Regresemos atrás, a la edad media. En donde gobernaban los reyes, dueños de las tierras, de castillos y del ejercito. En esa época gobernaba el Rey Hyuga Hiashi, junto a sus dos hijas y su sobrino. Todo es paz y tranquilidad para el reino, hasta que...
. . . En las profundidades del calabozo, Hiashi Hyuga, el líder del clan Hyuga, se encontraba encadenado y vigilado por guardias de confianza. La oscuridad del lugar hacía resaltar su expresión serena pero firme. Sabía que su cautiverio era el resultado de las maquinaciones de Madara Uchiha que había logrado infiltrarse y usurpar el trono de su reino.
En un momento de silencio tenso, las puertas del calabozo se abrieron lentamente, revelando la figura imponente de Madara. Sin embargo, esta vez, Hiashi no estaba solo. Había sido controlado por el Sharingan de Obito Uchiha mucho antes de ser encarcelado. La mente de Hiashi había sido manipulada para entregar el poder de la corona a Madara, a quien consideraba un amigo y aliado. Ahora todos pensaban que se había ido del reino por decisión propia.
Hiashi, bajo el control del Sharingan, se levantó con una expresión vacía en su rostro, entregando el símbolo del liderazgo a Madara con una mano temblorosa incapaz de luchar contra la influencia del Sharingan. "Lo siento hijas mías", "No tengo elección".
Madara aceptó el símbolo del liderazgo con una sonrisa satisfecha, consciente del poder que ahora tenía sobre el reino Hyuga.
-Gracias, Hiashi - dijo con frialdad, ocultando su verdadero desprecio detrás de una máscara de amistad. -Ahora, finalmente, nuestro clan estará unido bajo un solo liderazgo.
Pero entonces, Madara se acercó a Hiashi y, con voz ominosa, le reveló su verdadero plan. -Sin embargo, amigo mío, hay algo más que debo hacer", dijo Madara con una sonrisa maliciosa. - Voy a traer de vuelta a tu hija Hinata, y la desposaré. Con ella en mi poder, el clan Hyuga estará completamente a mi merced, aún hay personas que te seguirían hasta la muerte Hiashi.
Los ojos de Hiashi se abrieron con horror mientras absorbía la terrible verdad de las palabras de Madara. Atrapado en las garras del Sharingan de Obito, no podía hacer nada para detenerlo. Sin embargo, una duda surgió en su interior y, con voz temblorosa, preguntó: - ¡Madara! ¿qué hay de mi otra hija, Hanabi? ¿Dónde está ella?.
El nombrado simplemente dio una sonrisa torcida- creo que ya no te queda nada de esperanza Hiashi pero de acuerdo te diré la verdad, para que tengas algo de que aferrarte, la chica es habilidosa he de reconocerlo, tus hijas sí que son escurridizas.
- Su rostro mostró asombro- ¿Entonces ella logró escapar?...
-Se escapó, ¿donde está? No lo sé, pero los sujetos que estaban a cargo de ella ya están muertos por no saber manejarla. Pero la encontraré al igual que Hinata. - el azabache simplemente salió del lugar.
En el calabozo, entre las sombras de la traición y la manipulación, se libraba una batalla de voluntades que determinaría el destino del clan Hyuga y su legado, con Hiashi atrapado en el centro de una red de engaños y ambiciones oscuras.
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Ya en el exterior Madara se dirigió con solemnidad hacia Itachi, sus ojos llenos de determinación y propósito.
-Itachi- su voz resonaba con autoridad. -Sasuke ha salido en busca de Hinata Hyuga, necesitamos utilizarlo para nuestros propósitos. Sé que no sabe su paradero exacto pero apostaría a que la encontrará de una forma u otra. Se ve demasiado... interesado - sube a su caballo-Tu misión es asegurarte de que Sasuke nos lleve hasta Hinata. Una vez que la hayamos encontrado, raptarla será tu tarea y traerla frente a mi.
