♱La muerte♱

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Aún bajo el brillo tenue de la luna llena, Camila caminaba entre las sombras como un espectro

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Aún bajo el brillo tenue de la luna llena, Camila caminaba entre las sombras como un espectro. La ciudad de Los Ángeles estaba sumida en el silencio de la madrugada, mientras las noticias sobre la masacre llenaban las pantallas de los televisores de cada hogar. La penúltima vampira de sangre pura había caído bajo su mano, y con ella, la última de su linaje seguía adelante. Su cuerpo se movía como si estuviera guiado por un impulso primitivo, el reflejo de siglos de guerra y supervivencia. Y aquella noche, Camila había cometido su acto final de venganza.

"-Hija, ¡detente!-" Las palabras de su madre resonaban en su mente, pero ya no podían alcanzarla.

No había titubeo en sus acciones. No podía detenerse. Aquella que se hacía llamar su madre había estado ausente en cada momento de necesidad, y ahora, era solo una más de los muertos que quedaban tras el paso de Camila. Mientras el fuego devoraba su hogar, su piel grisácea reflejaba el calor de las llamas. Su mirada, vacía de emoción, se mantenía fija en el incendio, ajena a las sirenas de bomberos que se acercaban en la distancia.

"-Adiós, madre.-" Susurró con una frialdad que no permitía ninguna vuelta atrás.

La ciudad estaba condenada, pero Camila no lo estaba. Enfundada en prendas negras, holgadas y sin forma, avanzó como un cazador nocturno hacia su próxima víctima: un héroe famoso, pero que para ella no era más que otro nombre en la lista. Sus recuerdos le azotaban la mente, pero ya no le importaba. Había llegado demasiado lejos para detenerse.

El sol brillaba con intensidad al día siguiente, contrastando con la oscura tragedia que los medios de comunicación comenzaban a transmitir

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El sol brillaba con intensidad al día siguiente, contrastando con la oscura tragedia que los medios de comunicación comenzaban a transmitir. En una cafetería cercana al aeropuerto, Camila, sentada en silencio, observaba las noticias sin emoción aparente.

"-...el asesino serial sigue suelto. Se dice que el responsable de la muerte de seis héroes, incluido el héroe número 3 de Estados Unidos, está armado y es extremadamente peligroso.-"

El rostro de Camila permanecía impasible. Su madre, Gabriela, nunca había hablado de ella públicamente. Nadie en ese país conocía su existencia. Incluso su acta de nacimiento estaba registrada en Japón. Así, Camila, una sombra, podía moverse libremente sin que las sospechas recayeran sobre ella.

Una mesera se acercó con una sonrisa radiante.

"-¿Necesita algo más, señorita?-"

Camila levantó la mirada, esbozando una leve sonrisa para disimular su naturaleza. Negó con la cabeza y dejó el dinero sobre la mesa antes de levantarse.

"-Adiós, Estados Unidos...-" Murmuró al salir.

La luz del día era insoportable para su piel, por lo que rápidamente se colocó la capucha de su sudadera y unos lentes oscuros. A pesar del bullicio a su alrededor, su mente permanecía atrapada en los recuerdos de la noche anterior, en el sufrimiento que había marcado cada rincón de su vida.

Caminaba por el aeropuerto, ignorando los rostros a su alrededor, hasta que una voz la detuvo.

"-Disculpa, ¿sabes dónde se compran los boletos?-"

Un joven rubio, claramente extranjero, la miraba con cierta confusión. Camila lo observó por unos segundos antes de notar su acento.

"-Eres japonés.-" Respondió en su idioma nativo, lo que sorprendió al chico. Monoma Neito parpadeó, sorprendido tanto por su respuesta como por su apariencia inusual. La piel grisácea de Camila, sus ojos bicolores-por fuera azules por dentro rojos-y los detalles oscuros que enmarcaban su rostro la hacían parecer fuera de lugar, casi irreal.

Monoma, atrapado en la intensidad de su mirada, tardó unos segundos en responder.

"-Sí... soy japonés... no conozco mucho de aquí.-"

Camila, sin mucha paciencia, lo tomó de la muñeca, sus dedos fríos como el hielo, y lo guió hacia el mostrador de los boletos. El rubio sintió un escalofrío recorrer su columna, pero no opuso resistencia, fascinado por la extraña presencia de la joven.

"-Soy Monoma Neito.-" Dijo él, tratando de iniciar una conversación.

"-Okey.-" Respondió ella con frialdad, sin darle importancia.

Cuando llegaron al mostrador, Monoma dejó escapar un quejido. Camila lo notó de inmediato, viendo cómo el rostro del chico se contraía de dolor. Había apretado su muñeca con demasiada fuerza, sin darse cuenta.

"-Lo siento.-" Soltó rápidamente su agarre, sorprendida por su propia falta de control. Aunque había tratado de moderar su fuerza, su naturaleza vampírica era traicionera. Había roto la muñeca del chico sin querer.

"-Es aquí. Solo necesitas tu pasaporte y dinero. Tu inglés no es malo, te entenderán.-" Intentó arreglar la situación con su habitual tono distante.

Monoma, aún con la muñeca adolorida, asintió y se dirigió al mostrador. A pesar del dolor, su mente no podía apartarse de la enigmática chica frente a él. La observaba mientras ella murmuraba algo en francés, haciéndolo sonrojar.

"-Eres un mignon chaton japonais.-" Dijo ella con una media sonrisa, "Eres un lindo gatito japonés."

Monoma se sonrojó aún más, nervioso y torpe con las palabras.

"-Je suis heureux d'avoir le compliment d'une si belle dame.-" Respondió en su mejor francés, aunque apenas podía concentrarse por la intensa presencia de Camila. "Estoy feliz de tener el halago de una dama tan hermosa."

La joven vampira, sorprendida por la respuesta, rió suavemente, algo que no hacía con frecuencia. Monoma, sin saberlo, le había sacado una sonrisa, una pequeña brecha en la fachada fría de la asesina.

"-Soy Camila, Castillo Camila.-"

Con eso, Camila dio por terminada la conversación, observando cómo Monoma compraba su boleto. El altavoz del aeropuerto anunció el vuelo de las 9 de la mañana. Era su turno de abordar. Se despidió de Monoma con una sonrisa.

"-Adiós, gatito.-"

Monoma la vio alejarse, aún enredado en su propia fascinación por aquella misteriosa chica. Sin embargo, cuando el dolor en su muñeca se intensificó, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Al levantar su manga, vio que el área alrededor de su muñeca comenzaba a ponerse morada.

"-Tendré que ir al hospital...-" Susurró para sí mismo, consciente de que Camila no era una chica común. Había algo peligroso y letal en ella, algo que lo había atraído sin remedio.

 Había algo peligroso y letal en ella, algo que lo había atraído sin remedio

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Dangerous TouchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora