Prologo

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La brisa fresca de la noche acariciaba los rostros de Percival y Nasiens mientras caminaban de regreso a su cabaña después de una velada memorable con sus amigos. Donny, Tristán, Giwain, Lancelot y Anne habían compartido risas, historias y canciones alrededor de una fogata crepitante, creando un ambiente cálido y acogedor.

Percival, un joven caballero de corazón noble y sonrisa contagiosa, se sentía especialmente feliz. La compañía de Nasiens, un hada de belleza incomparable y espíritu libre, lo había cautivado desde el primer momento. Sus conversaciones eran tan profundas como el cielo nocturno y tan ligeras como las plumas que flotaban en la brisa.

Nasiens, por su parte, se encontraba en un estado de ensoñación. La amabilidad y caballerosidad de Percival la habían conmovido profundamente. Su presencia era como un faro de luz que iluminaba su mundo, llenándolo de una calidez que nunca antes había experimentado.

Mientras caminaban en silencio, sus manos se rozaron accidentalmente. Un cosquilleo electrizante recorrió sus cuerpos, intensificando la conexión que ya sentían. Percival, con el corazón palpitando, se atrevió a tomar la mano de Nasiens en la suya. Ella, con una sonrisa tímida, entrelazó sus dedos con los de él.

Al llegar a la cabaña, el deseo que ardía en sus ojos era innegable. Se miraron a los ojos, y sin necesidad de palabras, sus labios se encontraron en un beso apasionado. Un sabor dulce a mango invadió sus sentidos, mezclándose con la fragancia de la noche y el calor de sus cuerpos.

Las estrellas, como testigos silenciosos, observaban la unión de dos almas que desafiaban las leyes de la naturaleza. Percival, un simple humano, y Nasiens, un hada, se entregaban a un amor puro y verdadero, sin importar las diferencias que los separaban.

En esa habitación, bajo la luz tenue de la luna, sus cuerpos se fundieron en uno solo, creando una danza sensual y apasionada. Los besos se sucedían uno tras otro, cada uno más intenso que el anterior, mientras sus palabras susurradas se perdían en la noche.

Esa noche, Percival y Nasiens no solo sellaron su amor con un beso, sino que también escribieron un nuevo capítulo en la historia de su mundo, un capítulo donde el amor verdadero podía florecer incluso entre dos seres tan diferentes.

Sabían que su amor enfrentaría desafíos, pero la fuerza de su conexión les daba la confianza para superarlos juntos. A partir de ese momento, sus vidas se entrelazaron para siempre, unidas por un amor que desafiaba las leyes del tiempo y del espacio.

Brisa Silenciosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora