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¿Te gustan las cerezas Muichiro-kun?— preguntó aquella bella mujer.
No realmente— respondió— Talvez ninguna fruta en particular.
¿Mmm? Deberías de comerlas mas seguidos— le aconsejo llevándose algunas de cerezas a la boca— Son realmente ricas, saben más deliciosas en compañía— llamando la atención del menor.
Si talvez tengas razón— sonrió, recordando aquel pelirojo que hacía tan cálida su vida— ¡Gracias ya se quehacer!— exclamó con inocencia, bajándose de aquel árbol despidiéndose de aquella mujer que lo miraba con duda.
El amor es muy lindo¿no?— Pasando sus brazos alrededor de las caderas de la chica.
¡RENGOKU-SAN!— Grito avergonzada, al ver a su prometido ser tan apegado a ella.
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