Un inmortal mágico y un inmortal vampírico

Conociendo al Doctor Cullen

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Mientras Ginny esperaba a Harry, pudo ver cómo un compañero casi atropella a Bella Swan, su nueva amiga. De no haber sido por que Ginny detuvo el auto con su cuerpo y Edward sostenía a Bella, la pobre chica hubiera muerto. 

Lo malo era que tuvieron que llevar a urgencias a Bella y a Ginny, quien al parecer se había fracturado un brazo. 

— ¿Estás bien, Bella? —le preguntaba la pelirroja a la chica—

— Soy yo quien debería preguntarte eso Ginny. —le sonrió— Te rompiste un brazo con tal de ayudarme.

— Tranquila, me he mejorado de heridas peores. —dijo quitándole importancia, el padre de Bella estaba con las dos— Señor Swan, ¿Es policía?

— Sí pequeña, jefe de la policía. —le sonrió el hombre— ¿Y tus padres?

— Están en Italia, un amigo de mi hermano me está cuidando. —contestó Ginny, jugando suavemente con su cabello mientras esperaban al doctor— 

— ¡¡GINNY!! —ups, a Ginny le tocaría una horrible regañada— ¡GINEVRA MOLLY WEASLEY PREWETT! 

Harry entró muy enojado por la puerta. Todos los chicos de la preparatoria estaban sorprendidos, era bellísimo pero venía encabronadísimo también. Corrió al lado de Ginny y cuando vió el brazo roto gritó.

— ¿¡Quién manejaba la camioneta?! 

Al ver el peligro acercarse, Edward explicó las cosas rápido y resumido. Harry perdió color al saber que Ginny había DETENIDO la camioneta entera con su cuerpo, tuvieron que sentarlo a un lado de Bella a causa del susto.

— Buenas tardes señoritas. —llegó un doctor rubio— ¿Qué ha pasado aquí? —preguntó sonriente—

— Casi atropellan a mi hija Carlisle. —dijo el padre de Bella— Pero, atiende a la chica pelirroja, salvó a Bella.

— Muy bien, ¿Cuál es tu nombre, pequeña? —dijo revisando signos vitales—

— Ginny. 

— Bueno Ginny, vamos a revisar ese brazo. —dijo el doctor mientras examinaba la fractura— Parece ser una fractura bastante limpia, vamos a enyesarlo y en poco tiempo estarás como nueva.

— Doctor, ¿Puede atender a Harry también? —pidió Ginny—

— Claro. —dijo Carlisle— ¿Quién es Harry?

— Ese sería yo. —dijo suavemente el azabache— 

Harry y Carlisle se quedaron viendo a los ojos con sorpresa, cada uno se atraía de los  ojos del contrario. Los verdes y profundos ojos de Harry miraban con pasión desconocida los ojos color miel de Carlisle. De no haber sido por un carraspeo de Charlie, ambos seguirían viéndose.

— Bueno, vamos a revisarte, Harry. —dijo el doctor Carlisle, rompiendo el momento tenso— ¿Qué te pasó?

— Esta niña me dijo de golpe lo que había hecho, ¡Casi me mata de un susto! —le reclamó Harry a Ginny— 

— Sólo te dije lo que pasó —contestó sonriente la pelirroja—

— ¡Me dijiste que detuviste la camioneta con el cuerpo! —reclamó— ¡Nada más que se entere Molly y vas a ver!

— ¿No es.. padre de Ginny? —preguntó Carlisle, divertido por la discusión— 

— No, soy amigo de su hermano mayor, me pidieron cuidarla y mire nada más! La dejo un solo día en la escuela y mire lo que pasa! —dramatizó Harry, haciendo reír a todos ahí— 

Al final, Harry llevó a Ginny a casa, agradeciéndole el haber salvado a Bella, quien al final le dijo que Harry hubiera hecho lo mismo. Harry le metió una regañada pero al final le horneó un buen pastel como celebración. 

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— Esme, amor ya llegué! —dijo Carlisle entrando a casa— 

— Estoy en la cocina!! — gritó emocionada su esposa— 

— ¿Amor? — entró a la cocina— 

— ¡Le compré pan dulce al joven Harry! —dijo mostrándole una enorme charola llena de pan—

— Pero linda, ¿Podemos comerlo? —preguntó Carlisle, nervioso por haber gastado en algo que no podrían disfrutar— 

— ¡Sí! —le dijo Esme sonriente— Ya lo probé, está exquisito y podemos comerlo!

— ¿Enserio? —decidió tomar una pieza y darle un mordisco— Santo...! ¡Es delicioso!

— Te lo dije! —comentó feliz Esme, incluso saltando un poco— 

— ¿Qué pasa? —llegaron el resto de los chicos— 

— Prueben el pan que le compré al joven Harry! —dijo Esme dándole una pieza a cada uno— 

— ¿No nos hará daño? —preguntó Rosalie— 

— Para nada —dijo Carlisle, terminando su pieza—

Los chicos dieron una buena mordida a su pan y todos quedaron encantados del sabor sin igual. Hacía varios años que no comían más que sangre de animales, y este pan lo cambiaba todo, quizá incluso sería una costumbre comer ese pan.

— ¡Está delicioso! —exclamó Emmett con la boca llena—

— Sí, es increíble. —afirmó Edward, sorprendido por el sabor—

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