Tan pronto como se percató, estaba junto a Charlie, sentado en una silla, con Lucifer mirándolos desde lejos con una sonrisa mientras parecía cocinar algo.

La mirada de Charlie lo decía todo; quería que la ayudara a salir de esa situación.

Todo el menú completo para los dos.

Era evidente que Lucifer iba a presumir su poder y riqueza, aunque el toque del pastel fue adorable. Sin embargo, la luz empezaba a molestarle, y el ego de su ex pareja solo empeoraba las cosas. ¿Acaso Lucifer no se daba cuenta del motivo por el que su hija le había pedido ayuda en primer lugar? 

Ese despistado lado suyo solía ser encantador en algún momento.

Te hare ganar porque yo decidiré.

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