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Con un olor de esos inconfundibles que... Su reloj tiene más valor que todo lo que yo llevo puesto hoy, que es de Zara.


Con el típico vestido de palabra de honor y tacones del estilo pumps. Complementos del tres por dos de Claireś . Y perfume, sí, no excesivamente caro. Amor amor ... Es obvio que somos muy distintos.

—No creo que haya compatibilidad entre nosotros, no. Suspiro, asumiendo la realidad.

Por su expresión creo decepcionarlo con mi respuesta, pero siendo realistas, no hay otra.


—¿Por qué? —cuestiona sin aceptar mi negativa. Madre mía—. Dame motivos y si me convences no vuelvo a insistir.

Joder. ¡Pues son unos cuántos! Admitirlo en voz alta puede sonar hasta frívolo.

—Por lo que he leído de ti... yo soy más desequilibrada y tú ya estás asentado en todos los niveles.

Frunce el ceño, atento. Con calma, continúo:

—Vivo la vida como quiero dentro de mis posibilidades y del respeto que me tengo a mí misma. La tuya se basa en el orden y en otro tipo de responsabilidadesque no vanconmigo. Mi mayor preocupación es: «¿qué me pongo esta noche para irme de juerga con mis amigas?».¿Son motivos suficientes para ti?

—Deduces mal y pronto —me interrumpe con un tono indulgente. Me está retando, puedo leerlo en sus ojos. En su disfrazada sonrisa llena de malicia. Esto se pone divertido—.

______ —recalca a propósito—, te recuerdo que los polos opuestos se atraen.


—Ya... Y fracasan en cualquier intento.

Da un paso hacia mí y por un loco segundo creo que me besará, sin embargo, queda en un mero acercamiento que me acelera el pulso sin sentido. No soy inexperta en estos temas, pero reconozco que tiene algo que ha conseguido producirme mucha curiosidad. No solamente es su físico, va más allá y no sé el motivo. Tampoco quiero conocerlo.

—Tengo que irme—musita discretamente, mirando por encima de mi hombro y asiente con la cabeza. Desconozco a quién. Al observarme,añade—: ¿Vas a dejarme escapar sin más?


Abro los ojos de par en par. ¿¡Qué se cree!?

—Señor, no me hagas reír. ¿Qué pretendes que haga?—Necesito tu número de teléfono —me pide sin rodeos.

—¿Con qué intenciones? —Miro su boca. Él traga—. Sé sincero. —Descúbrelo.El misterio se desvanece.


Aborrezco a los que van de machotes por la vida. Admito que me suelen aburrir pronto los tipos arrogantes.

—Ni lo sueñes, guapo. Lo siento, pero no soy la típica chica a la que se le caen las bragas con hombres como tú. No me enganchas por quién eres, el dinero que tienes, ni lo bueno que estás. 

No creo en los dioses del sexo y no me dejo manejar por ustedes. Nunca.

Resumiendo, busco historias reales. No de cuentos. Esas no existen.


Charles Leclerc entrecierra los ojos y sin decir una sola palabra, le indica a su hermano con el dedo la puerta por la que han de salir. Ni siquiera se despide de mí, dándome la razón. Es un prepotente.


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𝑭𝟏 & 𝑳𝒐𝒗𝒆 (𝘊𝘩𝘢𝘳𝘭𝘦𝘴 𝘓𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘤 𝘺 𝘵𝘶)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora