VI

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Yo ya había llegado a casa, ya hasta estaba acostado en mi cómoda cama pero esos ojos azules no me lo podía sacar de la cabeza, era como si me hubieran hipnotizado con tan solo verlos. 

Pero había llegado a una conclusión. Claramente yo antes había visto esos ojos, pero mi duda era en dónde y en quién también ese pelo azulado lo he visto, Pero la pregunta seguía ahí "¿en dónde?"

Esta noche no tenía sentido, primero me escapé de mi hogar para hacer una tontería o más bien una travesura después sentí como alguien me estaba acosando pero ese antojo de helado no te meteré de mi cabeza Y entonces lo ignoré y ahora después que ya estaba sentado esperando los fuegos artificiales aparece dónde vas esa sensación y eso me volteo y ahí estaba ese ahí estaba ese chico, se veía como si fuera un espía. Sentía como su presencia era tan abundante  pero a la vez su aura era tan cálida que hasta ahorita de mi ronroneaba.

Pensar tanto ya me estaba comenzando a doler y fastidiar la cabeza, por estas tan altas horas así que tan solo me tapé y me acomode en mi gran e suave cama, hizo que esa diminuta migraña se desapareciera creando mucho sueño, me obligaba a qué me pegué un sueño y de los largo pero no me intereso, dormir es dormir.

Esta vez mi cerebro recreo esa noche tan inolvidable, pude sentir como mis mejillas se tornaron de un rosa y un escalofrío recorría todo mi cuerpo "¿quién eres hombre de cabellera azul" Quería decirle esto aunque tan solo sea un sueño, quería que él me respondiera esa simple pregunta. Ya se estaba nublando el sueño pero pude escuchar unas simples palabras que provenían de él tan solo que al final no pude entenderlo.

—Por favor Alice… no te olvides de mi, soy Iru...

Me desperté de golpe, ya por fin había recordado algo más que no fueran mis gemidos y suplica que fuera más rápido pero ¿Cómo qué Iru? Antes de que me diera cuenta ya estaba dando vueltas al asunto, como recién estaba amaneciendo tenía tiempo para descansar más pero un ruido pequeño que proviene de mi estómago me hizo perder el sueño. 

—¿Qué sucede mi niño? — Todavía se me hacía un poco extraño hablar al ser que está literalmente dentro de mi vientre pero a veces se sentía reconfortante, me sobaba mi pancita con delicadeza y como respuesta recibí otro sonido de mi estomago —Esta bien criatura del mal, ya había buscado comida para los dos —en ese momento me dio ganas de un café frío, solo eso nada de ningún acompañante, pero el doctor nos prohibido a mi y a mi hijo todo lo que tenga cafeína, así que un rato pensando llegue a la conclusión que sería mejor un chocolate caliente, mm eso me sonaba bien.

Me levanté de mi cama con cuidado e intente cerrar la puerta de mi habitación con suma lentitud para que no haga ningún ruido y que David o mi madre se despertarán, a dar por cumplido mi misión de cerrar la puerta, ahora estaba la segunda misión de no hacer ruido ni siquiera un movimiento brusco al buscar las cosas que necesitaría en la cocina, esta si sería complicada para terminarla con éxito pero claro que tampoco iba a ser imposible.

Por fin ya había agarrado todo lo necesitado para ese antojito que tiene el demonio dentro de mí, comencé a preparar mi delicioso café, mientras preparaba los ingredientes sentí algo que me perseguía pero se sentía tan ligero así que llegué a la conclusión de que era unos de esos insecto que mi madre había puesto, según ella para que las malas energías afectarán al bebé.

Después de haber terminado mi querido café me dirigí a mi cuarto sin antes lavar lo que había utilizado. Tan solo en sentir ese delicioso aroma a café, ya sentía tanto sueño y tantas ganas de tomarlo de un solo golpe así que aunque este esté caliente me lo tomé con un poco de rapidez, ya terminado, dejé mi taza en el mini ropero que tengo alado de mi cama y con el sueño más pesado del mundo me fui a dormir.

Ya era otro día, ya no me sentía ni cansado ni con ningún dolor estomacal, se sentía tan relajante que hasta ánimos de leer tres libros completos y todavía tuviera energía, pero ese sentimiento de que algo me seguía no esfumaba, aunque me vieran como loco en gritarle a mi sombra de la nada por tan solo sentir que me estaban acosando llegó mi madre con un ramo de rosas negras... mi favoritas. 

—Oh madre, no tenías que haberme regalado esto — Puede ver cómo mi queridísima madre me negaba con su cabeza.

—No cariño, aún que si te mandé a qué te hagan un lindísimo regalo sorpresa no tan sorpresa, este ramo no te lo regale yo, ni nadie en esta mansión.

—Entonces ¿Quien me pudo aver enviado? — Ne hacía un poco más al ramo grande de rosas negras, olían tan bien como la última vez que sostuve una.

—Intente averiguar quién te lo había traído pero nada, no había ninguna pista, ni siquiera una carta ni nada.

—Oh, que lastima. Quisiera saber quién fue el que me había entregado tal regalo.

—Yo también, pero sabes lo bueno de esto. — Mi madre sonrió misteriosa y con una voz un tanto baja rio. — ¡Tienes un admirador secreto!.

Sin darme cuenta una risa no tan escondida se me escapó. 

—Ay madre, cómo crees que voy a tener un “admirador” secreto sabiendo que ni siquiera salgo al patio.

Aunque se escuchaba bobo era verdad, más o menos me dejaban estar en la ventana. Eso de salir al exterior me lo había prohibido como las ganas de seguir leyendo el mismo libro de maternidad que el doctor me recomendó.

—Nadie sabe hijo — Mi madre sonrió, pero no esas sonrisas normales de ella, que en sí eran coquetas, está era igual como las demás para demasiado picaronas para mí madre.

—Por favor madre, no hagas ese tipo de sonrisas — Dije un tanto avergonzado.

Mi madre al ver está situación, tan solo se tapó los labios mientras reía bajamente y me miraba con unos ojos de burla, mi rostro se sonrojo al saber lo que mi madre estaba pensando.

—No, madre no — Cerré mis ojos intentando no ver lo que ella quería hacer.

—¡Ay! Mi hijo tiene novio — O si que mi madre no tiene un tanto de madurez para decirle eso a su propio hijo y lo peor es que no dejaba de repetir esa horripilante frase.

Intenté ignorarla pero fue en vano, también intenté parecerme molesto pero los resultados seguían siendo lo mismo ya un poco irritado solté las palabras que tanto tenía atascado en lo más profundo de mi ser.

—¡No! Yo no tengo novio mamá — Y de la nada mi madre se quedó callada, acaso yo dije algo inapropiado o lastime a mi queridísima madre, antes de disculparme otra voz no conocida hizo presencia en la sala.

—Sr Asmadeus, pensé que usted tenía pareja.

—¿Eh? — Puse mi mirada en la nueva persona que estaba en el hogar

—¿Eh? — Puse mi mirada en la nueva persona que estaba en el hogar

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⏰ Última actualización: May 29 ⏰

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