5. Infiel

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- No puedo casarme con el joven Kurosaki sabiendo que estoy embarazada de mi hermano... - dijo sollozando

Se envolvió en la sábana y se sentó en la cama.

- No seas tan tonta, no puedes garantizar que no sea de Kurosaki, sigue con tu vida como siempre... Y no le diremos a nadie lo que pasó, solo fue una noche... - dije

- ¡Tú y yo sabremos que esto pasó! - exclamó

- ¿En serio piensas que alguien va a creer que nos acostamos? ¡Por favor! Ni siquiera nos hablamos en semanas... No quiero que vengas después a decirme que yo arruine tu vida por un desliz y me lo eches en cara... - dije con frialdad

- Eres realmente cruel. ¿Cómo puedes continuar así? - dijo

- De la misma forma que tú... - dije recordando los años de soledad que sufrí en silencio en mi habitación sin decir lo que me a quejaba por el miedo a terminar en un manicomio

- Simplemente quieres que finja... - me recalcó

- Siempre se te a dado muy bien... ¡Ha! Por cierto, voy a estar fuera unos días así que ni me busques... Y si le dices a Rukia... yo le diré a Kurosaki... Quizá no me crea, pero se algo que él no, sobre tu embarazo... - dije acomodándome en mi cama para dormir

Sinceramente no me importaba sí se quedaba o se iba. Pocas veces me preguntó si había regresado a casa, las ocasiones que lo hizo fue solo para regañarme. Me sorprendió que se acostara junto a mi para descansar.

Era algo inusual, no había estado junto a mi hermana desde que éramos niños. Poco después de que nuestros papás se casaran, estábamos todo el tiempo juntos, excepto por las horas de clase. Ella iba en un salón y yo en otro, por lo que tomé las clases de artes marciales, como odiaba que me golpearan por comer en almuerzo con mi hermana. Yo odio los sandwiches, pero ella los ama, por lo que se los cambiaba por un pan, me enseñó a cuáles eran los mejores caramelos, me mostró los secretos de la escuela, jugábamos a las escondidas solo nosotros dos, a veces ajedrez. Amabamos los juegos de mesa, siempre le pedía que me ayudará a armar mis grandes rompecabezas, también memorama, pero al anochecer brincabamos en la cama dándole de golpes con la almohada al otro; maravillados por ver el relleno de plumas volar por la habitación. Había sido tan feliz jugando a hacer castillos con cajas de cartón y cojines de sofá mientras nos metíamos en los fuertes a gatas arruinando la ropa. Reírnos de perder en el domino, o gritar de desesperación por no poder quitar las piezas del destreza, hasta caer rendidos con la ropa en la cama, quedarnos dormidos con una manta.

Solo suspiré profundo, había tantos años de alegría a lado de tantos insultos, tantas lágrimas y tristeza que no quería pensar más en ello. Solo intente dormir.

- ¿A dónde vas Ulquiorra? - dijo

- ¿Quieres que te diga? No te importa... Se cuidarme solo... - dije

No siguió insistiendo, solo se durmió y yo hice lo propio. Cuando amaneció ya no estaba, no me sorprende, siempre a sido cobarde para aceptar lo que piensan los demás. A veces no importa, a veces solo juzga, crítica, no escucha ni siquiera un buen consejo, no sé cómo la quiere Kurosaki. Hice mis maletas para salir, solo le pedí a Rukia que cuidará de la casa, ella creía que iba a un curso de piano, no, no le tenía confianza a nadie para decirles a dónde iba. Aprendí a base de muchas burlas, insultos y golpes que hay cosas que es mejor no decir a nadie, ni siquiera a Kurosaki.

Desde que era un adolescente empecé a buscar respuestas a lo que veía, si había libros de novelas de terror hablando de esto, alguien debía haber visto algo, no todo era ficción, así que me volaba clases algunos días para ir a diferentes sitios, desde museos y exhibiciones hasta cementerios y sectas. No puedo negar que me han pasado gran cantidad de cosas que ni siquiera puedo explicar, tuve que tratar de darle un sentido lógico. Por lo que también me volví un apasionado de la física y la química, pero seguía sin respuestas, por lo que en mi nihilismo me perdí un tiempo, hasta que encontré la metafísica. Gracias a ella pude lidiar un poco más con mis problemas tanto mentales como lo que veía, comprender mejor desde otra perspectiva mi entorno, pero sobre todo disciplinar mi mente. Me di cuenta de que hay muchos charlatanes, aunque también muchos sabios, por lo que mis reuniones con personas de este ámbito es limitada. No confío en nadie que pida dinero para hablar del tema, solo para sobrevivir, "no para dar servicios", ¡qué estupidez! Quieren sacar provecho de los ignorantes y desesperados. A dónde voy no son lugares públicos, concurridos ni llenos de adoradores. A dónde más suelo ir es a sitios budistas de meditación libre de estrés, dónde puedo ser solo yo. Aprendí mucho de como es la esencia del ser, incluso darme cuenta de cómo tenía un enfoque equivocado de lo que veía, no era mi cabeza, en realidad existe, aunque no los puedan ver las demás personas.

Mire a mi alrededor, los pequeños diablillos qué todo el tiempo me atormentan escondiendo cosas se habían esfumado casi por completo, tenía que ver con el sonido de la campana de viento que mi hermana había puesto en la ventana de mi cuarto. Sabía que hay entes a los cuales les molesta ese sonido, pero por culpa de mi harpia favorita en mis hombros, no podía usar ese tipo de cosas, ya bastante molesto era para ella mi uso del agua bendita y la plata, pero los fantasmas son como chicles, son muy molestos, no se quitan fácilmente. Así que tomé mis cosas y salí de la casa hacia un ritual chamanico de vudu.

Unos días después regrese más tranquilo, listo para un concierto, así que debía ir a un par de ensayos. Me se la melodía de memoria, pero no suelo confiar en eso, me gusta estudiar y perfeccionar mi habilidad, pero resulta que mi hermana una vez más llegó a molestarme. Solo respire hondo, ni siquiera me había metido a bañar, aún tenía las marcas de la ceremonia, polvo de huesos, plumas molidas y cenizas con carbón alrededor de los ojos.

- ¡Ulquiorra! ¡Llegas a tiempo para la reunión de padrinos! ¿Qué te pasó? - dijo

- No es nada... No lo entenderías... - dije

- Al menos déjame intentarlo... - dijo tomando un pañuelo para limpiarme

No era buena idea. Me hice hacia atrás.

- Inoue, no soy un niño... Se lo que hago... - dije

Sin embargo me tomó de la ropa para no poder escapar, por lo que sólo pase saliva. Tocó mi rostro intentando quitar lo que me quedaba del ritual. Entonces brinco hacia atrás con grito horrible, se cayó estrepitosa mente, mirándome fijamente, se veía aterrada.

~ ¡Ja, ja, ja! ¡Ahora puede ver y oír lo mismo que tú... Ulquiorra...! ~ dijo mi otra mitad de alma

La que puedo controlar gracias a otro ritual que hice en la religión Palo Mayombe. Ahora podía incluso ver espíritus de la tierra, fuego y agua, en los ríos, las voces del viento, hadas, demonios, el aura de las personas y las almas atormentadas, como las de los accidentes, zombies y otras criaturas. Había ampliado mis límites, por lo que podía distinguir los seres entre las dimensiones. Me acerque a ella que temblaba histérica, le extendí mi mano.

- Ahora lo puedes ver... El mundo oculto... ¡Bienvenida a mi infierno...! - le dije

La mujer alada en mis hombros se elevó y se sentó junto a mi hermana.

~ ¡Ja, ja, ja! Es más fácil vivir pensando que no existo, ¿verdad? ~ dijo con una sonrisa mi guía

-------------- Capítulo completo --------------

Ni yo soy Hansel, ni ella es GretelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora