Las Profundidades de la Ciudad

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La ciudad estaba envuelta en una densa niebla que se deslizaba entre los edificios como un manto fantasmal. Las luces de los faroles titilaban débilmente, apenas iluminando las calles desiertas. Era una noche de febrero de 1932, y el aire estaba cargado de un aura de misterio y peligro.

En una taberna sombría, seis periodistas se reunieron en torno a una mesa de madera desgastada. Hablaban en voz baja, intercambiando historias de terror y leyendas urbanas. Entre susurros y risas nerviosas, surgió el tema de los caimanes prehistóricos que se decía habitaban las alcantarillas de la ciudad.

"Es solo una historia para asustar a los niños", dijo uno de los periodistas, intentando desviar la conversación hacia algo más sensato.

"Pero ¿y si no lo es?" intervino otro, con un brillo de curiosidad en los ojos. "¿Y si realmente hay criaturas acechando en las sombras bajo nuestros pies?"

Las palabras resonaron en la mente de todos. La idea de explorar las alcantarillas para descubrir la verdad detrás de la leyenda comenzó a tomar forma.

Finalmente, después de unas cuantas rondas de whisky para fortalecer sus nervios, los seis periodistas se pusieron de pie y salieron a la noche oscura. Con linternas en mano y cámaras fotográficas colgando de sus cuellos, se dirigieron hacia las profundidades de la ciudad, decididos a desentrañar el misterio de los caimanes prehistóricos.

A medida que descendían por las escaleras que conducían a las alcantarillas, el aire se volvía más espeso y húmedo. El sonido de sus pasos resonaba en los túneles estrechos y oscuros, mientras se adentraban más y más en lo desconocido.

De repente, un gruñido gutural resonó en la oscuridad, seguido por el sonido de algo pesado moviéndose entre las sombras. Los periodistas se detuvieron en seco, con el corazón latiendo con fuerza en sus pechos.

"¿Qué fue eso?", susurró uno de ellos, con la voz temblorosa.

Nadie respondió. En cambio, se quedaron allí, inmóviles, escuchando el eco de sus propias respiraciones entrecortadas. Y entonces, desde las profundidades de las alcantarillas, algo emergió lentamente, sus ojos brillando con una luz malévola y antigua.

Los periodistas se encontraron cara a cara con los guardianes de las sombras, con los caimanes prehistóricos que habían sido olvidados por el tiempo, pero que ahora, hambrientos de sangre, acechaban en las profundidades de la ciudad.

Caimanes de AlcantarillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora