Capítulo 1

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New York  &Físicoculturista

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New York  &
Físicoculturista

Joder.

Dios, ni yo misma  lo puedo creer, no estaba en mis planes  mudarme a un apartamento solo para conseguir un mejor trabajo, ni siquiera tengo la menor idea sí este cambio es lo suficientemente bueno como para dar por sentado todo,  ¿Qué puede pasar? Nada malo, eso es seguro. Confío plenamente en la revista “Divas”, porque sí está escrito  “Hoy es tu semana de la suerte” es porque así es, tienes suerte y punto. Bendita revista la que me dió  Elsa.

Veo a mi alrededor. Cajas abiertas y otras tiradas en el  piso sucio junto a unas bolsas negras y blancas,  y para joderla, yo huelo a queso. Tengo dos días para acomodar todo esto y hacer de este apartamento mi zona de confort, luego tendré que buscar empleo en diseño, ¿Saben lo difícil que será? Hay miles de diseñadores en todo Nueva York y no creo que contraten a medio imbécil que se les presente.

Mi celular suena.

Es mi mamá.

—¿Cómo estás querida?

—Hola, ma.—Respondo evitando su pregunta.

—Que te he preguntado cómo vas, Anna.—Casi me imagino su ceño fruncido al otro lado de la línea.—No me digas que te estás arrepintiendo.

Bufo.

—Solo estoy un poco cansada, creo que necesito dormir.—Hablo ya más calmada. Hacer enojar a mamá no me traerá nada bueno.

—¿Y ya desempacaste?

—Todavía no.

—¡Ay, mi hija, no seas floja!

—No lo soy, eso nunca.

—¿Entonces?

Froto mis dedos en mi entrecejo. Estoy a punto de qué la cabeza me explote.

—Vale, lo haré.—Puedo escuchar como ríe, creo que piensa que soy mentirosa,¿Me duele?, no.—Solo dormiré y luego empezaré a acomodar mi destrase.

—Te quiero, ¿Lo sabes?

—Yo también, y no sabes cuánto.—Sin pensarlo una risilla sale de mis labios.—Ya extraño los pies de manzana.

—Tú papá y yo te extrañamos, y eso que no ha pasado una semana desde que te fuiste.—Habla rápido.—Bueno, te dejo, estoy horneando galletas y tú ya sabes, si no las sacó del horno  se me queman como más últimas.

Finaliza la llamada y yo parezco loca aún con el celular en la oreja.

Mi celular pasa de estar en mi oreja a estar entre mis manos jugando y pasándolo de una mano a la otra.

—Será una odisea sobrevivir a Nueva York.

No sé ni por dónde empezar, ¿las cajas?, ¿mi ropa?, ¿Separar cosas de vidrios? ¿Guardar plástico? No quiero hacer nada, solo estar acostada en el piso esperando que un alma se apiade de mi y me haga millonaria, pero, sí no acomodó mis pertenencias, ¿quién lo hará?

Ser adulto apesta.

Comienzo abriendo un par de cajas y a sacar cosa por cosa, para mi sorpresa veo unas cuántas fotos y un par de medallas ¡Qué época! No es por alardear pero bruta no fuí, lo estoy recalcando por si acaso.

Muevo aquí y allá. Nada resulta cambiar, el apartamento está tal cual antes, desordenado, sucio y yo sigo oliendo a queso rancio y me he bañado, lo juro.

Tengo hambre y demonios, ahora no sé qué me tiene más preocupada, ¿no tener con qué alimentarme o no terminar de desempacar?

Estaba acostumbrada a comer cualquier cosa, entonces, llamé a la dichosa pizzería de a lado, como les dije, bruta no soy, guardé el número cuándo me dieron el folleto ayer. No tardaron en mandar mi pedido, ha sido el más express, eso sí es un buen servicio. Un punto para ellos.

¡Pizza para engordar como la marrana que soy!

Tener una pizzeria cerca de aquí es malo, porque prácticamente me puedo quedar en bancarrota. Me he comprado dos pizzas, una de champiñones,  y la otra de pepperoni; y les juro que puedo ver detellos saliendo de esas cajas.

Casi sonriendo de felicidad de por fin comer, un mensaje de Elsa llega a interrumpir.

Elsa: ¿Necesitas compañía?

Desde ayer.

Anna: No te preocupes.

Ya estaba acostumbrándome a estar sola.

Elsa: Por favor, dime que has comido algo.

Anna: Comeré pizza. Según la mejor de toda Nueva York o eso dice la caja.

El aire fresco se cola por mi ventana y un pequeño frío recorre mi cuerpo, veo a mi lado derecho y no esta mi suéter, Bufo ante eso.

—Genial,ahora me tocará cerrar la ventana.—Hablo con sarcasmo aunque nadie me escuche.

Me pongo se pie y camino hacia la bendita ventaba, estaba a punto de cerrarla  de golpe, hasta que vi lo más extraño. Un chico enfrente de mi apartamento, creyéndose el físicoculturista del año.

¡Que horror!

Ajá.

Puedo ver  partes que ni por cerca quería ver, si no fuera porque  tiene una toalla envuelta en su cintura, diría que estoy a punto de ver un video porno.

Dios, que dramática.

Eso no es ser dramática.

Si tú lo dices..

Sigo sin dejar de verlo.  Joder esta bien…

Me he tapado la cara, ¡Me ha visto! Me esquivo al darme cuenta que me está viendo con una sonrisa ladeada.

Y  como estúpida me alejo de ahí.

Demonios. Busco mi celular y comienzo a escribirle a Elsa.

Anna: Ayuda, acabo de ver lo más horrendo de mi vida y creo que estaba a punto de bañarse.

No ha visto el mensaje ¡Ah! Responde mujer.

En un momento para otro se escucha…

Toc, toc, toc

oh, no ¡Qué me lleva el diablo!

¿Ahora que?

Voy en seguida a la puerta sosteniendo un pedazo de pizza, veo por la mirilla….

¡Joder!

—Es el físicoculturista.—Hablo en voz baja y maldigo un par de veces.

—No soy el físicoculturista, soy Hiccup, tu querido vecino.—¡Mierda! Me puedo escuchar.

Vuelvo a ver por la jodida mirilla.

—¿Seguirás viéndome por la mirilla de tu puerta o saldrás a saludar?—Se burla.

¡Mierda y más mierda!

¡Mierda y más mierda!

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El Idiota De Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora