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Luke Hemmings.

Semana #1, Nueva York.

Era mi primer día de clases en la universidad Monroe College Bronx, en Nueva York.

El pronostico del tiempo en el canal 5 no mintió, el día estaba nublado y no me sorprendía que en cualquier momento podía comenzar a llover, no llevaba mucho tiempo en esta ciudad y ya sabía que sus climas eran cambiantes.

La masa de peatones era abundante, según muchas personas Nueva York es una ciudad que nunca duerme. O por lo menos así se ve en la televisión.

A pesar de que estuviera el clima lluvioso estaba haciendo demasiado frío, mi nariz estaba congelándose y ni hablar de mis manos, ¡ni siquiera las podía mover bien!

Todo eso me hizo querer extrañar el clima oceánico de Sydney, mi hogar.

Después de tanto esperar crucé la calle tratando de que las personas que conducían sus carros no me atropellaran.

Luego de 10 minutos de caminata (contando los 5 minutos en el autobús) por fin pude llegar a la universidad.

Quedé impresionado, era muy grande; y posiblemente podría perderme en ella. Pero para mi suerte pude encontrar fácilmente la oficina del director debido a que ésta tenía el letrero de "oficina" en todo el marco.

Pedí mi horario y en unos pocos minutos empezaba mi primera clase, física.

[ . . . ]

Había sido un día muy agotador para mí. Quizás mi vida de universitario estaba comenzando y quizás este solamente sea el comienzo de lo muy asquerosa que será... viviré en carne propia de lo que mis hermanos se habían quejado tanto. Estoy seguro de que no me gustará mucho la vida de universitario.

No es que no me guste estudiar, sólo que nunca me convenció la idea de ir a la universidad. No me llamaba mucho la atención... mucho esfuerzo.

Entre tanto dar vueltas por las calles de la ciudad sin parar me detuve en una banca, luego de algunos segundos intentando recuperar la respiración alcé mi vista y pude ver un gran cartel muy llamativo que decía "Rockingham Palace".

«Oh por Dios» dije en mi cabeza.

No dudé ni un segundo en entrar y prácticamente quedé con la mandíbula por los subsuelos.

Habían instrumentos, posters, camisetas de diferentes artistas y bandas; era como el Edén para mí.

Pero lo que más me llamó la atención fueron los libreros y eso era lo curioso, en estos libreros no habían exactamente libros; sino discos, era como una biblioteca de música.

Recorrí todos los libreros en busca de un CD, Dookie, de Green Day. Sólo me faltaba ese para completar toda la discografía de Green Day.

Después de buscar un montón, lo vi.

Y casualmente era el último que quedaba en el lugar. Estaba seguro de que era mi día de suerte.

Corrí hasta el CD, como si fuera una persona que vio una pizza tamaño familiar luego de tres semanas sin comida.

Agarré el disco y lo atraje a mi pecho como si fuera un bebé. Tonto, lo sé... pero la emoción era más grande que todo en ese momento, en Australia nunca había visto una tienda como esta.

—Luke, hoy es tu día de suerte —me dije a mí mismo.

—Quizás no tanto —dijo una chica a mi lado, que con sus pequeños dedos agarró la punta del CD.

—¿Qué dices? —respondí con el ceño fruncido ante su comentario.

—Bueno, lo que trato de decirte es que ese —señaló hacia el disco— es mío.

—¿En serio?, pues yo lo vi primero.

—No, yo lo vi primero —dijo tratando de jalar el CD hacia su cuerpo.

—Espera niña, ¿dónde estabas tú antes?, no creo que aquí —dije con sarcasmo.

Luego de ese intercambio de palabras esa chica y yo nos encontrábamos forcejeando en el suelo, ella jalaba de mi cabello y yo jalaba de su brazo intentando poner mi otro brazo (en el cual estaba el CD) fuera de su alcance.

—¡Dame esa cosa! —gritó.

—¡Sobre mi cadáver!

—¡Pues será mío quieras o no! —sentenció.

Luego de eso ella soltó mi cabello para poner sus dedos en mi clavícula izquierda y seguido de eso los apretó.

Debido a eso solté el CD dándole ventaja a ella de agarrarlo.

—¡Maldita! —chillé del dolor.

—¡Lo siento, pero es mío ahora! —exclamó para después arrebatarme el CD del agarre de mi mano.

Ella se levantó y con todo el dolor de mi clavícula agarré su tobillo tratando de que no se escapara.

—¡Suéltame idiota!

—¡No hasta que me des mi mierda!

—¡Eso nunca! —dijo para a continuación agarrar un CD de Maroon 5 y tirarlo en mi cara.

Debido al impacto solté su tobillo y puse mi mano en mi frente, que casualmente me había golpeado con la punta del CD; dejando un punto de sangre en mi frente.

—¡Perra! —le grité mientras intentaba levantarme.

Retiro lo dicho.

Hoy, no fue mi día de suerte.

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n/a: bue, aquí está el primer capítulo... ¡espero que les guste!

the last cd ➳ l.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora