Capítulo 8

62 2 0
                                    

Cuando despierto,me encuentro en una tienda.Está algo desordenada.Abro los ojos muy lentamente,parece que se van a romper de un golpe.Miro a mi derecha.Hay un tigre con los ojos pardos.Cierro los ojos.Espero a que las fuerzas lleguen a mí para incorporarme.Cuando lo hago,me levanto mirando hacia él.Pero está cansado,dormido y no se da cuenta.Si sólo pudiera hacerle saber que estoy bien...Aunque no hay momento para eso.Hago un gesto de dolor,y recuerdo que me dieron un buen cuchillazo.Me levanto la camiseta hasta la zona que duele,y cojo un pequeño espejito.Debe de ser de alguna compañera de Arnau,o de un chico con gustos afeminados ya que es un espejo rosa con brillantes.Inspecciono mi herida.Aunque tengo la total seguridad que él no ha recibido ninguna instrucción o clase de primeros auxilios al contrario que yo,la herida está totalmente vendada.Y bastante fuerte.Pero,supongo que no le habrá puesto ningún tipo de pomada o crema,pues siento como si se me quemara la piel,y como si muchas agujas bailaran.Apunto con el espejito a Arnau.Duerme.Debe de estar cansado.Han sido unos días muy movidos,y la verdad es que no sé cuánto ha pasado desde mi caída.Pero tengo hambre.No quiero despertarle y me niego a comer sin él.Me desato la venda poco a poco,fijándome en cómo me ha vendado él,para luego hacerlo otra vez.Doy gracias por mi memoria.Cojo un botiquín cercano,es una pequeña bolsita de color rojo con una cruz blanca

-Vaya...tienen de todo...parece hasta profesional...-digo susurrando.Tienen desde vendas hasta parches,pasando por todo tipo de pomadas.Selecciono una y me auto-curo.Luego,lo dejo todo en sus sitio,y me vuelvo a vendar exactamente tal y como lo ha hecho él.Me paro un poco a observar la tienda.Es de techo bajo,y casi no tiene porche.Arnau ha amontonado ropa donde debería estar mi cabeza,y a mi alrededor ha puesto varios sacos.Yo estoy en el mío,y Arnau en el suyo.Me pregunto de dónde los habrá sacado.Pero,todo eso ha sido para que no pierda calor.Debió de curarme en el porche.No creo que perdiera mucha sangre,porque no estoy nada pálida,pero él no sabe las cantidades que tiene que llegar a perder una persona para morir,y seguramente se habrá asustado.Mi pobre tigre...Me acerco a él gateando.Está sentado,pero profundamente dormido.Me acerco más a su cara.Hay un reguero de antiguas lágrimas que surcan sus pómulos y le llegan hasta el cuello.Me acerco más a él.Al final,me aparto de su boca y me acerco a su mejilla.Le doy un beso.Sabe salado.Efectivamente,ha estado llorando.Me aparto y me siento en frente de él.No tarda mucho en despertarse,pero cuando lo hace,viene con mucha energía.Me abraza de un modo que me corta la respiración.Pero,como hay alegría en él,correspondo.

-Saori...-me susurra.Me hace cosquillas.Y me río.Él conmigo.Nunca he estado más feliz en mi vida de sentir una media sonrisa juguetona en la cara de alguien.Se aparta y me mira.-¿Te he curado bien la herida?Deberías revisarla...

-Oh no,que va,no me duele.-le miento.No pienso quitarle esa felicidad por un detallito.La verdad es que él está más pálido que yo.

-¿Seguro?-insiste colocándose detrás de mí.Me giro rápidamente.

-Seguro.-afirmo.-Arnau,¿cuánto tiempo ha pasado desde que...?-no termino la frase,porque incluso me da miedo.Él alza el brazo izquierdo y yo lo tomo entre mis manos.Son las siete de la tarde.Ahora me queda averiguar de qué día.

-Hace exactamente siete horas y cincuenta y dos minutos que te desmayaste.-me dice mirando al suelo.

-¡Entonces voy a hacer una buena comida!¿Tú no tienes hambre?-digo alegre.Mueve la boca para contestar,pero su estómago ruge y ya lo hace por él.Me tapo la boca cuando me voy a reír,y él suelta una amplia carcajada.Salimos de la tienda.

-Saori,me gustaría dormir estos dos días que quedan en tu tienda.¿Puedo?-me pregunta cuando sale.Yo simplemente asiento.

-Oye,como queda tan poco para la cena,vamos a darnos algún capricho en el pueblo,¿no?-le digo cerrando las cremalleras.Él sonríe como signo de afirmación.-¿Qué ha pasado con...el chico?-digo algo pesadamente.Los ojos de Arnau se turbian.

Un campamento inolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora