Descargo de responsabilidad: No soy dueño de Naruto
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Capítulo 11
Naruto siempre había conseguido que Afrodita se sintiera segura y relajada; era una de las razones por las que le quería tanto. Tenía un aura cálida y cariñosa que no se diferenciaba de la de Rea y Hestia, pero era mucho más afectuosa y apasionada; no era familiar, sino romántica. Sus ojos azules, inocentes y vibrantes como diamantes, le derretían el corazón con su ferviente mirada, y sus suaves besos la hacían estremecerse de éxtasis. Todo en Naruto hacía palpitar el corazón de Afrodita y le aseguraba que era el hombre destinado a estar con ella toda la eternidad.
Pero el hombre que tenía delante no poseía ni uno solo de esos atributos.
"Te lo preguntaré de nuevo", su voz era gélida y fría, nada que ver con el tono cálido y afectuoso al que estaba acostumbrada, "¿Quién eres?". La diosa retiró la mano y se apartó ligeramente. "No recuerdo a nadie con un nombre tan poco ortodoxo".
Afrodita se mordió el labio: "¿No me recuerdas en absoluto?".
"Ningún recuerdo en absoluto, pero es interesante encontrar a alguien en este lugar que pudiera acercarse sigilosamente por detrás de mí". Su expresión era estoica y su lenguaje corporal sugería duda y alerta, como si estuviera mirando fijamente a un enemigo. "Las otras personas que aparecen en este lugar suelen mostrarse delante de mí; nunca intentan sorprenderme".
"¿Qué otras personas?", preguntó la Diosa del Amor, en realidad no estaba interesada en otras personas, pero intentaba que la conversación siguiera avanzando para tener más tiempo para pensar.
Naruto se cruzó de brazos, con el chaleco antibalas ceñido al pecho mientras su Haori blanco ondeaba al viento: "Los fragmentos aleatorios de viejos recuerdos, que me persiguen en este vacío de existencia". Exhaló suavemente y entrecerró los ojos: "Aunque tú eres el primero que actúa tan sin causa". Afrodita se sintió confusa mientras él continuaba: "¿No se supone que debes parlotear sobre un tema cualquiera como si acabáramos de encontrarnos por la calle?".
Éste... éste es el paisaje mental de Naruto, el lugar donde se almacenan sus recuerdos más profundos". Afrodita había oído por casualidad a Dionisio y Apolo hablar de esos términos cuando decidieron infligir una nueva forma de locura al mundo. "Este hombre y sus fragmentos deben de ser los recuerdos perdidos de Naruto antes de su accidente, cuando tenía dieciséis años".
"¿Y?", preguntó el hombre con una ceja levantada.
¿Cómo es que esto nunca había sucedido cuando intenté entrar en su conciencia? Afrodita frunció el ceño y miró a su amante: "¿Sólo se puede acceder a este reino durante los sueños? Decidió buscar más información. "¿Recuerdas a las personas que aparecieron ante ti?"
El hombre se apoyó en la barandilla del edificio, como si estuviera intrigado. "Bueno, estaba el hombre de ojos rojos con extraños dibujos negros, la mujer de pelo rosa y ojos verdes, el hombre con un ojo tapado y la mujer de ojos blancos en blanco". Afrodita asintió mientras hablaba: "Normalmente aparecen a mi lado y empiezan a hablar, como si lleváramos mucho tiempo conversando". Se frotó la cabeza y cerró los ojos: "No son más que partes de mis recuerdos perdidos, que vuelven en flashes, como apariciones inquietantes". Abrió los ojos y miró fijamente a Afrodita con sus fríos ojos azules: "De hecho, tú eres la única que ha permanecido intacta tanto tiempo".
"No soy una aparición; soy real". Afrodita se acercó más al hombre y se sintió un poco dolida cuando él pareció tensarse. "Formo parte de tus nuevos recuerdos, de tu nueva vida".
"¿Una nueva vida?", murmuró retóricamente, "Eso no existe".
"¡Sí que existe!", gritó la diosa con fuerza, "Tienes una vida fuera de este lugar, donde tienes tu propia tienda de golosinas y tu propia casa. Tienes dos hijitas, Lacy y Annabeth, y las quieres más que a nada". Se le llenaron los ojos de lágrimas mientras seguía contándole a Naruto su vida real: "Estás obsesionado con el ramen y siempre llevas a las niñas a este sitio de la Quinta Avenida; te encanta ver películas de Disney con ellas; siempre les lees cuentos antes de dormir y les cantas canciones de cuna si no pueden dormir." Se quitó las lágrimas de los ojos, sin importarle si se le estropeaba el maquillaje: "¡Y me tienes a mí! Te quiero, Naruto, ¡y tú me dijiste que también me querías! Prometimos compartir el resto de nuestras vidas juntos".
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Naruto - Amor de padre ✔️
De TodoSer padre soltero con dos niñas pequeñas ya es bastante duro, pero cuando hay monstruos que intentan matarlas todos los días, es aún peor. Bueno, las quiere más de lo que se quiere a sí mismo, así que sólo le queda esperar lo mejor y rezar a las mad...