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— Perfecto, ahora ya nadie suspichiria que soy un malo malote —murmuró Liam bajo las sábanas de su cama con una sonrisa en labios.

Su padre se había retrasado más de lo esperado. La noche avanzaba y se suponía que Liam debería estar durmiendo, pero su tía Victoria le había pedido que descansara mientras esperaba su llegada. De momento, observaba la pequeña lista en sus manos, iluminada por la tenue luz de su lámpara recargable. El suave resplandor apenas ahuyentaba las sombras que parecían cobrar vida en la habitación.

De repente, la luz principal se encendió, llenando el espacio con claridad y una voz femenina.

— ¿Liam? Se supone que deberías estar dormido —dijo Victoria, quitándole la sábana que lo cubría.—

— Pero tía, no tengo sueño y mi papá no ha llegado por mí.

Victoria suspiró y se sentó en el borde del colchón, mirando los ojos llenos de desilusión del niño.

— Hoy el abuelo le ha dejado más trabajo, así que debes ser paciente. Pero por favor, intenta dormir o al menos hacer algo tranquilo. —tomo la manita de su sobrino, apartando la lista y dejándola de lado en el buró, como si eso pudiera hacer que duerma.—

— De acuerdo —respondió Liam, aunque no estaba muy convencido.

Mientras tanto, Max caminaba de un lado a otro en su oficina, rodeado de montañas de papeleo y preparando todo para una junta importante. Revisaba informes, redactaba correos electrónicos y coordinaba con su equipo los detalles finales. El tiempo parecía un enemigo; a veces volaba, otras se detenía, y esa lucha constante lo frustraba aún más. No era fácil ser el vicepresidente de VAEM (Verstappen and Associates Engine Mechanics), una empresa famosa por exportar motores de coches de alta calidad a todo el mundo.

— Carajo... —murmuró, dejando escapar un suspiro mientras lanzaba unos papeles al aire.

Miró su reloj y el corazón le dio un vuelco al ver cuánto tiempo había perdido. Marcó rápidamente el número de su hermana. El timbre sonó y, tras unos segundos, escuchó la voz de Victoria al otro lado.

— ¿Hola?

— Victoria, perdón por molestarte, pero se me hizo tarde en el trabajo. Tendré que quedarme un poco más para terminar algo. ¿Podrías cuidar de Liam solo un poco más?

Pidió esperando la respuesta positiva de su hermana. Victoria, comprensiva como siempre, acepto sin dudarlo. Sabía lo importante que era el trabajo de Max, y aunque su sobrino no daba problemas, la carga que su hermano había asumido hoy no era justa, se supone que su padre era el encargado de mas de la mitad del trabajo que Max hacia.

— No te preocupes por Liam, estará bien conmigo. Tómate el tiempo que necesites. Solo no te exijas demasiado.

— Muchas gracias, eres un ángel Vicky.

Después de eso, colgó, sintiendo un alivio momentáneo. Su mirada se posó en una pequeña foto enmarcada de su hijo, sonriendo mientras montaba su bicicleta.

Estuvo unos minutos en silencio.

Al diablo con todo, pensó. No podía ser un adicto al trabajo. Su hijo era más importante que cualquier tarea pendiente. Cerró su laptop con fuerza y apagó las luces de la oficina, sintiendo que había tomado la decisión correcta al salir rumbo a casa de su hermana, dejando un caos de papeles detrás.

Al llegar, encontró a Liam despierto, a pesar de lo tarde que era. Max frunció ligeramente el ceño, recordando que su hijo tenía escuela al día siguiente.

— ¡Papá! —exclamó Liam, corriendo hacia él y aferrándose a sus piernas en un abrazo cálido, mientras Max lo levantaba por debajo de los brazos.

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⏰ Última actualización: Oct 07 ⏰

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