¿Y ahora qué?Recién llegada del trabajo no me apetece otra cosa que ponerme cómoda. Darme una ducha y picotear algo.
El turno de esta nueva semana no me gusta especialmente, mucho menos el de la próxima. Llegar a casa a las once de la noche es horrible, pero pasarla hasta el amanecer en el hotel no es que me agrade tampoco.
Saludo a las chicas sin más y entro en mi habitación con el propósito de empezar mi rutina derelax, hasta acabar tirada en el sofá y ya si acaso, que me levante una grúa. No puedo más.
No me puede pesar más el cuerpo, creo que es imposible.
Mientras busco un pijama de tirantes, miro el móvil por enésima vez en cinco minutos. Al no haber novedades... paso de perder tiempo en las redes. No me apetece, algo raro, ¡muy raro en mí! Estoy todo el día pegada al teléfono, pero no con la idea de la semana pasada...
¡Qué agobio!
No tardo en ducharme, estoy demasiado agotada para lavarme el pelo, ya lo haré por la mañana.
Realmente está limpio, pero hace un calor bochornoso en este maldito mes de agosto. Odio el verano, es la estación que menos disfruto. Excepto si voy a _____, aunque claro... para obtener vacaciones en estas fechas...
¡Complicado!
Cuando vuelvo a la sala de nuestro acogedor, pequeño ycolorido piso, Carol y Marta se quedan mirándome. En la medida que puedo las ignoro y alcanzo un par de yogures con cereales en la tapa de arriba.
—¿Qué? —Las encaro. Me siento en el sofá que está vacío, en el izquierdo. Ambas están en el central —. ¿Qué les pasa?
—A nosotras nada. —Marta se encoje de hombros—. La pregunta es: qué te pasa a ti. Vienes del trabajo con cara de aburrimiento y las tres conocemos el motivo de tu verdadera desgana.
—No empecéis a flipar. ¿Qué estás viendo?—Sigue sin dar señales de vida,¿verdad?
Abro el primer yogurt y mirando a la televisión, niego con la cabeza. Carolina ha dado en el centro de la diana.
—¿Y qué esperabas? Consiguió lo que quería, que aceptaras. Le mandaste tu número de teléfono por Twitter y más de una semana después, no te ha llamado. Quedó por encima. Listo.
—Psss... Me importa una mierda.
—¡Bien dicho! —Me apoya Marta —. Tanta palabrería y al final es como otros. Ya sabes, no te comas la cabeza por un tío.
—Claro que no. —Le guiño el ojo —. Hay miles.
Nos quedamos calladas viendo una película a la que intento seguirle el hilo, ya que la he pillado por la mitad. Al acabar, veo que empiezan a bostezar. Lo capto, ya se van a la cama. Lógico.
—Odio este turno —me quejo, acurrucándome en el sofá—. Llego cuando nosotras queremos dormir y la semana que viene me iré a trabajar cuando estéis a punto de acostarse. Sin duda, prefiero trabajar de siete de la mañana a tres de la tarde.
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𝑭𝟏 & 𝑳𝒐𝒗𝒆 (𝘊𝘩𝘢𝘳𝘭𝘦𝘴 𝘓𝘦𝘤𝘭𝘦𝘳𝘤 𝘺 𝘵𝘶)
Romance𝐶𝑟𝑒𝑑𝑖𝑡𝑜𝑠 𝑎 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑠𝑝𝑜𝑛𝑑𝑎. Historia de Amor entre tu y Charles Leclerc.