Capítulo 1

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— Señor, un tripulante quiere hablar con usted.

Habló uno de los sirvientes entrando al camarote con prisa.

— Déjalo entrar, que hablé. Sabes que odio perder el tiempo.

Ordenó el pirata con voz severa, sin alzar la mirada de un montón de papeles y mapas sobre el escritorio en la alcoba.

Un ruido seco cortó el silencio del lugar, proveniente del rehén que cayó al suelo de rodillas, esperando por permiso para hablar. Y una vez con este obtenido comenzó a parlotear.

— S-señor, he escuchado un rumor sobre un toque de queda en Costa Dorada, los pueblerinos se están preparando para la captura de este año.

Dijo el rehén entre tartamudeos, logrando obtener la mirada curiosa del capitán durante unos segundos antes de escucharlo reír secamente volviendo la vista a sus mapas, sobre el escritorio.

— ¿De dónde sacas tanta bobada? 
No hemos estado cerca de costa en poco más de un mes.

Atacó, sonriendo falsamente, dejó sus papeles a un lado y lentamente se acerco al rehén.

— Creo que ya todos aquí saben el destino de un traidor. ¿Me equivocó?

El azabache, se acercó y tomó bruscamente el cabello de la nuca del viejo, haciendo que pusiera sus ojos sobre el y hablará de nuevo.

— No soy un traidor. Lo juro.
¡Escuché el rumor hace unas semanas en un bote de pesca que navegaba cerca de nuestra nave!

Logró confesar el viejo con desespero en su tono de voz.

El pirata una vez más rió sin gracia y soltó con la misma fuerza el cabello de aquel hombre. Se levantó sacando su espalda y alzo la cabeza del rehén con la punta de esta en la barbilla de aquel viejo que temblaba en el suelo.

— ¿Nuestra nave? Mí precioso demonio negro. ¿Te pertenece a ti acaso?
Es difícil creerte, al igual que es difícil toparte con un bote de pesca en aguas profundas, lejos de costa y demasiado cerca de otro barco. Digo, considerando la diferencia de tamaño, y las fuertes corrientes de agua no suena algo muy prudente para un pescador sensato.

Lee know pasó suavemente la hoja de la espada sobre el cuello del contrario, dejando un pequeño hilo de sangre en su garganta, cual estaba atemorizado en el suelo, temblando de miedo.
El no era un traidor, de verdad había escuchado el rumor en un bote de pesca la ultima vez que habían navegado cerca de costa, pero lamentablemente debió haberlo dicho mucho antes, ahora era demasiado tarde.

— Apenas fue un pequeño roce, esta bien afilada.

Dijo después de ver el hilo de sangre en el cuello de aquel viejo, mientras tocaba la hoja de la linda espada de acero probando el filo en su mano.

— Hwang, encárgate de el, hazlo fuera de mi camarote, acaban de limpiarlo.

Demandó el pirata volviendo a sus asuntos como normalmente, pensando de nuevo, si creer o no aquel rumor que había escuchado. En cualquier caso, si ese viejo tenia la razón, un toque de queda no impediría nada.

De una manera u otra, no había cosa que los detuvieran.

— Ah, y si fuera verdad... que hablen antes la próxima vez, si no quieren terminar igual que el.. No, no tiene que haber próxima.

Advirtió severamente y con voz fuerte para que todo el barco escuchara antes de cerrar la puerta del camarote.

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