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No hace mucho tiempo que habías escuchado de la leyenda de Harry Warden. Hace 10 años en el pequeño poblado minero de Valentine Bluffs hubo un derrumbe en la Mina Hanniger, provocando que 6 mineros quedaran atrapados bajo los escombros, gracias a la negligencia de los jefes del lugar. Harry fué uno de los desafortunados que quedó atrapado, él mató a los 5 mineros que estaban con él para conservar el poco oxígeno que quedaba en el lugar del derrumbe, con hambre y sin muchas opciones Harry se comió los cadáveres de sus compañeros.
Te lo habían contado unos amigos, los cuáles apostaron contigo. Si entrabas a la mina y salias ilesa de ahí durante una noche te iban a pagar una buena cantidad de dinero, pero si te ibas antes del amanecer tú eras la que iba a terminar pagandoles a ellos.
Claramente tú no querías eso, ya que muchas veces habías perdido apuestas con esos imbéciles y habías perdido el dinero que te daban tus padres. Ahora no estabas dispuesta a perder tan fácilmente, no creías tanto en esa leyenda, ya que ninguna persona puede sobrevivir en una mina por una jodida década. Así que durante una noche lluviosa tus amigos te acompañaron al bosque donde se encontraba la mina.
Ustedes habían logrado evadir a los policías que pasaban patrullando la zona para que nadie entre, te sentías nerviosa, asustada. Pensar en que ibas a pasar una noche en una mina abandonada, sin nadie a tu lado, sólo tú completamente sola. Tu única compañía serían las luces que iluminaban los largos túneles. Al llegar a la entrada de la mina tus amigos simplemente te dieron una linterna por si se iba la luz ahí abajo.
—Ojalá y no seas una gallina como siempre, ya sabes que nos tendrás que pagar si sales de ahí antes de que amanezca. —Ambos se rieron como idiotas y se alejaron, pero antes de irse uno de ellos te gritó: "¡Cuidado te encuentres a Harry y te meta el pico!." Con eso se fueron riéndose y burlándose de ti, hasta que un momento ya no escuchaste sus risas.—
Te sentías sola, ya se habían ido dejándote a tu suerte. Con un poco de miedo proseguiste a caminar hacia el interior de la mina mientras tenías entre tus manos la linterna que anteriormente te habían dado.
Al ingresar el ambiente se volvió frío, el olor a gases de metano y el extraño humo que venía del fondo de la mina llegó a mi nariz. No era de esperar que oliera a rosas, pero bueno, caminaste algunos minutos por los extensos túneles. Por el suelo habían máscaras de gas tiradas, algunas palas y picos, pero nada inusual.
