1. Mentirosa

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- Ya no llores... - me dijo esa linda niña pelirroja

- Pero murió mi mamá... - dije llorando

- Yo también perdí hace unos meses a mi papá... - dijo la chica

- ¿De verdad? - dije limpiando mis lágrimas

- Sí... ¿No lo recuerdas? Fuiste al funeral de mi papá... Ichimaru Gin... - dijo ofreciéndome su mano

- Sí, lo recuerdo... mi papá me pidió que te dijera que lo lamentaba... Perdón... porque murió tu papá... - dije tomando su mano

- Yo también lamento que muriera tu mamá... - dijo la pequeña

Entonces dejé el piano y regresé al salón dónde estaba el ataúd de mi mamá. No pude evitar temblar ante aquella caja fría de metal, mi amable padre apenas se sostenía de pie junto al féretro, con la cabeza agachada podía ver sus lágrimas caer, mientras mi mamá me miraba desde ese fúnebre marco. Era una imagen tan vacía, un recuerdo lejano, que ahora no tenía más significado que el de una pintura de papel. Me acerqué a los pies de mi papá, llorando, me dio una sonrisa, la más falsa que jamás he visto en su rostro. Me cargó en brazos, me recargue en su pecho, escuchar su corazón fue mi único consuelo en ese momento.

- Lamento no haber podido ayudar más a tu mamá... Hinamori... era todo para mí... - dijo mi padre

No dije una palabra solo me abracé a su cuello. A unos pasos estaba la niña sujetada a la falda negra de una hermosa mujer, Rangiku Matsumoto. Amiga y compañera del trabajo de mi papá, unos meses atrás su esposo, Ichimaru Gin, amigo de toda la vida de mi papá había muerto en un accidente automovilístico. Yo conocí allí a esa linda niña, pero era tan tímido, vivía con tantos miedos que era imposible para mí socializar. No solía hablar con compañeros de la escuela, nadie me entendía, sabía pintar, leer y escribir desde los 4 años, por lo que era admirado por mis maestros, aunque odiado por la mayoría de los otros niños. Por lo que para mí fue una luz que esa niña tan risueña me hubiera dedicado unas palabras.

- ¿Por qué murió papá? - dije con amargura

- Ulquiorra, no lo sé. Solo se que estaba muy enferma... El cáncer es una enfermedad cruel, para ella como cantante lo fue más al ser faríngeo... Así que no lo veas solo como una triste despedida, sino como un alivio a su dolor... - dijo mi papá

Lloré aferrado a los brazos de mi padre, estábamos rodeados de gente que murmuraba, la mayoría desconocidos para mí, que no supe si realmente amaron a mi mamá. Por lo que ese velorio fue el momento más amargo de mi infancia. Pero el más doloroso es cuando vi su atud descender a la tierra y ser cubierta por la oscuridad, para no volver a verla, solo poder "hablar" con ella por una fría lápida con su nombre. Sin embargo esa niña y yo no podíamos dejar de vernos, como buscando consuelo el uno en el otro. Por lo que nuestros padres empezaron a reunirse en casa del uno o del otro para que nosotros dos pudiéramos estar juntos.

A nadie le pareció demasiado extraño que nuestros papás se casaran otra vez, los dos eran viudos, con niños de la misma edad, compañeros del trabajo y amigos. Así que luego de unos meses esa niña y yo nos convertimos en hermanos. Ahora ella tenía un padrastro y yo tenía una madrastra. Era extraño al principio porque mi mamá no era tan pegajosa como Matsumoto, era tímida, tierna, aunque ambas cariñosas. Así que después de un tiempo me acostumbre al trato con "mi mamá". Mi hermana tenía un papá y de dos tragedias se formó una nueva familia. No tuvimos más hermanos, solo éramos ella y yo, con nuestros padres tan ocupados en su trabajo, no convivíamos mucho, pero era tiempo de calidad.

Sin embargo desde ese día en que enterraron a mi mamá, mi vida cambió, y no me refiero al hecho de como se rearmo nuestra familia sino a muchas otras cosas. Cosas que solo le contaba a mi hermana, que parecía ser la única que me escuchaba y me creía. En ese entonces tenía sólo 6 años cuando me lo dijo, jugando en la sala de música, disfrutaba de tocar el piano con tal de verla sonreír, cuando me lo comentó.

- Hermano menor, cuando seamos mayores vamos a casarnos como nuestros papás... - dijo arriba de la tapa principal

- ¿Me lo prometes? - dije tímido

Ella me extendió su mano tomando mi dedo meñique con el suyo.

- Lo prometo. Algún día nos casaremos... - dijo mi hermana

Sin embargo, todo fue una mentira. Hoy a sido el peor día de mi vida. El concierto estaba lleno, todos me elogiaron, en la cena bebimos vino y champagne. Hoy es el aniversario de esa promesa, un par de días antes de mi cumpleaños, por eso tenía que recordar esa maldita promesa. Fui a casa, ahora tenía mi propio hogar, separado de mi familia, una propiedad lejos de la ciudad, rodeado de bosques y a unos metros de un lago. Allí seguí bebiendo, apenas me mantenía consciente, solo quería olvidar esa maldita promesa y seguir con mi vida, pero como olvidarla cuando se aparece frente a mí.

- ¡Buenas noches Ulquiorra! - me dijo con su vestido magenta

- ¿Qué haces aquí? ¡Largate! - dije

Tome la copa y la bebí de un solo trago.

- Por favor Ulquiorra, mamá está preocupada, quiere que consigas un empleo fijo y vengas a casa de vez en cuando... - dijo

- Claro. Como siempre la niña buena, la hija favorita tiene que venir a fingir que le importo un ¡carajo! Como si fuera a ir a una casa vacía por que todos tienen mejores cosas que hacer qué reunirse en Navidad o año nuevo, porque tienen conciertos que presentar... Así que ahorrate el discurso compasivo y déjame en paz... ¡Mentirosa! - dije

- ¿Mentirosa? ¿Por qué dices eso? - dijo desconcertada

- ¡Vaya! Ni siquiera recuerdas tus promesas... Por que no me sorprende que no tengas palabra... ¡Mentirosa! ¡Hoy hace 20 años me hiciste esa promesa! - exclame

- Ulquiorra, eso solo fue cosa de niños... - dijo

- Qué fácil te deslindas de las cosas... - dije aún más molesto

Tomé la botella de vino y me dirigí a mi cuarto. Sin embargo ella me siguió, a solo unos pasos.

- Ulquiorra, escuchame por favor... somos hermanos... - dijo

- No somos hermanos, no llevamos la misma sangre... Además ni siquiera creés en mí, yo confíe en ti... y como me pagaste... ¡Traidora! - dije furioso

- Ulquiorra necesitas ayuda, no es normal lo que ves y escuchas... pero el joven Kurosaki... - dijo

Eso solo me hizo enfurecer más.

- ¡No metas a Kurosaki en esto! - le dije

- Él es psicólogo y te puede ayudar... Además tengo que decirte algo... - dijo algo nerviosa

En mis hombros una criatura alada se posó, era una mujer alada, con afiladas garras en las manos y piernas de águila, tenía una larga cola como serpiente, pero mi hermana no la veía, aunque para mí era muy clara su presencia, incluso en el reflejo del espejo.

- Ya solo me faltaba eso, ahora me quieres meter a un manicomio... - dije con sarcasmo

- No Ulquiorra. Solo quiero ayudarte... - insistió

~ Ella cree que sabe algo de ti... pero ni siquiera te escucha... ~ me dijo la harpia en mis hombros

- Tck. Largate y déjame en paz, me las puedo arreglar solo... siempre ha sido así... - dije

Me lancé a la cama aún con ese peso en mi espalda. Sin embargo se escuchó un sonido, era suave, como un cascabel, toda esas pequeñas sombras. Aunque me dolía mucho la cabeza, pero era la primera vez que estaba solo en largo tiempo, incluso la dama alada se alejó un poco.

~ Una campanilla de viento... No es solo está bendecida por un dios... ~ dijo la criatura

Entonces me enderece y miré a mi hermana.

- Te traje un regalo... - dijo mostrandome una pequeña pieza de cristal con un listón, un pergamino

- ¿Qué quieres Inoue Orihime? ¿Qué es lo que venías a notificarme? - dije con sorpresa

-------------- Capítulo completo --------------

Ni yo soy Hansel, ni ella es GretelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora