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Max revisaba la enorme pila de papeles que cubría su escritorio, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Organizar todo en la empresa era una tarea monumental, especialmente sin su secretaria, quien solía encargarse de gestionar su agenda, comunicar las opiniones de los empleados, revisar sus correos y contribuir en la creación de estrategias para las reuniones de negocios. Como vicepresidente de la empresa, el trabajo se acumulaba rápidamente.

El sonido de una notificación de un correo nuevo se mostró en la computadora, se requería estar presente para una conferencia el día de mañana. Suspiró y dejó caer los papeles sobre la mesa. No podía concentrarse; su mente estaba ocupada pensando en la conversación que necesitaba tener con su hijo sobre el tema ya conocido.

Debía impresionar a los inversionistas extranjeros para que se interesaran en los Verstappen y lo que tenían para ofrecer. Esta era una oportunidad crucial para expandirse a nuevos horizontes. Sin embargo, estaba ese "pero", Max no estaba muy concentrado, de verdad quería hablar con su hijo sobre que: por el momento no podía darle una madre.

Miró el reloj de pared y se dio cuenta de que estaba llegando tarde. Su hijo estaría a punto de salir de la escuela.

— Maldita sea, me estoy retrasando —murmuró, tomando su saco del perchero y apresurándose hacia la puerta. Su hijo era su prioridad.

Salió de su oficina y atravesó los pasillos hasta llegar al ascensor. Una vez abajo, corrió hacia su auto. Tal vez llegaría unos minutos tarde, pero estaría allí para su hijo.

Mientras tanto, en la escuela, Liam esperaba a su papá mientras jugaba con sus compañeros y seguía discutiendo sobre cierto tema que le apasionaba, una madre, ¿Cuando se volvió experto en el tema? Ese mismo día.

— Liam, ¿vas a comprar a alguien para que sea tu mamá? —preguntó el pequeño Ollie, observando al niño rubio con curiosidad.

— ¿Dónde la o lo vas a encontrar? —intervino Michelle, con un brillo travieso en sus ojos.

— No seas bobo, Ollie, se dice alquilar —corrigió Isaac, con tono de superioridad—. Además, ¿Cómo pretendes tener a cualquier mamá? Tienes que buscar a alguien que te quiera de verdad, que te trate con cariño, te dé su amor y te ayude mucho —añadió Isaac, provocando que la sonrisa de Liam se desvaneciera.

El cachorro Verstappen ahora estaba lleno de dudas. Isaac tenía razón, y al ser mayor, sus palabras tenían peso ya que estaba mas cerca de ser un "adulto" (claro, si no consideramos que tenia 11 años). Liam reflexionó: ¿qué pasaría si encontraba a alguien para ser su mamá y no lo quería? Podía ocurrir después de todo. Entonces, primero tendría que elaborar un pequeño plan.

Cruzó sus pequeños brazos y cerró los ojos, sumergiéndose en sus pensamientos. Los otros dos niños se acercaron, ansiosos por saber qué se le ocurría y esperando la respuesta definitiva. Finalmente, Liam abrió los ojos de golpe y sonrió. ¡Tenía una idea!

— ¡Lo tengo! Cuando mi papá no sabe algo en el trabajo, hace una larga fila de palabras en su computadora hasta que aparece una idea brillante en su cabeza. —comentó, con una pequeña sonrisa victoriosa.

— Se dice lista, Liam. —corrigió Isaac, con paciencia.

Oliver aplaudió entusiasmado ante la brillante idea de su amigo. Estaba seguro de que funcionaría.

— Puedes hablar con la mujer que vende gelatinas, la que está en el camino hacia aquí. Tu papá le compra. —sugirió Ollie como primera opción.

Esa mujer parecía una buena candidata para ser una futura madre para Liam, al menos eso pensó él, así que se grabó en la mente la idea, lo escribiría en alguna libreta, pero a veces se le complicaba.

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