28. Rock Lee (II)

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Gai-sensei siempre tiene la razón. Cada una de sus palabras es un ejemplo de sabiduría y cada pequeña cosa que hace expresa su inigualable espíritu de superación que Lee quiere seguir y que admira con todas sus fuerzas. ¡Gai-sensei siempre tiene la razón y nunca se equivoca!

Excepto, claro, los días donde Gai-sensei realmente se equivoca.

En general, Lee siempre escribe sus discursos emocionales y siempre trata de imitarlo en cada paso porque Gai-sensei es un hombre con un corazón puro y con una determinación inquebrantable. Es su ángel. ¡Es incluso más que un ángel! Es como si Gai lo hubiera tomado desde la parte más profunda del suelo y lo hubiera ayudado a renacer. ¡Gai-sensei es el epítome de todo lo que es correcto en este mundo!

Pero Gai-sensei es un humano como todos los demás, así que, justo como ya dijo, hay días donde Gai-sensei se equivoca.

— Mhn, esta vez realmente se pasó — Kakashi-sensei tararea y empuja el hombro de Lee, motivándolo a ir más rápido a través del bosque. — Así que... bueno, ya sabes.

La mano de Kakashi le da un apretón en el hombro y Lee asiente y acelera el paso, tratando de no tropezar con la maleza y con los troncos caídos incluso si el bosque está en penumbras e incluso si hace tan solo unos minutos estaba durmiendo plácidamente en su casa.

Pero esto es más importante que cualquier descanso. Cada vez que Gai se equivoca, siempre lo hace en soledad, siempre lo hace a mitad de la noche, en un entrenamiento, guiado por la presión de una posible guerra y enceguecido por su inagotable deseo de proteger a todas las personas que ama.

Gai-sensei siempre se equivoca por amor.

Y es por eso que el amor también lo rescata de ese abismo, o al menos eso es lo que Lee supone después de haber pasado por esta situación un par de veces desde que se graduó de la academia.

Después de todo, Gai-sensei suele decir que el amor que se da a otros siempre vuelve a uno mismo de alguna manera. Así que tiene que ser eso por lo que Kakashi-sensei se despierta a media noche para vigilar a Gai y para a intentar rescatarlo de su círculo vicioso de autodestrucción. No hay ninguna otra explicación para su temor ni para su furia y, por supuesto, también es lo único que explica por qué sigue yendo a la casa de Lee a mitad de la noche y lo arrastra hasta este lugar.

— Ya regresé — Kakashi-sensei dice de forma casual, entrando en un campo de entrenamiento oscuro y silencioso donde todo lo que se distingue es una figura tirada en el piso. Una figura que Lee puede reconocer como su amado Sensei. — Y... adivina quién vino conmigo, Gai-Kun.

La respuesta inmediata de Gai-sensei es un gruñido bajo y exhausto, y ahora que Lee se ha acostumbrado un poco al exterior y finalmente puede distinguir las cosas con mucho más claridad, puede notar la forma en la que la piel de su Sensei está humeando como si se estuviera quemando por dentro.

— Sabes que eso no es justo — Gai dice desde el suelo, con la cara enterrada en el pasto y con los dedos presionados en la tierra de un modo que deja en claro que están rotos.

De hecho, solo por la postura, Lee puede adivinar que prácticamente todos los huesos de su Sensei están rotos.

— Llévatelo de aquí, Rival — Gai-sensei suspira hondo y despega la cara del piso en un intento de lucir saludable y animado incluso si su piel prácticamente está roja.

Y por supuesto que Lee reconoce esas marcas porque el propio Gai-sensei se lo mostró una vez. ¡Ha estado practicando los movimientos de la octava puerta y ha forzado su cuerpo casi al límite máximo! Gai-sensei debe llevar largas horas aquí, con un pie peligrosamente puesto en la entrada de la octava puerta.

A través de los ojos de...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora