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En el despacho de Claudia Sheinbaum, la tarde era tranquila pero cargada de tensión. Xóchitl entró con paso firme pero con una mirada de tristeza en sus ojos, algo estaba pasando.

—¿Xóchitl? 

—Te extraña verme en tu despacho ¿Verdad? —Soltó una clásica risa.

—Supongo, pues… qué gusto verte. ¿Cómo has estado? Bueno, fuera de todo esto.

—Bien, Claudia pero… No puedo evitar sentirme triste por cómo se dieron las cosas.

—Lo sé. También lo siento profundamente. Esta candidatura nos ha cambiado la vida para mal en muchas cosas.

Xóchitl suspira, tomando asiento frente a Claudia con temor.

—¿Puedo? 

—Claro, toma asiento, no te voy a comer. Sólo déjame cerrar con el pestillo porque si te ven aquí me matan y a ti ni se diga, ya te mataron.

—Tienes toda la razón.

—Siempre. —Claudia le dedicó una mirada y se dirigió a la puerta.

—Antes éramos un equipo Claud, trabajamos juntas por un objetivo en común. Ahora nos vemos en lados opuestos de una contienda política.

—Es algo que nunca hubiera imaginado. Nuestra amistad y colaboración eran tan importantes para mí cómo para ti Xóchitl.

—Lo eran pero ahora... parece que todo eso ha quedado atrás.

—¿Sabes algo? —Habló la más alta.

—¿Qué? —Cuestionó.

—A veces… A veces me pregunto si valió la pena. —Dijo mientras jugaba con un bolígrafo que tenía a mano.

—No lo sé, después de las discusiones y el debate, pero al final del día, ambas queremos lo mejor para nuestro país, ¿verdad?

—Sí, eso es cierto. Aunque estemos en lados opuestos, seguimos teniendo ese mismo objetivo que no dejaremos nunca.

Un momento de completo silencio cae sobre la habitación, cargado de nostalgia y reflexión para ambas candidatas.

—Quizás algún día podamos recuperar lo que teníamos antes Claudia. —Carraspea. —Tengo confianza de que algún día…

—Ojalá así sea. Nuestra amistad no debería ser sacrificada en el altar de la política.

—Estoy de acuerdo, son las ocho y media, tengo que irme, el tráfico está bien jodido como para tener que usar la bicicleta que me dieron.

—¿De verdad te vas a ir en esa cosa? —Rió.

—¿Tengo otra opción? —Se unió a la risa.

—Deja que te lleve mujer. Mira, ponte las gafas y tengo un abrigo.
—No, cómo crees ya es de noche, mañana tienes discurso.

—¿Segura?

—Si, de verdad. Tengo 60 aún puedo manejar la bici.

—Pídele a tus jefes algo más cómodo, ¿ no?

—Me iban a dar una patineta…

—No bueno, la bici está bien.

—Nos vemos Claudia.

—Así será Xóchitl.

Xóchitl se comenzó a acercar a la puerta con la mirada baja. De un momento a otro retrocedió un paso.

—Claudia…

—¿Sí?

—Aunque me cueste decirlo, perdón por todo el odio que te he tirado y que te tengo que seguir tirando ahí afuera.

Claudia la miró con tristeza pero sonrió con resignación.

—No te preocupes tanto por eso… En realidad me sentí como Teresa cuando dijiste lo de "Fría y calculadora".

Xóchitl sólo se reservó un simple “gracias” y salió inmediatamente del lugar sintiendo que su mundo se volvía pequeño sin saber el motivo de aquél sentimiento extraño.

Claudia x Xóchitl Fanfic ¿No te parece una pena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora