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𝓟𝓪𝓼𝓲𝓸𝓷 𝓭𝓮 𝓰𝓪𝓿𝓲𝓷𝓪𝓵𝓮𝓼

—Ay, Tsukato, ¿estás segura de que quieres a ese señor?-suspiró cansado Sanemi-Es demasiado mayor para ti

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—Ay, Tsukato, ¿estás segura de que quieres a ese señor?-suspiró cansado Sanemi-Es demasiado mayor para ti.

Después de tanto alboroto, habían vuelto a casa...

—Es que a mí no me importa su edad, lo único que importa es que lo amo y lo necesito. Él ya se comprometió conmigo, por favor créanle, yo estoy segura de que cumplirá su palabra...

—Pues no me interesa que la cumpla, tendrá que separarte y nos largaremos de aquí-respondió Giyuu.

—¿Cómo así, Giyuu? ¿Ah? ¿Y todo el trabajo que nos ha costado instalarnos aquí? Tú estás loco, hombre– se quejó Tengen.

—Miren, desde que llegamos aquí no hemos tenido más que problemas y más problemas, no vamos a permitir que esta tonta cometa el disparate de casarse con un viejo -aclaró- que no le conviene, así que la única solución es poner tierra de por medio.

—Pues no, esa no es la solución porque yo no me trago el cuento de que Tsukato esté realmente enamorada como dice, cuéntanos, confiesa que lo que te atrajo fue el dinero de ese tipo porque aparte de la plata realmente no veo cuál atractivo le descubriste, Tsukato.

—¿Qué crees? ¿Que soy tan ambiciosa como tú para fijarme en esas cosas? Pues no, bueno, y si fuera así, tú serías el más interesado en que me case con él porque es cierto que tiene dinero y mucho.

—¡Ah, sí? ¿Y cuánto tiene, eh? A ver -respondió medio interesado Uzui.

—No lo sé, pero por lo que me ha contado, él tiene muchas empresas y además vive en una casa muy grande en las afueras.

—Claro, seguramente se trata de esos viejos ricachones que explotan a los trabajadores, igualitos a los que nos sacaron corriendo de nuestras tierras... no te vas a casar con él-respondió Giyuu yéndose.

—Giyuu, Giyuu, escúchame...-murmuró Tengen siguiéndolo hablándole bajito.

—¿Qué diablos te traes?

—Pues algo que podría ser nuestra salvación, vamos a hablar de este asunto detenidamente, ¿verdad?... Pues me estoy oliendo, Giyuu, que esta es la gran oportunidad que hemos esperado durante mucho tiempo ¿me oyes? La gran oportunidad, hombre...-miraba de reojo a su hermana.

Habían salido los tres afuera.

—Se los digo muchachos, es una soberana estupidez oponernos al matrimonio de Tsukato con el señor Kamado. ¿A ver, qué podemos decir de él? ¿Qué podemos exigirle? ¡Si lo tiene todo! Es un hombre adinerado, muy respetado y además está locamente enamorado de Tsukato. ¿No estás de acuerdo conmigo, Sanemi?

—A mí poco me importa que sea millonario, si ella se quiere casar con él y se aman, pues... no hay razón para oponerse, ¿no?

—Giyuu, Giyuu, no seas terco, por favor, debes cambiar de opinión, hombre.

 «=·-𝓟𝓪𝓼𝓲𝓸𝓷 𝓭𝓮 𝓰𝓪𝓿𝓲𝓷𝓪𝓵𝓮𝓼-·=»  (Paisadeishon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora