Entre los andenes

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Supongamos que somos pasajeros,

que decidieron mirarse.

en un tren ajeno,

de esos que no pasan siempre,

que corresponden tan solo a un momento.

Supongamos que somos de esos,

que decidieron hablarse,

que decidieron quedarse,

que se olvidaron entre miradas de bajarse.

Supongamos entonces,

que el momento permite otro,

que no esperamos a cruzarnos,

que olvidamos el destino,

que nos quedamos.

Supongamos después,

que termina el trayecto,

que el momento se acaba,

que debemos bajar,

sin querer,

en la siguiente parada.

Supongamos un final,

la estación que no espera,

en la última parada,

la llegada de dos cómplices

que se olvidaron,

queriendo,

de parar antes.

Supongamos que bajamos,

que el tren se para,

y que decidimos,

sin pensar,

salir de la mano.

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