Cap 1: Solo el Principio

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Las lágrimas cubrían su visión.

Todo lo qué veía estaba borroso, aunque también podría ser porque todo su mundo se había venido abajo qué su mente estaba desconectada de lo qué la rodeaba.

No sentía el paso del tiempo, era como si todo su ser estuviera desconectado de la realidad, apenas y sentía las gotas de lluvia qué hacía varias horas lo habían empapado.

La oscuridad de la noche ya había cubierto la ciudad de Musutafu.

"Si tanto quieres ser un héroe, hay una forma rápida, confía qué vas a nacer con un don en tu próxima vida y salta del tejado"

Las palabras dichas esa misma tarde por Bakugo resonaron en su cabeza, palabras qué ahora pensaba con total seriedad.

Luego de qué tu ídolo, el único hombre en el qué te apoyaste toda la vida, aquel qué te inspiro, qué te hizo creer qué incluso lo imposible era posible, te dijera qué el sueño qué habías seguido desde qué tenías uso de la razón, el sueño por el qué habías guiado tu vida entera, no era más qué la simple fantasía de un niño.

Eso lo había destrozado.

¿Qué haría ahora?.

Lo único qué quiso toda la vida era ser un héroe qué ayudará a los demás, alguien qué con su sola presencia sacará sonrisas a la gente.

Qué le quedaba, era un niño sin poder alguno en un mundo donde todos tenían alguna habilidad qué los vuelve únicos y especiales.

Guiado por el intenso dolor qué sentía, subió la barandilla qué separaba el tejado del edificio del vacío a su lado.

Mientras evitaba caer sosteniéndose de la barandilla, liberó una de sus manos, sosteniendo su teléfono en su mano, tenía muchos mensajes de su madre, la única persona por la qué lamentaría haber tomado esta decisión, usando su única mano libre, escribió dos palabras en su teléfono "Lo siento".

Con ese último mensaje enviado, volvió a poner su dispositivo en su bolsillo.

Acto seguido, cerró los ojos y soltó la barandilla.

Sintió el aire cubrir su cuerpo mientras se desplomaba hacia el frío concreto al pie del edificio, la sensación de vacío qué ocasionaba su caída solo duró un par de segundos, entonces sintió el golpe, fue muy doloroso.

La presión qué golpeó su cuerpo fue el equivalente a ser atropellado por un camión a 100 kilómetros por hora, cada hueso de su cuerpo se quebró, sus órganos se aplastaron entre sí y lo peor de todo... fue qué aun no murió.

Seguía vivo, dolía, dolía mucho.

Prácticamente todo su cuerpo ardía, intentó gritar, pero al hacerlo se ahogó con su propia sangre, apenas fue capaz de escuchar un grito a un lado suyo, parece qué alguien lo había visto caer, bueno, ya no importaba.

Fue una sensación rara, el abrazo de la muerte.

Y en sus últimos momentos de vida, no pudo evitar pensar en qué ya no sufriría más, nadie lo molestaría por no tener una peculiaridad, nadie lo lastimaría, nadie le diría qué sus sueños eran inútiles y quien sabe, tal vez en su próxima vida realmente tendría una peculiaridad.

Una pequeña sonrisa decoró su rostro y en ese momento, la vida finalmente abandonó su cuerpo.

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Abrió los ojos, completamente renovado, como si no acabara de saltar de un enorme edificio de oficinas, estaba tirado en el suelo, parado en medio de lo qué parecía ser un callejón lleno de basura.

El Guardian InfernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora