Capitulo 8 [Adaptándose]

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Ocultando su verdadera naturaleza, el pelinegro se hallaba saboreando tranquilamente una taza de té, sumergido en un profundo silencio y absorto en sus reflexiones.

-Es tal y como pensé, ahora poseo un gran porcentaje de mi poder de regreso. Aún no puedo permitirme utilizarlo tanto tiempo como dese, tendré que entrenar y adaptarme a mis limitaciones-. Razonaba Indra, dejando la cafetería luego de haber pagado.

Dirigiendo su atención al denso y misterioso corazón del bosque por donde una vez llego, el Ōtsutsuki inició un camino en una región remota y solitaria, buscando alejarse lo más posible de la aldea cercana.

-Este lugar será útil para mis propósitos. Debo resolver esta debilidad antes de seguir avanzando. No puedo permitir que me desvíe de mi objetivo- Evaluaba fríamente el Ōtsutsuki, concluyó que era preferible evitar llamar la atención por el momento.

Agua, Fuego, Viento y Tierra, eran los elementos que el pelinegro demostró a medida que su entrenamiento avanzaba.

-Tal y como pensé. Puedo mantener mi Sharingan sin muchos problemas, pero no será posible hacer lo mismo con el Mangekyo y todas sus habilidades que esto conlleva-. Fue la conclusión que el Ōtsutsuki llegaría, luego de practicar un largo rato con su nueva limitación.

Empleando una técnica diferente a las que había utilizado antes para manipular los elementos, el hombre extendió sus manos, formando una serie de extraños movimientos con sus dedos en el aire. De repente, un fulgurante rayo emergió de su palma, impactando con una poderosa roca cercana, reduciéndola a pedazos.

Cualquier persona corriente, se asombraría por lo que acabaría de hacer, pero el pelinegro solo poseía un rostro de decepción.

-Mi estilo rayó ha disminuido bruscamente, aunque supongo que deberá ser el que más utilice, al igual que el Kato (Elemento Fuego), este consume muy poco de mi chakra-. Los pensamientos del pelinegro, parecen no llegar a ninguna parte, por lo que cambiaria a una posición de meditación.

A pesar de que tal vez no fue su intención, su reflexión inadvertidamente desenterró recuerdos de su pasado, desplazándolos desde los confines de su mente hasta su conciencia presente. Estas remembranzas llegaban en forma de fragmentos de un viejo sueño, resurgieron en su mente y se mezclaron con sus pensamientos actuales.

-Hermano, ¿cómo puedes tanto?-. Preguntaba un infante hacia un pequeño Indra, quien poseía varios manuscritos por leer enfrente suya.

Una gran biblioteca de libros era el lugar donde ambos niños se encontraban.

-¿Cómo es que, Papa, puede escribir tanto?-. Volvería a cuestionar el infante, asombrándose por los muchos escritos que su familiar ya había producido.

A partir de ese momento, el tiempo que una vez paso con su hermano, comenzarían a reflejar en su memoria, siendo la aparición de un extraño individuo lo que traería nuevamente la profunda oscuridad.

-Ashura... Sigues molestándome-. Exclamaba Indra al aire, saliendo de su estado de meditación.

Con una delicada y casi imperceptible manipulación de sus manos. El pelinegro desprendió una diminuta llamarada de energía ardiente desde sus palmas. La pequeña flama bailoteó por un instante antes de extinguirse, dejando solo una tenue huella de humo en el aire.

-Este es el ritmo perfecto, con ayuda de mi Sharingan puedo nivelar mi energía para consumir lo menos posible, aunque deba de desistir del Mangekyo-. Analiza el Ōtsutsuki, recordando como en su infancia había investigado el Chakra a través de las notas de su Padre.

Dotado con unos ojos carmesís brillantes, el poder de concentración y el dominio sobre su energía habían aumentado notablemente para el Ōtsutsuki, algo que en su vida pasada nunca fue necesario realizar.

-Esto me ayudará a recolectar más Chakra, aunque este mundo sea casi nulo, de alguna manera tendré que solucionar esta falta de energía-. Pensaba Indra, notando que aún poseía una limitación por parte de la realidad que ahora vivía.

A pesar de tener superado su principal obstáculo, el pelinegro no parecía satisfecho, ya que incluso habiendo recuperado gran parte de su poder, tendría que seguir reprimiéndose para evitar volver a ser vulnerable.

-Los maestros elementales son verdaderamente problemáticos. Es por eso que debo investigar más este mundo, antes de centrarme en el Avatar-. Razonaba Indra, considerando el adaptarse aún más a su nueva realidad.

Los pocos combates que el Ōtsutsuki vio y experimento durante su viaje, se enfocaban en su mente en método de análisis.

-Ahora que puedo mantener el Sharingan, será más sencillo anticiparme a sus ataques, solo debo adaptarme a su manejo elemental-. Fue la conclusión que Indra, llegaría luego de unos pocos segundos.

Contemplando la brillante luna de aquella noche, se despertaría en el pelinegro un recuerdo vívido de lo sucedido en el Polo Norte, como si los acontecimientos se hicieran aún presentes.

-El equilibrio es muy importante en este mundo, la muerte de ese espíritu era algo que no se podía permitir-. Remarcaba Indra, un pensamiento que en su momento tuvo.

A su regreso al pueblo, la fauna del bosque atrajo la atención del Ōtsutsuki, pues aunque ya tránsito antes por ese mismo camino, no había parado a observar los seres vivos que lo rodeaban. Sin embargo, gracias a su Sharingan, ahora podía ver con mucha claridad cada uno de ellos, ya sean pequeños, rápidos o expertos en camuflaje con el entorno.

-Yo sabía que ya no estaba en casa, pero incluso en este mundo, puedo ver todo con tanta claridad-. Pensaba Indra, comprendiendo una vez más el cambio de realidad que se encontraba, cosa que se reforzaba con solo echar un vistazo.

Con la ayuda del mapa que tomó de la Tribu del Agua del Norte, el Ōtsutsuki se concentró en una nueva ubicación hacia la cual dirigirse, pues parecía haber decidido su próximo movimiento de antemano.

-Practicaré de camino, no puedo seguir perdiendo tiempo, necesito explorar y comprender aún más este mundo, y sobre todo la forma de liberarme por completo de estas ataduras-. Concluía Indra, sus principales objetivos, reanudando su camino entre las sombras del bosque.

Recuperando su velocidad, el Ōtsutsuki mostró una vez más su extraordinaria agilidad. Impulsándose con las ramas de los árboles y utilizándolas para desplazarse con rapidez.

-Agua, Fuego, Viento... y, claro, también debo ver en acción a un Maestro Tierra-. Ese fue el pensamiento que se formó en la mente de Indra, enfocándose en la única pieza del rompecabezas que le faltaba por descubrir.

Espiritualidad Ōtsutsuki (Indra en el mundo de Avatar: La leyenda de Aang)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora