Capitulo 3: "El Encuentro"

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Me encontraba a punto de aterrizar, y una ansiedad indescriptible me recorría por todo el cuerpo

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Me encontraba a punto de aterrizar, y una ansiedad indescriptible me recorría por todo el cuerpo. No solo por el hecho de regresar, sino también por un miedo irracional a que el avión se cayera. Las turbulencias, el sonido de las alas cortando el aire y ese incesante vaivén me daban la sensación de estar a punto de perder el control. A pesar de haber vivido en aviones toda mi vida, nunca me acostumbré. Mi padre había sido un hombre de negocios, siempre viajando, siempre cambiando de hogar. Era lo que conocía; vivir en cuatro casas distintas al año, con una vida llena de maletas y adiós en cada aeropuerto. Cuando papá falleció, las cosas se calmaron. Finalmente, pude encontrar un hogar estable. Sin embargo, el inicio de la fama trajo consigo nuevos viajes, y con ellos, la creciente angustia de tener que subir una vez más a esos malditos aviones.

El aterrizaje fue menos traumático de lo que temía. El avión tocó tierra, y aunque me sentí aliviada, esa misma sensación de miedo persistía en mi estómago. Salí del aeropuerto rápidamente, buscando a mi chofer, que ya me esperaba afuera con mi auto. Mientras caminaba hacia la salida, no pude evitar sentir todas las miradas que se posaban sobre mí. San Marcos es un pueblo pequeño, y aunque la gente me conocía como "la famosa Danna Paola", para muchos, seguía siendo la misma Danna Santos, la huérfana que perdió a su familia. Ese pensamiento me llenaba de rabia, como si el nombre que me habían dado no fuera suficiente para definir quién era. Me sentía atrapada entre dos mundos, pero era algo con lo que tenía que vivir.

Aceleré el paso y apreté las manos sobre el carrito de maletas que, a pesar de estar lleno de cinco grandes y tres pequeñas, parecía no pesar lo suficiente para aliviar mi angustia. Sabía que la noche ya se había instalado, pues las luces del pueblo comenzaban a iluminar las calles. Cuando vi a mi chofer, subí rápidamente al coche. El trayecto hacia la hacienda de mis padres, Oscar y Jimena, me brindaba algo de paz. No eran mis padres biológicos, pero en mi corazón siempre los vi de esa manera. La hacienda, el paisaje de campos interminables, la luna llena... todo me parecía diferente después de tanto tiempo.

Mientras el coche avanzaba por el camino rural, mis pensamientos no dejaban de ser interrumpidos por una extraña sensación de inquietud

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Mientras el coche avanzaba por el camino rural, mis pensamientos no dejaban de ser interrumpidos por una extraña sensación de inquietud. Fue entonces cuando, a lo lejos, vi una camioneta estacionada en la orilla. Dos jóvenes estaban sentados sobre ella, y algo en la escena me pareció fuera de lugar. Era tarde, y no podía entender por qué estarían allí a esa hora. La curiosidad me ganó, a pesar de que San Marcos no era precisamente el lugar más seguro. Había escuchado rumores de varios incidentes recientes. Pero algo en mi interior me decía que debía acercarme, que debía hacer algo.

A new life, A new loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora