Capitulo 18 [Traición]

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-"La Roca Hirviente" Es la cárcel donde se llevaron a los capturados en el Día del Sol Negro-. Recordaba Indra, viajando hacia dicho sitio.

La seriedad de Mai dejaba claro que algo estaba pasando en aquel lugar, y que la situación era muy seria.

-Recibimos información de que el Príncipe Zuko se encuentra en la cárcel, quizás planea liberar a los prisioneros capturados-. Comentó Indra, quien, como ya era costumbre, estaba acompañando a Azula.

Por su parte, la princesa se mostró algo curiosa al enterarse de la presencia de su hermano en la cárcel. No podía evitar preguntarse qué estaba haciendo allí, y si realmente planeaba liberar a los prisioneros. Sin embargo, no permitió que esta curiosidad la distrajera de su misión principal: eliminar a Zuko. La princesa sabía que su hermano era una amenaza potencial a su posición y la Nación del Fuego, y estaba decidida a hacer lo que fuera necesario para neutralizarlo.

-Ha de estar listos, si el Avatar ahora también sabe fuego control, será aún más molesto-. Exclamaba Indra, adelantándose a la posibilidad de que el maestro de los cuatro elementos se volviera más irritante.

-Como siempre, estoy de acuerdo contigo, esto se tornaría realmente fastidioso-. Afirmó Azula, con una expresión de cansancio en su rostro.

Tras unos cuantos minutos de caminata, el grupo llegó finalmente a la cárcel, donde fueron, recibidos con gran formalidad y respeto. Indra ya era, muy conocido entre los soldados de la Nación del Fuego. Su poder y forma de ser, era algo de temer y admirar, además de su cercanía con un miembro de la realeza. Los soldados sabían que Indra era alguien a quien no se debía desafiar, y por eso se mostraban respetuosos y obedientes en su presencia.

-Recuerdo haber leído sobre este lugar en la biblioteca de la Nación del Fuego. Es una cárcel conocida por su seguridad inquebrantable, ya que nadie nunca ha sido capaz de escapar de ella-. Recordaría Indra. Visualizando mentalmente la información que había obtenido.

El pelinegro, absorto en sus pensamientos, no pronunció ni una palabra mientras caminaban hacia la celda de Zuko. Sus ojos estaban fijos en el entorno, analizando cada detalle y buscando posibles peligros o amenazas. A pesar de que las demás personas presentes estaban hablando e interactuando entre sí, Indra permaneció en silencio, concentrado en su tarea. Su comportamiento distante y desapegado hacía que los guardias y prisioneros lo miraran con temor y respeto, sabiendo que era alguien con quien no se debía jugar.

-En verdad eres estúpido, te dejaste engañar muy fácilmente-. Fueron las únicas palabras que Indra diría al encargado de la cárcel, luego que la princesa negara que el guardia capturado fuera el traidor que buscaban.

El repentino sonido de una alarma resonó en las instalaciones, seguido por la masiva salida de los prisioneros de sus celdas. La situación sobresaltar todos los presentes, quienes trataron de reaccionar rápidamente a contener el motín que comenzaba a desatarse. Los guardias se movilizaron para reducir a los rebeldes y evitar que la situación se saliera de control.

-Ahora entiendo-. Reflexionó Indra. Tras analizar rápidamente lo que ocurriría. En cuestión de segundos, había captado la naturaleza del problema y estaba listo para tomar medidas, aunque no parecía que fuera a involucrarse.

Tal y como el Ōtsutsuki había deducido, los carceleros comenzaron a utilizar la violencia contra todos los que se encontraban en su camino. No se detuvieron ante nada ni nadie, y no dudaron en emplear la fuerza brutal para aumentar la revuelta en la cárcel. La situación se volvía cada vez más peligrosa y violenta.

-Indra...-. Exclamaba Azula, con una imponente calma, como si esto no fuera un problema.

Saltando hacia el centro de la manifestación, el Ōtsutsuki comenzaría unos rápidos movimientos de manos.

-De acuerdo, si mal no recuerdo, era algo así, Chidori Nagashi-. Dijo Indra, extendiendo sus palmas y liberando una descarga eléctrica por todo el lugar. La corriente se propagó por la cárcel, paralizando a los guardias y prisioneros que se encontraban cerca. El poder del Chidori Nagashi era impresionante, permitía atacar a varios objetivos a la vez y neutralizarlos con facilidad. Indra sabía que esta técnica era muy útil en situaciones en las que había muchos oponentes.

Los espectadores y los afectados no podían creer lo que sucedió. Los maestros del fuego estaban, asombrados ante la demostración de control del pelinegro, nunca habían visto a alguien manejar el relámpago con tanta habilidad y precisión.

-Pese a mi intervención, lograron secuestrar al Alcaide. Creo que se merecen que solo observe la situación-. Pensaba Indra, quien pudo percatarse de esto con ayuda de sus ojos especiales.

Desapareciendo en una descarga eléctrica. El pelinegro, tomaría asiento en un lugar alto, analizando como se envolvía la circunstancia. Si bien el plan de los individuos a fugarse, era simple, llamaría lo suficiente la atención del Ōtsutsuki, para permitirles avanzar en este.

-Es el chico de la tribu del agua...-. Reconocía Indra, visualizando el combate desde la lejanía.

Los prisioneros y el alcalde se encontraban en una situación riesgosa, ya que las cuerdas del teleférico estaban siendo cortadas, lo que provocaba que el vehículo se balanceara y se moviera peligrosamente.

-¿Pero qué está haciendo?-. Exclamaron en unísono Indra y Azula, al ver cómo Mai ayudaba a los prisioneros a escapar.

La traición de Mai no era algo que la princesa pudiera ignorar, y por parte de Indra también parecía estar de acuerdo. Azula, estaba furiosa y se sintió engañada por su amiga, quien había decidido ponerse del lado de los prisioneros en vez de apoyar a la Nación del Fuego. Para Azula, esto era una traición inaceptable y no podía permitir que alguien que era cercana a ella se pusiera en contra de su nación.

-Gran trabajo, escapando-. Elogiaba Indra, quien se encontraba encima del techo de la salida del teleférico.

El miedo se apoderó de Zuko con solo escuchar su voz, cosa que llamaría la atención de todos, en especial al chico de la tribu del agua, quien nunca vio a su compañero en un estado siquiera similar.

-Tengo que tratar con tu hermana, antes que queme toda la prisión. Nos veremos en otro momento, príncipe Zuko-. Se despedía Indra, asegurando que tenía algo más importante de lo que ocuparse.

A pesar de que Mai y Ty Lee conocían la velocidad del pelinegro, ninguna de las dos estaba preparada para la rapidez con la que Indra las derribó. La sorpresa se reflejó en sus rostros cuando se dieron cuenta de que no podían escapar de su ataque.

-¡Enciérrenlas donde no pueda verlas!-. Gritó Azula con ira, mientras intentaba mantenerse de pie con la ayuda de un guardia. La princesa estaba furiosa y herida por la traición de sus amigas, y no quería tener que verlas otra vez. Los guardas obedecieron rápidamente y se llevaron a Mai y Ty Lee a una celda lejana, donde no podrían causar más problemas.

Indra tomó a Azula en sus brazos, sabiendo que ella necesitaba su apoyo en ese momento. La princesa estaba débil y no podía mover sus extremidades, por lo que Indra decidió ayudarla y llevarla consigo hasta que pudiera recuperarse.

Espiritualidad Ōtsutsuki (Indra en el mundo de Avatar: La leyenda de Aang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora