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La cabeza le daba vueltas y la música parecía hacer eco en su mente. Definitivamente, había tomado un par de copas de más, dejándolo mareado, pero aun lo suficientemente consciente como para saber que no era buena idea que ni él ni Max condujeran de regreso aquella noche.

Se sentía feliz y sabía que era culpa del alcohol, pero no podía evitarlo. El sentimiento simplemente había nacido de su pecho.

El rubio puso un brazo en su hombro, estrujándolo suavemente contra su cuerpo mientras ambos caminaban fuera del club. En sus labios había dibujada una sonrisa boba que delataba su estado, pero al menos también parecía genuinamente contento.

Max sujetaba su chaqueta sobre su hombro y apoyaba su peso sobre él, riendo juntos.

—No podemos conducir así.

—Lo sé, lo sé... —respondió mientras lo soltaba, buscando su celular entre sus bolsillos.

Por un momento pensó que lo había perdido, pero lo terminó encontrando dentro de su chaqueta. Suspiró con alivio al sostenerlo en su mano y solo le tomó un par de segundos pedir un vehículo para que los recogiera.

(...)

Terminaron en casa de Max. El rubio se negó a dejarlo tomar otro viaje solo, tan tarde y tan ebrio y Checo lo entendió, sabía que probablemente se quedaría dormido si pasaba un solo instante más dentro de un auto y preferiría quedarse dormido en el sofá de Max antes de en el auto de un extraño.

Se dejó caer en el sofá, riendo mientras veía al rubio cerrar la puerta. Notó sus mejillas rojas, probablemente a causa del alcohol en su sistema.

—Levántate de ahí —pidió el menor mientras se acercaba—, puedes quedarte en una habitación.

Pero, por el contrario, Sergio se recostó en el sofá, negándose a levantarse.

—Pero me gusta aquí —en sus labios había una sonrisa socarrona.

Max estaba divertido con la situación, pero aun así no iba a ceder. —Vamos, levanta —insistió tomándolo de ambos brazos para hacerlo volver a sentarse—. Te dolerá la espalda si duermes aquí.

El tapatío se quejó por lo bajo cuando el más alto le obligó a sentarse. —Aquí es cómodo —protestó, pero Max le ignoró, jalando con fuerza de sus brazos hasta que lo hizo ponerse de pie.

Ambos soltaron una risa. Sus miradas se encontraron y sintió cómo su respiración se volvía más lenta al notar la cercanía entre sus cuerpos y la firme gentileza con la que Max lo sostenía.

—Dormirás mejor si te quedas en la cama.

Checo finalmente accedió, asintiendo y lo siguió escalera arriba hasta una de las habitaciones que estaban desocupadas. El ojiazul empujó la puerta para abrirla y su otra mano seguía sujetando el brazo del mayor.

Entró detrás de él y se tumbó en la cama, suspirando. Tenía que darle la razón y admitir que la cama era mucho más cómoda que el sofá de su salón, pero le daría la razón en silencio.

—Gracias por lo de hoy —sus palabras capturaron la atención del más joven, haciendo que lo mirase.

—¿Esto? Solo es una tontería —respondió, intentando quitarle la importancia que Sergio intentaba darle.

—Pero ha sido divertido —le sonrió y estiró una mano en su dirección—. Ven.

Max giró los ojos con diversión y se acercó hasta quedar sentado a su lado, en uno de los bordes de la cama. Estaba listo para uno de esos típicos discursos que las personas dan cuando están ebrias, pero se quedó congelado cuando los labios del mayor se posaron sobre los suyos.

Sintió el calor subir por sus mejillas mientras Sergio lo besaba.  

𝐈 𝐥𝐨𝐯𝐞 𝐮 「𝐂𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora