Calíope Cass siempre había sido una chica que seguía las reglas. No importaba quién las impusiera, ella las obedecía sin cuestionarlas, sin importar lo que tuviera que sacrificar, ni siquiera su propia dignidad.
¿Quieres ser una de nosotros?
Regla número uno: no prestar atención a los raros. (A menos que decidamos lo contrario.)
Regla número dos: no hablar con los que no hablamos.
Regla número tres: obedecer siempre.
Regla número cuatro: seguir todas las reglas anteriores.
A lo largo de su vida, Calíope hizo lo que fuera necesario para evitar repetir el dolor de su pasado.
Hasta que llegó el.
Raziel Dagger.
Ella no podía hablarle, ni mirarle, ni ser amable con él. Al menos no frente a ellos. Aunque no tenía poder, sabía que Hunter, el cabecilla del grupo, sentía algo por ella, y eso jugaba a su favor en algunas ocasiones, pero en otras... en su contra.
Raziel era el chico raro al que nunca podría hacerle lo que le ordenaban. El chico raro a quien no podía defender, aunque por dentro deseara hacerlo. Aquél que, un día, harto de todo, apuñaló la mano de Hunter, ganándose una expulsión. Esa imagen nunca desaparecería de la mente de Calíope. Ni siquiera en la universidad lejos de todo eso lograba olvidar lo sucedido. Ya no era una niña, ya no tenía quince malditos años. Entonces, ¿por qué no lograba borrar la imagen de Raziel de su mente?
De ángel, solo le quedaba el nombre.
Raziel era el diablo en persona.
Y regresó para desestabilizarlo todo.
El caos no lo acompañaba, porque él era el caos. Cada paso que daba dejaba una huella de sangre marcada en el suelo. Todo lo que tocaba lo rompía. Porque así era él. Para Calíope, el diablo ya tenía rostro, y ese rostro escapó del infierno, regresando en forma de una sonrisa maquiavélicamente hermosa. Con unos ojos dorados que solo reflejaban vacío. Con una actitud mezquina y una pasión desenfrenada.
Lo conocía bien, y odiaba desearlo con todas sus fuerzas. Él, con su astuta manipulación, la empujó a pecar, a morder la manzana prohibida. Él fue responsable de sus tentaciones, de sus actos y errores.
No solo era malvado, también poseía una inteligencia peligrosa y un carisma irresistible. Te envolvía en sus garras, te consumía hasta el último de tus alientos. Te hacía romper cada regla y disfrutar de ello.
Él, y solo él.
Para ella el diablo ya tenía rostro, y ese rostro era el de Raziel Dagger.
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Prisionera del Diablo✔️ (Completa)
Misterio / SuspensoNo solo era malvado, también poseía una inteligencia peligrosa y un carisma irresistible. Te envolvía en sus garras, te consumía hasta el último de tus alientos. Te hacía romper cada regla y disfrutar de ello. Él, y solo él. Para ella el diablo ya...