⌗𝟏𝟒. (1/2)

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Hunter:






Los siguientes tres días, gracias al titán, habían sido muy tranquilos. Todos seguíamos nuestras tareas como de costumbre, nada de interrupciones, misiones sencillas y teníamos tiempo para descansar.

Las cosas parecía ir en pro a mejorar a pesar de los inconvenientes que se estaban presentando. Sin embargo, nada estaba mejorando.

Tras aquella noche —que no hace falta mencionar que no pude conciliar el sueño—, aunque creí que Oddy mejoraría, no lo hacía. Parecía hundirse cada vez más en su propia miseria.

Yo de verdad quería ayudarla, por más fastidiosa que fuera, por muy nervioso que consiguiera que me sintiera, quería ayudarla. Quería sacarla de ahí. Quería verla sonreír de nuevo. Pero ella lo rechazaba todo.

Aquél día me acompañó en la supervisión de Latissa y otras ciudades de las Islas Hirvientes por quinta vez esa semana. La verdad no entendía por qué tantas visitas. No a todos les agradaba vernos la cara.

—Oh, mira —le dije a Odette, clavando mi mirada en el puesto de meriendas que me había enseñado hacía tiempo—. ¿Quieres comer algo?

Ella negó suavemente, arrugando un poco su expresión y agitando la mano.

—Odette, sí mal no recuerdo, tú no has ingerido nada el día de hoy —le regañé, deteniéndome, ella se posicionó frente a mí—. ¿Segura que no quieres algo?

Volvió a negar, forzándose a darme una sonrisa y reanudó su caminar.

Ley del hielo... la estaba utilizando nuevamente. ¿Qué había hecho ahora?

Estuvimos caminando sin un rumbo fijo, totalmente en silencio, hasta llegar a la entrada de la biblioteca. Allí, reconocí las cabezas verdes que nos estaban dando la espalda. Eran los gemelos Blight.

No voy a negarlo, al ser sus mejores amigos, por un momento pensé que podrían subirle el ánimo. Según lo que ví aquél día y lo que ella me contaba, se divertían bastante haciendo tonterías. Quizás ellos serían tan perceptivos como yo y se darían cuando de que esa no era la Oddy que conocían.

—¡Hey, Oddy! —exclamó el chico, acercándose a ella para darle un pequeño abrazo—. No esperábamos verte aquí.

—Ed, Em... hola —saludó con cierta pesadez—. La verdad, estoy en guardia, no creo durar mucho tiempo.

—No seas amargada, nena —le respondió la chica, Em—. Podemos vernos más tarde si gustas, hay una cosa increíble que nos gustaría mostrarte.

—Gracias, chicos, pero creo que paso —hizo un ademán—. Estoy... un poco ocupada.

—¿Ocupada? —dijeron los dos al unísono.

Los estaba rechazando...

—¿Estás segura de que todo está bien? —añadió Ed, acercándose a ella con cierta preocupación—. ¿Necesitas hablar?

Por favor, por favor, háganla hablar...

—Sí, estoy bien —se limitó a decir—. ¿Intercambiamos mensajes más tarde?

Los dos asintieron, y le regalaron una sonrisa que ella se forzó en devolver.

—Tú...—me señaló la chica peliverde—, eres el Guardia Dorado, ¿no?

—Sí —respondí con arrogancia—. Brujo Líder del aquelarre del Emperador, mano derecha del mismo y el compañero de Odette —alardeé, la mencionada me miró mal—. Casi su mejor amigo.

Yin-Yang | The Owl House Donde viven las historias. Descúbrelo ahora