Un inmortal mágico y un inmortal vampírico

Escuela para Ginny, Trabajo para Harry

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Harry tenía mucho dinero. Demasiado podría decir, y eso que le había dado más de tres cuartos de su fortuna a los Weasley.  Aún así y en su enorme castillo caliente, se despertó y buscó un trabajo a las cuatro con veinte de la mañana. 

— ¡Ginny! ¿Estás lista ya? —preguntaba Harry tomando café— 

— Sí Harry, disculpa la tardanza! —llegó a sentarse corriendo— ¿Qué hora es..?

— Son las... ¡OCHO! —gritó asustado— Ginny toma tus cosas, nos vamos ya! 

Harry tomó las llaves del auto mientras Ginny se comía una tostada como podía y se ponía la mochila, junto a su varita bien escondida. Cuando Ginny se subió al auto, Harry empezó una buena carrera a la escuela. Luego vería si abrir una pastelería.

— Ten un lindo día Ginny. —le dió un beso en la frente Harry— ¡Te veré más tarde! 

— Adiós Harry! 

Ginny inhaló profundamente y entró a la escuela mientras escuchaba sus zapatos con poco tacón sonar en el pasillo. Portaba una falda negra con mayas calientes de color piel y por encima, una sudadera gruesa color azul Ravenclaw. Su cabello estaba suelto y no parecía enredarse. 

— ¿Se puede? —le preguntó al maestro— Soy Ginevra Weasley. 

— Claro señorita Weasley, pase. Jóvenes, ella es la señorita Weasley, viene de un internado de Escocia. —el profesor la presentó— Señorita, puede sentarse al lado del joven Hale.

Un chico serio y con el cabello color miel levantó su mano. Ella le agradeció al maestro y caminó hasta el chico.

— Mucho gusto. —asintió con la cabeza la pelirroja— ¿Cuál es tu nombre?

— Me llamo Jasper. ¿Ginevra? —preguntó muy suavemente—

— Ginny. Prefiero Ginny. —pidió la chica—

— Un gusto entonces, Ginny.

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— ¿Sí? —preguntó Harry, en su recién abierta pastelería— ¡Buenas tardes! ¿En qué le puedo servir señorita?

— Mucho gusto, soy Esme. —dijo una preciosa mujer de cabello café— 

— Por favor señorita, elija lo que guste. Todo es apto para cualquier criatura. —sonrió Harry—

— ¿Criatura..? —las alarmas de Esme se dispararon— 

— Sí, son aptos para mascotas también. —Harry abrió los enormes ojos verdes que tenía— Pero para no hacerlo tan largo, es más fácil usar el término criaturas.

— O-oh, si, tiene razón. 

Esme observaba todos los panes y pasteles de ese lugar, tenían formas que nunca había visto. Algunos se veían tiernos y otros daban curiosidad. Uno en especial le llamaba la atención, así que decidió preguntar.

— Disculpe, ¿Qué animal es este? —dijo señalando una pieza de pan—

— Ese es un Occamy. —sonrió Harry, llegando a un lado de Esme— Una serpiente alada. 

— Se ve precioso, ¿Qué usa para cocinarlos? —preguntó metiendo un par a su cesta— 

— Magia. —bromeó Harry—  Y un toque de azúcar de colores.

— ¿Y este? —preguntó tomando uno, que parecía un hombre de las nieves— 

— Un Demiguise.

— Estos se parecen.. —dijo observando detalladamente a dos panes— ¿Son lo mismo?

— Me temo que no, el primero, es un Ave del Trueno. —dijo señalando al dorado— El otro es un Thestral. —y luego señaló al negro—

Al final, Esme llevó más de cinco kilos de pan dulce y uno que otro pastel pequeño. Cuando iba de salida, un castillo la detuvo. 

— Wow.. ¿Este castillo es real? —preguntó Esme— 

— Sí, estudié allí. —se acercó sonriente— Es un internado especial en Escocia. No es famoso por que sólo ciertas personas son elegidas para estar allí. 

— Se ve precioso. —admitió Esme— ¿Puedo tomarle una foto? Se la quiero enviar a mi marido.

— Adelante por favor. 

Esme tomó una foto, le agradeció muchísimo a Harry todo el pan que había comprado y se fue. Harry por su lado estaba feliz de que a alguien le gustara su cocina. Pues de hecho era muy malo en hornear hasta que Molly y Remus le enseñaron. Hablando de Remus, debería escribirle luego, ¡Eso era lo malo de la magia! Interrumpía la tecnología.

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